miércoles, abril 04, 2007

4 de Marzo de 2006

ARMADA

Salimos de Sidney, a las órdenes del nuevo comandante, hacia Pago Pago, puerto de la isla de Tutuila, en la parte del archipiélago de Samoa que es de soberanía de los Estados Unidos. Una vez fuera de la Bahía de Sidney, ponemos en vuelo a nuestro "Canguro" que, después de los últimos días en puerto encerrado en el hangar, tiene más ganas que nunca de saltar a tierra, y se convierte así en el primer helicóptero de la Armada Española que toma en Australia. Seguidamente realizamos un passex (ejercicios de oportunidad) con la fragata australiana HMAS "Melbourne". Concluido éste, nos despedimos de Australia después de veinte días visitando tres de sus puertos y barajando su costa meridional, tan solitaria, tan fascinante como inhóspita y desolada. Subimos de latitud. En el Estrecho de Bass llegamos a alcanzar los 39ºS, el punto más meridional del barco por el momento.

Durante estos días se cumple ese principio de la filosofía: "Todo lo que se puede dar se da", lo que parece imposible se produce "la semana de dos jueves". Para ajustar nuestro uso horario, como avanzando hacia el Este ganamos tiempo, hemos repetido en la mar un día, el jueves 22 de marzo. Gracias a esto no nos pasará como a Phileas Fog, el personaje de "La vuelta al mundo en 80 días" de Julio Verne que, creyendo llegar un día, llegó el anterior sin tener en cuenta que avanzaba hacia el orto. Tiro por la mañana; el trozo de Visita y Registro y la Infantería de Marina disparan con armas portátiles. Otro hito importante en nuestra vuelta al mundo: cruzamos el meridiano 180, lo que significa que ya estamos de vuelta hacia Ferrol, que ya estamos más cerca de nuestras familias. El día 25 a la una de la madrugada hora española y justo antes de entrar en puerto, el cabo primero Alejandro Pereira se convierte en padre: su mujer da a luz una niña, celebrado por toda la dotación, que esperamos puedan estar juntos los tres muy pronto.

La isla verde > Día 25 por la tarde. Envuelta en chubascos, aparece Tutuila, una isla de muy escasas planicies y elevaciones que caen directamente sobre el mar de forma casi vertical. Ni un resquicio de tierra falta por cubrir de espesa vegetación. El color verde intenso lo llena todo y sólo se interrumpe al fundirse en el azul del mar en una costa abrupta, rocosa, que de cuando en cuando deja sitio a playas solitarias. A mitad de la isla se abre la bahía de Pago Pago, una estrecha porción de agua flanqueada por dos auténticas paredes verdes, que nos parecen una imagen de los albores de la humanidad, el escenario ideal del "Parque Jurásico". Las casas salpican el paisaje en las zonas bajas. Más arriba, dominar la verticalidad se torna imposible excepto para las acacias, los cocoteros y esas plantas tropicales, cuyo nombre desconocemos, de hojas enormes. Poco después de atracar, la noche llega y lo invade todo. El verde se vuelve negro, los azules del cielo y del mar también. Sólo nos queda la luna y la Cruz del Sur.

Al día siguiente, nos sorprende ver tantas iglesias. Lo comprendemos después. El pueblo de Samoa es religioso y está orgulloso de serlo. La población es servicial, atenta y hospitalaria. Las mujeres nos recordaron las de los cuadros de Gauguin, con una flor a un lado de la cabeza y el pelo recogido.

Las islas, volcánicas, con una vegetación exuberante, playas de aguas cálidas y arenas coralinas. En estos tres días de puerto procuramos descansar; el lugar ayuda con su sosiego y su ritmo tranquilo.

En la tarde del día 28 salimos rumbo norte hacia Hawai, la que será nuestra primera escala ya de nuevo en el hemisferio norte. En Samoa seguramente seguirá lloviendo, como los últimos tres días; un día habrá pasado, llegará la noche y después otro día. La vida allí seguirá, apacible, casi indolente. La isla se torna pequeña en el horizonte, en la carta. Qué grande y diverso es el mundo, qué pequeños somos en medio del océano.

(*) Crónica elaborada por el personal de la fragata F-101.


DIARIO DE FERROL

La US Navy adjudica a Lockheed Martin el sistema Aegis para la quinta F-100
La US Navy ha otorgado a Lockheed Martin un contrato valorado en 260 millones de dólares para el suministro de sistemas de armas Aegis destinados a equipar los futuros tres destructores antiaéreos australianos -dentro del programa AWD- y la quinta fragata de la clase F-100.

REDACCIÓN > FERROL


Los cuatro sistemas serán de la próxima generación del Aegis, la primera que incluirá hardware totalmente comercial y entorno de computación en arquitectura abierta, que proporcionará, según la compañía, ventajas como la mayor facilidad de integración de sistemas nacionales y reducir riesgos y costes de adquisición y certificación. La firma compatibilizará la producción de los sistemas para España y Australia con el programa de modernización de Aegis de la US Navy, dentro del cual está previsto entregar la primera unidad del nuevo modelo al buque USS "Bunker Hill" en 2008.

Este contrato es una modificación del suscrito inicialmente en junio de 2006, por 85 millones de dólares, que comprendía el inicio de los trabajos de largo período de desarrollo para el programa AWD. La modificación incluye ahora la fase de producción de los sistemas Aegis para los tres destructores australianos, así como para la F-105.

Lockheed Martin considera que este contrato supone el último hito del programa australiano. Actualmente, su Gobierno está en proceso de selección del diseño del buque con el que completará su flota, proceso al que concurre la empresa española Navantia en competencia con la norteamericana Gibbs&Cox.

Compatible > El Aegis que producirá la compañía como consecuencia de este contrato será compatible con cualquiera de los dos diseños de destructor que se están evaluando. En marzo, la Marina estadounidense también contrató a Lockheed Martin la producción del sistema de lanzamiento vertical MK-41 -que equipan la primera serie de F-100- para las unidades australianas, que será aplicable a cualquiera de las soluciones.

El Aegis Weapon System es el primer sistema de armas naval de superficie en el mundo, y sobre él se sustenta el primer componente basado en la mar del sistema de defensa contra misiles balísticos de Estados Unidos. Actualmente está en servicio en 81 buques en todo el mundo, y su instalación está prevista en al menos otras 25 unidades. Además de Estados Unidos, España y Australia, el Aegis es el sistema adoptado por Japón, Corea del Sur y Noruega.

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