Preciosa representación artística de la diosa Benten a lomos de su marido. |
El antiguo reino del Sol Naciente despertó y alimentó la imaginación y los sueños de grandes navegantes y aventureros. No solo les maravillaba a estos la posibilidad de dar con míticas fuentes de riqueza que describiera (sin haberlas visto jamás) Marco Polo; sino la perspectiva de descubrir una cultura aislada y avanzada, que parecía superar a la china y, por supuesto, a cualquiera de las descubiertas en el Sudeste asiático hasta el momento.
Cuando se restablecieron relaciones diplomáticas y comerciales entre Japón y el resto del planeta, a partir de 1854 y tras más de dos siglos de Sakoku*1, no fueron pocos los antropólogos y cazadores de tesoros inmateriales de Occidente que se alistaron gozosos a la cruzada de descubrir y compartir todos y cada uno de los entresijos de la Historia y la Religión de este esquivo Imperio. Se puede encontrar muchos autores que se dedicaron a esta tarea con ahínco, sobre todo aquellos enamorados de la singular y extraordinaria mitología nipona; pero también otros muchos entendidos que, conforme a su marcada y subjetiva opinión decimonónica y racista de supremacía occidental, tildaron a la tradición del Japón de poco menos que un cuento de viejas al que no había que prestar la más mínima atención, pues tan solo estaba provista de unos mitos pobrísimos y poco desarrollados en comparación, cómo no, con la helena. A estos hombres de amplia cultura y conocimiento del mundo antiguo (algo que no se lo podemos negar, a pesar de todo) se les antojaba ridículo que los nipones contaran con dioses y espíritus para cualquier objeto, momento y situación. Ridículo y digno de burla mientras uno se atusaba los bigotes y sostenía, con desdén ensayado, una copa de coñac.
De la miríada de dioses del Japón observados con microscopio, debemos destacar en nuestro blog a la diosa Benten, que es considerada como divinidad del mar, aunque no estamos muy de acuerdo con tal aceptación; más bien la deberíamos considerar como un ente protector de las gentes que viven en las riberas del mar (aunque, como Kami*2, protege a todo japonés).
Benten, o Benzaiten, es la única fémina que podemos encontrar en el gozoso grupo de las siete deidades de la Buena Fortuna o de la Felicidad (Shichi Fukujin). La podemos comparar, en nuestro acervo cultural mediterráneo, con importantes figuras como Venus (no así con Poseidón) o Mnemosina, la madre de las musas; siendo que, en nuestra tradición cristiana, se la podría identificar con la Virgen del Carmen. Esta divinidad representa, de este modo, a la bondad, el amor, la fertilidad y el agua, pero también a la elocuencia, la música, la literatura y la belleza, pues es madre de quince divinidades que presiden las artes, ciencias y oficios.
Esta diosa, de origen hindú y que toma como referencia a Saraswati (que significa Río Sagrado), arraigó en el acervo religioso nipón gracias al budismo, una de las dos corrientes filosóficas que entraron en el archipiélago a partir del s. VI, modificando el credo original sintoísta. Su representación clásica es la de una mujer joven y bella, a lomos de un dragón blanco, quien es su marido, y que toca un instrumento de cuerda como es la biwa (lo cual comparte con Saraswati). En ocasiones la vemos con ocho brazos, portando en seis de sus manos un objeto o arma como los que siguen a continuación: una espada, un arco con su carcaj, una rueda, una llave y un hacha; siendo, de tal guisa, venerada por los samurái bajo la advocación de Happi Benzaiten.
Grabado que representa a Benten y a Hotei. |
Según las escrituras, es la tercera hija del rey dragón de Munetsuchi (Lago sin corazón, que se haya, según el credo budista, en el centro de la Tierra); y a nivel celestial se le atribuyen acontecimientos astronómicos como son el avistamiento y observación de dos cometas hacia los años de 552 y Diciembre de 593 d. C.*3
Su relación directa con la mar deviene de su propia leyenda*4 y de su cercanía a los ofidios y a los dragones, estos, a su vez, vinculados a ríos y océanos (aunque también la vemos acompañada de tortugas y zorros blancos).
En aquellos tiempos vivía el terrible dragón de Chikubu-shima, que se ocultaba en las profundidades de su cueva subacuática, de la que emergía tan solo para saciar su grosero apetito con la carne de los niños de la población de Kanagawa, en la isla de Enoshima. Benten, apostada en las almenas de su castillo celestial, fue testigo de tales tropelías y decidió intervenir; pero al contrario que se podría esperar en un relato occidental, la buena diosa se compadecía también del dragón, cuyo carácter lo había condenado a la soledad y a ser odiado tanto por hombres como por dioses.
Con buen tino, la diosa Benten fue al encuentro del dragón, a quién se ofreció como esposa para que pusiera fin a tanta matanza. La bestia cayó enamorada de la hermosura, elocuencia y bondad de la deidad, y aplacó su hambre y ferocidad, avergonzándose de los males que había provocado.
Unidos en matrimonio, el dragón acompaña a su amada en todo lo que disponga, siendo su residencia actual la colina tatsu-no-kuchi yama.
En honor a Benten y su marido se levantan tres templos principales en la ribera de las islas de Enoshima, Chikubu e Itsukushima, siendo punto de oración para las gentes del mar; pero donde también se les venera también como deidades del amor con las que hay que tener mucho cuidado, pues Benten, por ejemplo, es benévola, pero también muy celosa.
La festividad en honor a Benzaiten se celebra en lo que sería el solsticio de verano nipón, concretamente en el séptimo día y séptimo mes de su particular año, junto con la del dios Susanoo*5, cuando las estrellas Altair y Vega*6 se encuentran en el cielo. Resulta curioso que la festividad religiosa, con procesión incluida, es muy similar a la que podemos observar en el día de san Roque con su encuentro con la Virgen María y otras tradiciones cristianas.
1* Aislamiento del Japón con respecto al exterior que se dio entre 1638 y 1854.
2*Dios en la mitología y religión shinto.
3*El primero se avisto durante el mes de Junio de 552 en Enoshima, tal y como lo registró el monje Kokei. El segundo, entre los meses de Diciembre de 593 y Enero de 554 en Hiroshima y Osaka, según se recoge en textos como el Genpei Jouiki.
4*Se cree que data de entre los s. VI y VIII, coincidiendo con la entrada de las corrientes budistas y confucionistas en Japón es más, aunque hay quien pone la mano sobre el fuego y da una fecha concreta para el evento que se relata: 31 de Mayo de 552 d.C.
5*Quien sí es la deidad nipona del mar, además de la de las tormentas.
6* El encuentro de las estrellas Altair y Vega corresponden dentro de la mitología nipona a la historia de los dos amantes Shokujo, hija del sol, y Kingen, un recto y honesto pastor que tendía a pastar a sus vacas en los márgenes de la Corriente Celestial (Vía láctea), y quienes tan solo pueden reencontrarse una vez al año.
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