EL PAÍS
La fragata más moderna de la Armada ha zarpado de Ferrol rumbo al Índico
Asumirá el mando de la misión de la OTAN contra la piratería en el cuerno de África
LORENA BUSTABAD Ferrol 24 FEB 2014 - 18:02 CET
La 'Cristóbal Colón', la fragata más moderna de la Armada española ha puesto hoy rumbo a las costas africanas. Zarpó a las 16:00 horas de esta tarde desde el muelle de obstrucciones de la Estación Naval de A Graña, en Ferrol, hacia Djibouti, un pequeño estado en el cuerno de la costa este de África para ponerse al frente de la flotilla de la OTAN (SNMG-2), la Agrupación Permanente de Escoltas que congrega a las fuerzas armadas de varios países que patrullan el golfo de Adén para combatir la piratería en las aguas del Índico en un operativo denominado Ocean Shield (OOS).
Es la primera misión internacional de la 'Colón', un navío diseñado y construido por los astilleros gallegos de Navantia en la ría de Ferrol y el último de una serie de cinco unidades (F-100) encargadas por Defensa al grupo naval público para reemplazar a las viejas F-70 de la clase 'Baleares', ya jubiladas. La 'Colón', es la suma de todas las mejoras que ya fueron incorporando sus cuatro 'hermanas mayores', todas con el sistema antimisiles Aegis, de factura norteamericana, que es una de sus mayores virtudes desde el punto de vista militar. La F-105 mandará en el escuadrón de la OTAN de marzo a julio y releva a otro buque español, la 'Álvaro de Bazán', (F-101) que comandó la flotilla naval estos últimos meses.
A la Armada española le corresponde este año el mando de la SNMG- 2, con el contralmirante Eugenio Díaz del Río al frente, y la 'Colón' hará la tercera y última de las tres rotaciones en las que Defensa ha dividido el año. A bordo de la Cristóbal Colón viajan 180 hombres y mujeres a los que se sumará el Estado Mayor internacional de la agrupación de la OTAN, personal sanitario, efectivos de seguridad de Infantería de Marina y una unidad aérea al mando del helicóptero SH-60B.
LA VOZ DE VIGO
Contruida en los 40 para proteger la Ría de Vigo, la base nunca ha vivido un combate como el que mantienen las administraciones por su custodia. Su abandono no cesa
MÓNICA TORRES
baiona / la voz 26 de febrero de 2014 10:12
El complejo de Cabo Silleiro, «hai que recuperalo, pero non a calquera precio». Lo defiende el arqueólogo del Instituto de Estudios Miñoranos, Xosé Lois Vilar, que conoce cada palmo del recinto desde pequeño. El estado de abandono absoluto de las construcciones militares y del entorno, obligan a una actuación urgente, afirma. Pero con la misma rotundidad ampara la legitimidad de la propiedad. «Os terreos foron roubados aos veciños de Baredo, nunca comprados e, cando se usurpa algo para unha finalidade débese devolver cando finalice a mesma», insiste Vilar. «Nos anos 80 rexistraron os terreos a nome do Estado, pero iso non ten valor», deja claro.
Hay una batalla sobre la superficie afectada, otra sobre la titularidad de los 70 o 90.000 metros cuadrados en causa y una tercera sobre la posible compraventa entre administraciones. Ninguna sobre el terreno de la batería J-4, que espera hace dos décadas el indulto tras aguantar los sucesivos saqueos.
La posible adquisición del espacio ha desempolvado proyectos como el del arquitecto Pedro González Souto, autor de un proyecto de rehabilitación de la batería que contempla construir un hotel en la zona de cuarteles y habitaciones de los altos mandos. Su proyecto contempla una concesión administrativa a una empresa privada para explotar el complejo lúdico sin cargar costes a las arcas públicas. «Es un proyecto de gestión autosostenible porque tenemos que evitar las recuperaciones que provoquen costes inasumibles», indicaba ayer. Este arquitecto defiende su recuperación por «el valor de sus construcciones, el histórico y su potencial de atracción turística».
Sobre este aspecto confirma que «aún abandonado, siempre hay gente vistando el recinto, muchos de los cientos de soldados que hicieron ahí el servicio militar y regresan ahora con sus familias, por ejemplo». Entiende que la línea a seguir «es la de Manuel Fraga con los Paradores». Señala que la estructura de las baterías y los túneles está bien. «Son 200 metros de túneles subterráneos que dan acceso a los cuatro cañones y que podrían ser un centro de interpretación».
Esta reconversión, pero en manos de la comunidad de montes de Baredo, sería también aceptable para Xosé Lois Vilar. Para el arqueólogo la parte constructiva puede ser museo. «O resto debe devolverse ós veciños», recalca.
Vilar destaca el valor de todo el entorno, «riquísimo culturalmente». El la zona, destaca, un faro de 1862 «descoidado que en outro país xa sería un museo fotográfico» y el nuevo, de 1924. Para este último, aspirante también al plan de reconversión de faros en hoteles impulsado por Ana Pastor, el IEM lleva años demandando un uso a su altura. Sería, a su entender, el emplazamiento idóneo para el museo de las señales marítimas de Galicia. Se trata de un reconocimiento merecido. «Na tese de Xoán Bernárdez Vilar recóllense referencias xa a este último Gran Cabo de Galicia, como Promontorio Aryum, do ano 580 antes de Cristo», confirma Vilar. El entorno es «riquísimo, testemuña de grandes naufraxios, de históricas artes de pesca, no que abundan numerosas especies de algas». Solo en el entorno de los faros, el Instituto ha recogido medio centenar de topónimos.
Ha habido numerosos proyectos, todos vinculados a la reconversión turística de este enclave en suelo protegido. Duermen el sueño de los justos mientras se deteriora la memoria y el patrimonio. Los soldados del último retén abandonaron el recinto militar habilitado en la década de los 40 para para proteger la entrada Sur de la Ría de Vigo en el año 1998.
El complejo tiene 200 metros de túneles en cuatro niveles con otros tantos cañones
Hay un proyecto para reconvertirlo en hotel con centro de interpretación
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