lunes, marzo 03, 2014

3 de Marzo de 2014

DIARIO BAHÍA DE CÁDIZ


02/03/2014. Redacción (FOTO: Eulogio García)

El ‘Juan Sebastián de Elcano’ zarpaba en la mañana del sábado 1 de marzo del puerto de Cádiz para comenzar la segunda fase del LXXXV crucero de instrucción de guardiamarinas, que realizarán parte de su cuarto año de carrera a bordo. El Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante general Jaime Muñoz-Delgado, despedía al buque en su salida, junto a familiares y amigos.

Durante algo más de cuatro meses, el buque escuela tiene previsto cruzar el océano Atlántico en dos ocasiones, visitando los puertos de Santa Cruz de Tenerife, Praia (Cabo Verde), Cartagena de Indias (Colombia), Santo Domingo (República Dominicana), Nueva York (Estados Unidos), Dublín (Irlanda), Hamburgo (Alemania) y Oslo (Noruega). 

La escala en la capital noruega será la más septentrional en los 86 años de vida de este emblemático buque construido por los astilleros gaditanos, y precederá a la recalada en el muelle de la Escuela Naval Militar en Marín (Pontevedra), antes de volver a la Bahía de Cádiz, a mediados de julio.

Durante este crucero, según informan desde Defensa en una nota remitida a DIARIO Bahía de Cádiz, es la primera vez en la historia de Elcano que se cuenta con un profesor universitario civil a bordo. Su labor principal es impartir las asignaturas necesarias para que los guardiamarinas, futuros oficiales de la Armada española, obtengan el título de grado en Ingeniería Industrial de la rama de Mecánica, de acuerdo al plan de estudios de la Escuela Naval Militar. 

Los guardiamarinas recibirán clases tanto teóricas como prácticas, teniendo la oportunidad de ampliar sus conocimientos técnicos y marineros, un mayor grado de cultura general y una mejor asimilación de los principios, hábitos y virtudes que constituyen el alma de la profesión. 

El buque-escuela ‘Juan Sebastián de Elcano’ es un velero bergantín-goleta de cuatro palos con 113 metros de eslora y 13 de manga que puede desplegar una superficie de velamen de 3.151 metros cuadrados. Al mando del capitán de navío Enrique Torres Piñeyro, cuenta con una dotación de 26 oficiales, un profesor universitario civil, 23 suboficiales, 140 militares de Tropa y Marinería y cinco maestros civiles. 

PRIMERA FASE, POR EL MEDITERRÁNEO

El buque escuela días antes de este ‘hasta luego’ anual desde Cádiz, volvía a su base del Arsenal de La Carraca, en San Fernando, dando por concluida la primera fase del LXXXV crucero de instrucción. Desde que se iniciara esa fase –también saliendo de La Isla- el 9 de enero, el velero ha navegado en 39 singladuras más de 3.000 millas náuticas por el mar Mediterráneo, aproximadamente la mitad a vela. Además, ha recalado por primera vez en los puertos de Cagliari (Italia), y Sète (Francia), y ha hecho escala en Mahón y Melilla, ciudades que no visitaba desde hace más de una década.

Durante la primera fase del crucero de instrucción, embarcaron 68 guardiamarinas de la Escuela Naval Militar y 32 aspirantes a cabo primero y cabo de la Escuela de Especialidades de la Estación Naval de La Graña. Esta ha sido la segunda ocasión en que una promoción de alumnos de marinería de la especialidad de Maniobra y Navegación realiza prácticas en el Elcano tras la experiencia piloto del año pasado.

‘ELCANO. EL BARCO BLANCO’

En la semana previa a zarpar desde Cádiz, se ha aprovechado para presentar en la ciudad el documental ‘Elcano. El barco blanco’, dirigido por Carmen Isasa. El visionado de la cinta se realizaba en el Teatro de Títeres La Tía Norica, con la presencia, entre otros, del almirante de la Flota, Santiago Bolíbar.

La película, realizada por la productora Curt Produccions, refleja la vida y el trabajo de los hombres y mujeres que componen la dotación del buque-escuela de la Armada española. El documental fue rodado durante la manga que realizó el Elcano desde Lisboa a Cádiz con motivo de la Gran Regata del Bicentenario en el año 2012. Recoge las vivencias dentro del barco e incluye escenas grabadas en distintos puntos de la ciudad como la Torre Tavira, el puerto y calles y plazas del centro histórico.

LA OPINIÓN DE A CORUÑA


El Ejército mantiene otros cinco depósitos submarinos con armamento y munición de guerra en aguas españolas - Los residuos de material militar obsoleto se arrojaron al mar hasta enero de 1995

R. Prieto A Coruña 03.03.2014 | 09:44

Toneladas de minas, granadas, obuses y otro tipo de munición de guerra con componentes contaminantes permanecen a cientos de metros de profundidad y a pocos kilómetros de la costa española. Hasta seis depósitos submarinos de armas caducadas conservan las Fuerzas Armadas en aguas del Atlántico y del Mediterráneo, uno de ellos a 21 millas de Ferrol. Estos vertederos, denominados "zonas de lanzamiento de cargas de profundidad y vertedero de explosivos" fueron utilizados sin cortapisas hasta enero de 1995, fecha en la que España se adhirió al Convenio de Londres, integrado por 87 países y cuyo principal cometido es controlar las fuentes de contaminación marítimas realizadas desde buques y adoptar medidas para evitar el derrame de residuos.

El mantenimiento de estos basureros submarinos de armamento fue desvelado por el propio gabinete del almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado, en declaraciones a Materia, publicación especializada en ciencia. Sin concretar ni el tipo de armamento almacenado ni la cantidad de munición que permanece en estos seis depósitos, desde el Ministerio de Defensa aseguraron a este periódico que se trata de armamento "exclusivamente de tipo convencional" y que los materiales arrojados al mar "estaban obsoletos y caducados".

El hermetismo sobre el seguimiento que se hace de estos depósitos y las actuaciones que se llevan a cabo o se prevén acometer para minimizar los efectos contaminantes de este armamento es absoluto. Preguntado también por estas cuestiones, el departamento que dirige Pedro Morenés eludió dar detalles sobre el control actual y futuro de estos vertederos submarinos.

Aparte del almacén de munición obsoleta que se encuentra a 21 millas de Ferrol -identificado con el enigmático nombre de F-130- hay otros cinco repartidos por aguas españolas. En el Mediterráneo se encuentran el M-135, un rectángulo en las proximidades de las islas Columbretes, un pequeño archipiélago protegido entre las costas de Castellón y Baleares, y el denominado M-134, un círculo a dos millas de radio a un distancia de cuatro millas de Cartagena. Los tres restantes están en el Atlántico: el llamado E-133, un área cuadrangular a siete millas de Cádiz; el E-132, a 30 millas de Cádiz y el C-136, un círculo de tres millas de radio a 13,5 millas al este del faro de la Isleta, en Gran Canaria.

Muchas municiones que todavía hoy permanecen en el fondo del mar fueron a parar a cientos de metros de profundidad después de la Segunda Guerra Mundial, pero los registros no se guardaron o fueron destruidos y en otros casos se carece de datos precisos, según explicaciones del subsecretario de la Comisión Ospar -órgano integrado por representantes de 15 países encargado de la protección de los ecosistemas marinos del Atlántico Nordeste-, el británico John Mouat, citado por la publicación científica Materia. Los datos más imprecisos son los relativos a dos de estos depósitos -el F-130 de Ferrol y el E-132 de Cádiz-, sobre los que tan solo tienen constancia como dos simples puntos en un mapa.

Según Mouat, los obuses, minas y granadas almacenadas en el océano todavía suponen riesgo para la población si son arrastrados por las olas hacia las playas y para pescadores y trabajadores de operaciones de dragado. En 2005, tres pescadores holandeses murieron por la explosión de una bomba de la Segunda Guerra Mundial que se enganchó a sus redes a unos 100 kilómetros de la costa.

Las explosiones también amenazan la fauna marina por la liberación de contaminantes peligrosos y por el sonido. Estudios realizados por Ospar citan la muerte de marsopas a cuatro kilómetros de una explosión e incluso de mamíferos marinos con daños permanentes en los oídos a 30 kilómetros de distancia. Además muchos de los componentes de este armamento de guerra -materiales pesados como plomo, antimonio, zinc o cobre; explosivos como trinitrotolueno, nitroglicerina o RDX y compuestos químicos utilizados para la propulsión- son "nocivos" para el medio ambiente.

Buceadores de las zonas de Ferrol y A Coruña desconocen la existencia de este vertedero submarino, situado a cientos de metros de profundidad. Cabe recordar que los buzos recreativos pueden bajar hasta 40 metros con botellas de oxígeno y los profesionales provistos con equipos especiales pueden alcanzar los 200 metros. Buceadores consultados por este periódico consideran que si el depósito del Ejército en Ferrol está profundo no supone impacto ambiental alguno y es "muy poco probable" que las corrientes arrastren ese material a la costa. "Es más fácil que esta munición la saque a flote algún arrastrero con las redes que llegue a tierra por las corrientes", apunta un buzo. En consecuencia, los expertos descartan afección alguna para los bañistas y los pescadores.

"No existe ninguna constancia de que este tipo de material haya llegado a costa", aseguran desde el Ministerio de Defensa.

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