martes, julio 14, 2015

Guardia de cine: Reseña a "The Imitation Game (Descifrando Enigma)"

Título original: “The Imitation Game”. 2014. 114 minutos. Color. Dirección a cargo de Morten Tyldum. Guión de Graham Moore y Andrew Hodges. Elenco: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Matthew Goode

Ya me pronuncié en su momento, y de forma categórica, que el simple motivo de que el nombre de Benedict Cumberbacht se cuele entre el elenco de actores de cualquier obra es razón más que suficiente para visionarla obligatoriamente, sin excusas. Puede que la película o serie sea mejor o peor, entretenida o aburrida, profunda o superficial, pero Cumberbacht nunca decepciona.

Tarde o temprano tocaría hablar de la cinta por la que fue nominado al Oscar 2015 como mejor actor principal: por lo que hoy toca reseñar “The Imitation Game”, biopic excelentemente trazado sobre la figura del brillante matemático británico Alan Turing, creador de la informática moderna y de una máquina capaz de romper los códigos de la Enigma nazi.

El guión despedaza la acción en tres líneas que se entrecruzan de forma hábil, sin marear al espectador (algo que es de agradecer), entre la adolescencia del propio Turing, su labor en Bletchley Park durante la segunda guerra mundial y el momento en el que su homosexualidad hundirá para siempre a un héroe silenciado, como todos aquellos que trabajaron para el MI6 durante aquellos oscuros días; todo ello para mostrar un mosaico que explique en profundidad humana quién era Alan Turing. Como hilo conductor se fijará su propia confesión ante la policía, que encumbrará al protagonista en narrador. Así es como se nos presenta a un personaje un tanto autista, incapaz de entablar relaciones en un mundo violento y un auténtico genio desde el punto matemático; pero también a aquellos que le ayudaron a construir a Christopher, aunque, bien es cierto que, su aparición como secundarios lo es aún más ante la presencia de Cumberbacht.

Mereciendo el respectivo apunte, la interpretación de Keira Knightley fue tachada como de simplona en el mejor de los casos por muchos entendidos, algo con lo que no coincido; y creo que sus nominaciones me respaldan. Aún siendo consciente de que las simpatías que despierta esta señorita en mi persona pueden nublar mi escaso juicio, creo que la forma en la que ha llevado su papel era el correcto, trayendo a la vida a una chica de pueblo, inteligente, tímida y menospreciada; una persona normal en tiempos extraordinarios, como fueron los que les tocaron vivir a aquellos hombres y mujeres. No todo son grandes declamaciones a los cuatro vientos.

Sin mostrarnos nada que no hayamos visto antes, la película trata de sentar al público en un mundo en guerra muy diferente: el de los rompedores de códigos, aquellos que luchan contra el tiempo, como bien se dice en la cinta, y que terminan asumiendo el rol de dioses de las sagas épicas que, desde Bletchley Park, como si de un monte Olimpo se tratara, ayudaban o no a los humanos. 

Se van encontrando guiños y referencias culturales y sociales que ahora provocan cierta risa vergonzosa, pero que es lo que había, y no se ralentiza la historia, que es una carrera en la que te hace saltar e ir tras los protagonistas a reprogramar la máquina cuando parecen haber dado con la solución.

Es una historia real que, sin pretenderlo, se convierte en un auténtico thriller en el que la manipulación, algo tan propio del río de la vida, tuerce esa trenza argumental. Una magnífica película por la que me causa indignación, cuando no horror, que, ante el dédalo de nominaciones a diferentes premios, haya obtenido tan escaso rédito de estatuillas. No es la primera que sufre tales contratiempos, ni será la última, aunque bien es cierto que le tocó pelear en un fértil año para las producciones cinematográficas de calidad.

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