Tuvo que ser un sueño bastante intenso porque, al despertarme, ya no pude volver a dormirme. Me quedé con los ojos cerrados, acurrucado en una esquina de la cama y bajo los pliegues de la manta mientras todo a mi alrededor parecía desperezarse. Fue entonces cuando me puse a pensar en fechas. Era la mañana del 22 de Octubre, ayer mismo. Ni me había dado cuenta hasta entonces y eso que vivo pegado a un calendario. Al día siguiente, hoy, El Navegante del Mar de Papel cumple 7 años desde que fuera botado a la inmensidad del océano cibernético. 7 años… Que se dice pronto y que “tan solo” te obligan a reconsiderar el veloz paso del Tiempo. Las arrugas del blog son las mismas que comienzan a aparecer en un rostro reflejado en un espejo, un rostro que es el mío.
El concepto del Tiempo es algo sobre lo que he cavilado últimamente, sobre todo en su relación con la vida que apenas dura un suspiro y que la malgastamos en banalidades y estupideces varias, siempre primando éstas sobre lo que nos es realmente esencial. Es algo que he aprendido durante este último año.
En pasadas ocasiones, el 23 de Octubre era una fecha esperada en la que nos gustaba organizar un pequeño festejo por tan distinguida efeméride pero, si me lo permitís, ante el golpe de realidad y mortalidad vivido hace casi 3 meses, no albergo deseo alguno de esbozar sonrisa alguna ni de alzar mi copa. Solo de poder seguir y superar todo sabiendo qué es lo que realmente merece la pena.
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