martes, enero 08, 2013

De regalos navideños



Antes del día 24 de Diciembre ya traspasó el umbral de mis pabellones auditivos una frase muy similar a la que sigue: “Que Papa Noel sea generoso contigo” o algo así. Y, cómo no, este pasado 4 de Enero se repitió el ritual pero sustituyendo al gordo de rojo por los Reyes Magos.

Yo nunca tuve ni uno ni otros. Cosas de haber nacido un día como el de san Sabino. Es más, nunca creí en la existencia de los Reyes de Oriente, mas sí en la del ratoncito Pérez.

Extrañezas propias de una mente infantil cuya fecha de caducidad hace mucho tiempo que se superó.

No sé cómo, pero tratando, sin querer, este tema, siempre acabas asistiendo a un combate encarnizado, cuerpo a cuerpo, entre Santa Claus (Van Damme) y los tres amigos que ahora vienen, al parecer, de Andalucía. Lo peor es ya cuando se unen los gritos del supuesto ateo por medalla que, arrastrado por su éxtasis o diarrea, raya la estupidez más sacralizada proclamando que sus hijos no “recibirán” regalos de unos individuos que aparecen nombrados en la Biblia (¡Vade retro…!). No obstante, no alberga el más mínimo inconveniente en acudir al consumismo secular de nuestro tiempo bajo la forma de un sonriente y barrigudo señor, vestido de color carmesí gracias a la publicidad de cierta compañía de refrescos de cola que no merece ni presentación ni susurrar su nombre a los menos avispados. Pero es que... ¡Coño! Si Santa Claus, aka Papa Noel, es san Nicolás, una figura del Cristianismo que no juega precisamente en la Tercera división de los santos (¡Ondiá! A ver si desvelando este terrible secreto, la estoy cagando y para las Navidades que vienen esos críos se van a quedar sin nada...).

Hasta estirando el tema y llegando a mi tierra, el Olentxaro era quien vino de las montañas para anunciar a las gentes de los valles la llegada de Kixmi, es decir, Jesucristo.

Pero no estoy aquí para dirigir ninguna perorata sobre gustos, disgustos, religiones o regalos... bueno, pensándolo bien, al final hablaré de todo menos de religión, ya que en estas fechas me ha rondado con insistencia la frase que dijo aquel de “más vale que te regalen una serie (de TV) que una colonia chunga.” Ante tal inexpugnable afirmación he pensado: “¡Oh, sí! Ya lo creo, pero si es para que algún gracioso se le ocurra endosarte material vomitable como el DVD de la temporada que sea de “El Barco”, mejor nada. Así seré más feliz.”

Antes de la Nochebuena de 2012, me vi de nuevo, arrastrado (penitencia) hasta el “Carrefú” de la localidad y, entre el barullo generalizado, luces enfermizas, ausencia injustificada de mozas ofreciendo muestras gratuitas de lo que sea y una mezcla insoportable de olores de comida con cremas faciales y ropas en las que el algodón brilla por su ausencia, termino con el carrito en la sección de perfumería para hombre, donde destacan, cuan pendones, las “fragancias” del imperio del amigo Hugh Hefner. Ahí mismo, me topo con la última, la del anuncio del pavo en la limusina que se llena de cachondas. Igual os creéis que formo parte del gremio de papanatas que compraban compulsivamente desodorante AXE porque estaban convencidos de que las mujeres iban a salir corriendo tras ellos (más bien, delante, diría yo)... Erráis, camaradas. Aunque reconozco sin vergüenza, torera o no, que conocí a varios de estos extraños especímenes dignos de ocupar vitrinas en museos.

Bueno. A lo que iba. Impelido por la simple curiosidad (o esperando a que una miríada de bombones enfundados en ajustados trajes de conejita, bamboleando sus “pechis” al son de su carrera sobre tacones de aguja, apareciera a mi espalda...xD), me hice con el botecillo de muestra y... ¡AY! ¡INSENSATO! ¡MASTUERZO!... Accioné el mecanismo del spray sobre mi mano... Brotó un “aroma” que, aunque no... Vamos. Distaba muchísimo de ser agradable y, menos aún, soportable, tardando encima horas en desaparecer.

Sr. Hefner. Un consejo: debería, como otros muchos, saber donde pone el nombre, por que ese olor espanta hasta a los insectos. Es más, si fuera más económico, lo adquiriría como matamoscas.

No voy a olvidar que me debe unas cuantas conejitas, Sr.,... Lo tengo en mi lista negra. Aunque no me haya gastado ni un solo céntimo...

Hasta aquí esta reflexión desconsolada y guasona, camaradas xD.

Cuidado con esas colonias que habrán acabado en vuestro poder estos días...

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