martes, septiembre 29, 2015

Guardia de cómic: Reseña a “the Forty-niners”, precuela de “Top Ten”

Contraje de muy buena gana la deuda de escribir la presente reseña cuando os hablé de The Forty-niners al “destripar” el tochote que compila los capítulos 1-12 de Top Ten. Dediqué, aquel entonces, no pocas líneas a esta precuela, por lo que no iba a consentir que no supierais nada más de ella.

The Forty-niners nos traslada a una Neópolis en plena construcción. Es 1949 y el gobierno de los Estados Unidos está desesperado por reubicar en algún punto indeterminado del territorio nacional a tanto cientihéroe, monstruo, robot, nazi desertor y extraterrestre, pero la nueva ciudad es una burbujeante olla que amenaza con levantar violentamente su tapa y desparramarse sobre los fogones. Por ello no provocan sorpresa alguna los rumores que condenan al proyecto a una lenta muerte de hormigón armado recalentado al sol del medio Oeste y a la podredumbre del abandono. Pero hay gente que cree en Neópolis (a pesar de todo).

En uno de los trenes que hacen su parada en la nueva e inquietante ciudad, comparten vagón cuatro elementos muy característicos: Steven Traynor, alias Jetlad (sí, el capitán de Top Ten en 1999), héroe de guerra y exoficial de las Fuerzas aéreas que aún no ha alcanzado la mayoría de edad; Leni Muller, cientiheroína alemana que desertó en 1943 y que es conocida como Lufthexe (o Skywitch); un vampiro húngaro bastante grosero y un robot soldado de limitada capacidad lingüística que combatió en Okinawa (estos dos últimos son un sutil guiño del guionista respecto a lo que acontecerá más adelante en el cómic).

Con Steven y Leni recorreremos algunas calles de una ciudad que es un avispero de capas y antifaces, pero con un gustillo a los años ’40 muy atractivo que Gene Ha ha sabido captar tan a su manera; y nos choca que el guión no acerque a Jetlad al departamento de policía de Neópolis, donde lo “conocimos”, sino a la propia Skywitch, quien consigue una placa sin problema y alivia su temor a tener que trabajar en clubes nocturnos como la chica guapa que ocupa el centro del escenario, teniendo por único compañero a un pringoso micrófono, y que canta y canta sin que nadie se digne en escucharla.

Una vez que Steven y Leni se establecen en Neópolis, el guión se divide en tres tramas insuficientemente desarrolladas. La primera está relacionada con los nazis que construyen la ciudad y tiene una resolución un tanto pobre, pues pide mucho más; la segunda se vincula a la mafia vampírica húngara, quizá la mejor de todas por ser más del estilo de Top Ten; y la tercera realiza turbadores vuelos, como si de un buitre se tratara, sobre un extraño odio racial y a cómo podemos convertirnos justo en aquello contra la que hemos luchado arriesgando la vida (tampoco es muy para allá).

El problema del guión ha sido el condensar las tres tramas en un formato muy limitado de páginas. Por supuesto, tiene muchísimas cosas buenas, pero no se disfruta tanto como el Top Ten original, en la que toda la “temporada” es para resolver  un caso grande, distrayéndose los personajes con pequeños “divertimentos” de vez en cuando.

Queriendo enlazar el final de la última escena de la primera “temporada” de Top Ten, esta precuela ha querido narrar más el inicio de la historia de amor entre Jetlad y Wulf que las líneas principales, quizás excesivas en número y metidas con calzador entre tan pocas páginas (aunque sean tranquilamente 100 hojas).

Aun así, con todos sus defectos, es una obra para divertirse y disfrutar.

AMERICA’S BEST CÓMICS
NORMA EDITORIAL
2007
ISBN: 978-84-9814-970-8

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