El nombre de Camilla Läckberg es de sobra conocido entre las paredes de mi casa, tanto es así que hubo cierta algarabía o expectación a la hora de visionar esta producción sueca, la cual ha tenido el acierto de centrarse en tramas y eventos posteriores a los ya tratados en la serie de novelas.*1
Mientras que yo esperaba ver un desarrollo de las historias más cercano al original, mi hermana ha degustado más la serie pues ella creía que las novelas iban a tener el mismo ritmo y modo de presentación que estos capítulos para la televisión. Para gustos, los colores y no me estoy refiriendo a cierto vestido que hace unas semanas fue trending topic, venciendo, una vez más, lo pueril a lo realmente importante.
La pega que le podría poner a la serie es que aquí la labor policial —por parte exclusiva de los policías de Tanunshede, ridículamente reducidos a una dotación de tres personas (salvo por alguna "sombra") y en una comisaría un tanto (demasiado) rural respecto a lo que yo me había imaginado—, queda soterrada a la hora de esclarecer los crímenes, dando mayor protagonismo a Erica Falck, que pasa a convertirse en una especie de jovencísima Miss Marple que ha confundido St. Mary Mead con un puerto pesquero sueco.
Por otro lado, y en lo que hubo quórum al respecto, es que los actores escogidos no nos parecen acertados; no guardan un parecido físico, ni de lejos, con los protagonistas de la saga literaria, por muy bien que interpreten su papel. Salvo en el caso de Mellberg, no somos capaces de encajar a las personas que habíamos imaginado en la piel de estos Erika, Pätrik, Paula, etc. Respecto a la primera, aún sigo buscándole sus bucles rubios de diosa nórdica y sus michelines, otro tanto con su señor marido, que ha ocultado su barriga “de casado” tras una “tableta de chocolate”. Simples cuestiones de casting, supongo.
Detalles superfluos aparte, las nuevas historias presentadas con esta serie son dignas de la saga de la que es autora Camilla Läckberg, siguiendo el mismo esquema de entrelazar una trama del presente con un hecho, delictivo o no, de un pasado no necesariamente cercano. La nota principal es ese goteo constante sobre nuestras cabezas, una lluvia gris y triste, que se cuela y baja por los canalones, calándonos hasta los huesos, hasta caer a la tierra y formar un suelo embarrado y cruel. Aunque no sean tramas espectaculares (igual que en los libros), el guión en sí golpea al espectador a un nivel más profundo de su consciencia, apelando a los sentimientos y no estancándose en trivialidades o en calentones como se pueden encontrar en productos de ficción “negra” de rápido consumo.
Te deja en la retina una pátina muy agria, tanto como la vida misma. La acción vil de un individuo puede torcer todo lo que crece a su alrededor, llegando las consecuencias a límites insospechados, tanto como para condicionar a todo un pueblo. Un poso de regusto amargo del que cuesta deshacerse.
Otro punto a favor es que no resulta necesario haber tenido un contacto previo con las novelas para comprender el microcosmos de un pueblo (varios en realidad) en el que sus vecinos “han cogido la manía de matarse los unos a los otros”. También se ha sabido imprimir su característico y normal devenir de los personajes como personas normales, humanos hasta la desesperación, muy alejado de esos “superpersonajes” tan “maravillosos” de ciertas sagas o franquicias a los que solo les falta saber volar porque ya no pueden más de los guays que son, algo que provoca risa cuando no vergüenza ajena, pero que venden como rosquillas.
Todo esto es algo que se ha sabido transmitir a la pantalla. Un producto digno del que esperamos que pronto podamos ver las nuevas entregas.
1*Aunque nos podemos confundir, son cinco capítulos, siendo ese "sexto" una película que adapta la novela "Las huellas imborrables".
Por lo visto, serán dos temporadas con un total de diez capítulos y dos largometrajes.
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