miércoles, noviembre 18, 2015

Las nubes y su formación

Hubo un tiempo en el que un gurú de la publicidad quiso lanzarnos, con el loable fin de vender compresas (nunca sabré porqué hay tantos anuncios de este tipo cuando las mujeres no los necesitan para adquirirlas, pues suponen una molesta necesidad para ellas), la pregunta de «¿a qué huelen las nubes?». Yo siempre lo tuve bien claro: a humedad.

Las nubes son formaciones compuestas por gotas de agua o cristales de hielo que necesitan de uno o varios de los siguientes elementos para existir: calentamiento de la superficie, orografía, masas de aire convergentes y frentes fríos y calientes.

Aún así, para que esas gotas de agua y cristales de hielo estén en suspensión y formen las nubes necesitan de un punto de sustentación que lo constituyen el polvo (tanto propio de la Tierra como cósmico (¿nunca os habéis preguntado cómo es posible que haya tanto polvo por todos lados?) y el polen.

Con el calentamiento se produce la evaporación, convirtiendo el agua de estado líquido a gaseoso al separarse los átomos de oxígeno e hidrógeno. El vapor comienza a condensarse cuando, en la atmósfera, se encuentra con una masa fría. De vapor pasamos de nuevo a líquido (punto de rocío) que se forma alrededor de las partículas de polvo y polen, creando núcleos de condensación.

Según la cantidad de agua que arrastre la masa de aire caliente al ascender a la troposfera formará según qué tipo de nubes.

Mas en concreto, si la masa de aire caliente y húmedo choca contra una montaña (ascenso orográfico), supondrá que el aire ascienda a capas más frías, provocando la formación de nubes horizontales por debajo de los 3 km. de altitud, llamadas estratos. El freno que supone la orografía de la Tierra, retiene los núcleos de condensación, acumulándolos a medida que la masa de aire caliente sortea la montaña.

Los tipos de nube más espectaculares (al menos, para mí) con los cúmulos y los cumulonimbos, que se forman también por debajo de los 3 km. de altitud y que se producen por convección térmica. Son grandes masas que recuerdan al algodón y que pueden traer precipitaciones que cesan en cuanto la nube se divide.

El último tipo de formación de nubes se debe al choque en zonas de contacto entre masas de distinta temperatura y densidad. Así es como tenemos a los nimbostratos (3 km. de altitud), altostratos (entre 3 y 5 km. de altitud) o cirros (12 km de altitud). Los nimbostratos y los altostratos producen, generalmente, lluvia. En cambio, los cirros indican buen tiempo si no se mueven deprisa. Cuando una masa de aire frío que se desplaza, choca contra una masa de aire caliente se forman cumulonimbos.

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