martes, noviembre 18, 2014

Guardia de cine: Haru en el reino de los gatos


Título original: Neko no ongaeshi. Nacionalidad: Japón. Anime/Comedia. Año: 2002. Min: 75. Dirección: Hiroyuki Morita. Studio Ghibli.

A nadie le va a extrañar que este filme no se encuentre en las primeras posiciones del ránking de mejores filmes del estudio Ghibli de animación (aunque, aún así, le han dado un notable). Carece de esa fuerza descarnada en narrativa, poética e imagen, pero aún así, a los que nos gustan los gatos y pasar un buen rato con una trama simple, aunque graciosa y divertida, es una más que razonable opción.

Haru es una adolescente japonesa un tanto torpe y desarreglada. No es un caso único en el planeta, ya que en ocasiones nos podemos sentir identificados con ella o, si no es el caso, haber conocido a alguien muy similar.

Un día, Haru salva a un gato que cruzaba la calle de ser atropellado por un camión, y lo gracioso del tema es que lo hace con un palo de lacrosse. Ya en la acera, reponiéndose del esfuerzo, la impresión y la adrenalina, la muchacha se encuentra con que el felino al que acaba de salvar el pellejo le da las gracias a la japonesa. Es entonces cuando la locura se desata en la vida de Haru, sobre todo cuando se van sucediendo algunas de las escenas más tronchantes del filme, destacando la del cortejo del rey gato, quien viene a darle las gracias en persona, porque aquel incauto, que casi acaba con un tatuaje permanente de marcas de rodadura de una rueda de camión, es su hijo, todo un príncipe.

Haru es perseguida desde entonces por una miríada de gatos que le agasajan con ratones, le "solucionan" los problemas de su existencia, etc., Incluso insisten en que haga una visita al reino de los gatos donde uno parece estarse todo el día a la bartola. Sin embargo, ese interés viene acompañado del deseo de que la humana se convierta en felino y contraiga matrimonio con el príncipe auxiliado. No todo pinta tan bien, y alguien se preocupa por Haru, quien la insta a acudir a la Oficina de Asuntos Gatunos, donde será recibida por una serie de peculiares personajes.

Aunque sigue la guasa, la estancia dentro de los dominios del reino de los gatos pierde algo de intensidad y se aprecia una alarmante necesidad en la trama de tomar prestados elementos prestados de otros filmes del estudio e, incluso, a otros de temática fantástica cuyos títulos no voy a desvelar. Elementos que también serán empleados en filmes posteriores a la producción de éste al que dedicamos estas palabras.

Un tanto floja en su tercio final, no deja de ser una bonita fábula provista de una moraleja nada velada: que cada uno de nosotros tiene aprenda a vivir y a asumir sus responsabilidades. Y, mientras tomamos nota de la lección, nos estamos partiendo de la risa. ¿Qué hay mejor?

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