martes, octubre 27, 2015

Guardia de cine: reseña a “Midnight in Paris”, de Woody Allen

Título original: Midnight in Paris. Año 2011. Nacionalidad: España-Francia-USA. Duración: 94 min. Color. Dirección: Woody Allen. Guión: Woody Allen. Elenco: Owen Wilson, Rachel McAdams, Kathy Bates, Marion Cotillard.

Bella fábula la que nos propone el cineasta neoyorquino Woody Allen con esta película que nos transporta a un París multidimensional, sirviéndose de la simple premisa tan propia a aquellos que nos sentimos desubicados en nuestro Presente, apesadumbrados y superados por la incertidumbre; incluso castrados creativamente y enterrados en el fango del miedo, añorando tiempos que nunca fueron nuestros: tiempos dorados donde sí encajaríamos, donde nos sentiríamos libres. Pero todo esto, que es propio a cualquier ser racional y que forma parte de nuestras fantasías más elaboradas, es el producto lógico de ese refrán o expresión que dice “cualquier tiempo pasado fue mejor”; un pasado idealizado, a pesar de sus miserias, por la única razón de que sabemos cómo terminó; porque es nuestro paraíso o útero materno.

Gil (Owen Wilson) es un escritor y guionista (alter ego de Allen) que viaja a Paris junto con Inez, su prometida. En la capital gala es donde se dará cuenta de lo triste y patética que es su vida yendo cogido del brazo de una novia superficial y unos futuros suegros que le humillan constantemente. Y es que Gil se muestra reticente (y no sin fundamento) a entrar en un mundo de pedantería y narices arrugadas, como si todo lo demás oliera mal, muy propio de nuestros días.

Una noche cualquiera, Gil, con unas copas de más, al sonar la medianoche, presencia algo mágico que transforma París, pues la Ciudad de la Luz regresa a la década de 1920 y a su Generación Perdida: con sus Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Dalí… Y junto a ellos, Gil por fin vivirá y se enamorará de verdad, tanto como para perderle todo el miedo a la muerte.

Visionando la cinta, compartiremos el deseo del protagonista de que el reloj marque la medianoche y podamos huir hasta ese otro mundo, aunque sea por unos instantes; a esa edad dorada de la que, por alguna casualidad cruel, fuimos excluidos y que, aquellos afortunados que la viven no la saben apreciar, pues es su Presente.

Ayuda sobremanera a soportar la película el elenco de actores, aunque Owen Wilson no parezca encajar mucho en un principio, quizá por que le hayamos encasillado en papeles de menos peso. Pero los personajes son atractivos e intensos, y Marion Cotillard como Adriana está adorable o, como dice el propio Gil, embriagadora.

Allen rubrica su obra con la humilde intención de que esta sencilla y maravillosa historia nos sirva de luz o invitación para que aprendamos a encontrar nuestro lugar en los tiempos que nos han tocado en suerte y dejar de lamentarnos.

Puede que ésta sea la película de Allen (de las últimas) que más he disfrutado y que acabe con la marca de “Mis favoritas” en su cubierta.

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