Secretos y más secretos sobre los que se teje la tupida y prieta tela de araña de las relaciones personales. Secretos que, para algunos, son unos parásitos que engordan bajo la superficie de unos rostros límpidos; secretos que, para otros, no son más que simples molestias con las que se puede vivir con total normalidad.
Secretos que ponen a prueba la confianza mutua.
Secretos que ponen a prueba la confianza mutua.
De tan criptográfica forma podríamos resumir la serie “The Honourable Woman”, producción televisiva británica que ya menté en su momento al dejarme bastante impactado su primer capítulo; y a la que ahora dedicaré su pertinente recensión al haber dado fin a su visionado. Podría dedicarme largo y tendido a desgranar la compleja maraña familiar de los Stein, a la que pertenece la honorable protagonista, Nessa, y quien abre la serie con su nombramiento como baronet en reconocimiento no solo por dirigir una de las más importantes empresas de Gran Bretaña, sino también por haberle dado un giro radical a la misma: de ser proveedor de armamento para el ejército israelí a buscar una solución pacífica al eterno conflicto de Palestina mediante una red de comunicaciones. Podría dedicarle tiempo a Ephra Stein y su matrimonio, así como a su relación con la enigmática Atika; pero todo sería una pérdida de tiempo, ya que eliminaría así cualquier necesidad de ver la serie a aquellos que aún no os hayáis asomado a la misma, aunque es posible que mis siguientes palabras os desanimen a ello.
Me hice muchas esperanzas con esta serie, pero al final, una vez resuelto el misterio, que no era para tanto, es una producción prescindible en mi videoteca, cuya moraleja es que el conflicto palestino-israelí nunca se resolverá por mucho que muchos lo intenten pues, en el fondo, a nadie interesa.
La producción en sí desprende cierto aroma al John le Carré de los años 80, con unos personajes que hacen su vida y en la que entran los Servicios secretos para “jugar” con ellos otra partida; y poco más podría comentarse ya que, a pesar de sus puntos, comienza a flojear casi al instante, dejándome bastante decepcionado. La simpleza de algunos elementos argumentales, unido a un plan maestro bastante variable, por no decir que de extraña factura y mecanismo, describen en el telar un producto un tanto difuso; un puzle al que le faltan piezas o están descoloridas, no sabiéndose dónde van.
Quizá lo que más me ha disgustado sea que la protagonista se esté riendo de todo a cada instante. Supongo que muchas veces es “reír por no llorar”, pero en ciertas escenas su actitud no deja de ser embarazosa y prescindible, restándole credibilidad como personaje central. Y he de añadir que ese guión bien hilado a base de diálogos que me gustó durante el primer capítulo termina convirtiéndose en una especie de esperpento, pues toda conversación seria que mantienen los personajes siempre muta en una especie de competición para ver quién de todos ellos logra saturar y destrozar el medidor de sarcasmos del Dr. Frink (véase Capítulo “They Saved Lisa’s Brain”, nº 225, Temporada 10, de la serie “Los Simpsons”). Un poco está bien, pero tanto ya…
En fin: una decepción, al menos, para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario