23 de julio de 1914
Austria acusa a Serbia de que en su territorio se había fraguado el complot, y le envió un ultimátum tan humillante que Serbia no pudo aceptarle en su totalidad y surgió la guerra.
El Gobierno de Viena acusa a Serbia de ser la responsable del complot y exige que asuma su culpa mediante publicación en el Diario Oficinal, reconociendo que su conducta hacia Austria-Hungría no fue correcta y que el Ejército serbio se da por enterado. Asimismo, Belgrado debería disolver la asociación Narodna Obrana y demás que hagan propaganda contra el Imperio; destituir a los empleados y oficiales antiimperiales; a permitir la acción de la Policía de Austria-Hungría sobre el territorio de Serbia para detener a los responsables y la inmediata encarcelación de ciertos oficiales identificados con nombres y apellidos.
Belgrado tan solo tiene 48 horas para contestar a este ultimátum que causó verdadera consternación en toda Europa.
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