Sí, sí, sí, sisisí. No hace falta que nadie levante la mano
o haga además alguno de llamar mi atención. Lo sé. Recuerdo muy bien que
prometí hace ya un tiempo que la siguiente obra del genio del terror que
traería a estas líneas de Guardia literaria sería “El misterio de Salem’s Lot”.
Pero dejadme primero explicarme y es que la razón es más que sencilla: la he
dejado aparcada.
Rumores de desaprobación a mi alrededor.
¿Por qué? ¿Por qué?
¿Por qué es mala? Ni por asomo. Quizás sea la mejor que he
estado leyendo de Stephen King, lo que pasa es que es una obra más propia de
tardes invernales, en mitad de la oscuridad tenebrosa del salón mientras al
otro lado de la ventana cae una espesa cortina de lluvia gris. Solamente con la
compañía de un flexo cuya amarillenta luz sea la única protección contra la
noche y el horror. Sí. La historia de Salem no es para tardes de verano. Más lo
es “Los Tommyknockers.” Y no solo por que transcurra gran parte de la misma en
época estival que acaba de decirnos adios.
En esta obra, que se ve clara antesala de “El cazador de
sueños”, desde el mismo inicio sabemos a qué nos vamos a enfrentar. Paseando
con la escritora de éxito Roberta “Bobby” Anderson, nos tropezaremos con una
arista metálica que las últimas lluvias han desenterrado en el bosque. Bien
pronto sabremos qué es y la propia protagonista sabrá que sucede a su alrededor
y a las personas que la rodean. Incluso a su pobre perro, Peter.
Al otro lado, está su amigo y amante Jim Gardener, un poeta
desahuciado y alcohólico, que trató de matar a su mujer de un disparo y que las
centrales nucleares le hacen sacar todo su odio.
Son tan diferentes entre sí, que se atraen. Tan diferentes
que pronto, a pesar del cariño que sienten, se verán enfrentados en dos lados
de la moneda, situados en platillos diferentes de la balanza. ¡Y qué mejor que
hablar de platillos!
Hace muchos años que vi la miniserie de adaptación a la
televisión que se hizo de esta novela y me sobrecogió. Desde la luz verde,
hasta la pérdida de dientes, pasando por una máquina de escibir telepática.
Aunque bien pronto me pude también dar cuenta que lo salió por la
pequepantalla, dista mucho de lo que acaba sucediendo en sus páginas en varios
puntos.
Como cualquier otra obra de King, te engancha y te extruje.
Lo mismo da que te machaque con datos para disfrazar una localidad inventada
como real o se te amontonen encima la gran cantidad de personajes secundarios,
terciarios o que solo ocupan una frase. Estás ahí, leyendo.
Gard, entre borrachera y sangría nasal, se convierte en el
único que puede soportar la contaminación que desprende la nave enterrada
mientras excavan. Es el único, junto al viejo Ev que parece ver lo que sucede y
que tiene fuerzas para enfrentarse a esa “conversión” mental y física a la que
tan alegremente se han lanzado los demás.
Notas tan características de la trayectoria de King en la
literatura se extraen con la facilidad con la que caen los dientes a los
“conversos”. Un mundo de paranoia y realidad cruda social. Un análisis de una
comunidad que vuelve a sucumbir al terror, aunque ésta vez de una forma muy
voluntaria, a pesar de todo, mezclándose con leves notas y reseñas que nos
remiten a “La zona muerta”, “It” u “Ojos de fuego”.
Lo malo es que te ahogas al final. Hay momentos en los que
tienes que leer páginas y páginas para ver ocurrir algo que ya te esperabas;
también algo que no es esperado pero que impide que continúe la acción. Por no
decir que el final de los protagonistas no parece algo muy acertado, en mi
opinión.
Parece que te tiras siglos cavando hasta que llega el
momento final.
Es de destacar la primera vez en la que Gard entra en el
granero de Bobby. Solo la parte que va desde que se decide y llega a la puerta
merece ya para leerse todo el libro. La sensación de intranquilidad e
incomodidad es única.
También la escena en la que regresan los agentes de Policía
encargados de la misteriosa muerte de la delegada policial Ruth MacCausland y
su viaje se ve interrumpido para siempre es memorable. Con solo una frase, se
te eriza el vello.
Muy interesante el primer tercio. Decae a continuación, con
ciertos altibajos, sobre todo porque hay personajes a los que no se les saca
todo el jugo y hasta se les quita de en medio con demasiada facilidad. Por no
decir que acaban apareciendo personajes al final cuyo papel lo podría haber
hecho otros, sobre todo si no acabaran en el “otro barrio.”
Recomendable y entretenida. No es un terror profundo, el
cual, creo yo, debería haber llegado a un clímax al entrar en la nave y ver a
los verdaderos Tommyknockers... pero es que, en realidad, los Tommyknockers
estaban ya fuera de la nave desde hacía mucho tiempo.
Te he dejado un regalo en mi blog, pásate y recógelo.
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Saludos.