martes, marzo 29, 2016

Guardia de cine: reseña a «Dios mío, pero ¿qué te hemos hecho?»

Título original: «Qu’est-ce qu’on a fait aut, bon Dieu?». 2014. Francia. Color. Min: . Dirección: Philippe de Chauveron. Guión: Philippe de Chauveron y Guy Laurent. Elenco: Christian Clavier, Chantal Lauby, Ary Abittan…

En una Francia multicultural y multirracial, esta comedia se quiso proponer como una especie de botón de muestra, tanto para el interior como para el exterior, sobre la posibilidad de una reconciliación pacífica, de una unión bajo una nación y una identidad, importando bien poco la procedencia y el color de piel. Parte de la situación un tanto exagerada (por ser tremendamente forzada hasta extremos paródicos, aunque con la intención de no dejarse a nadie atrás), en la que las cuatro hijas de un acomodado matrimonio francés de provincias, blanco y católico, contraen nupcias con lo que parece ser un representante de cada una de las ramas de esa multiculturalidad que he referido: un judío, un musulmán de origen argelino y un chino. La hija pequeña, para rizar el rizo, se va a casar (¡por fin!) con un católico, pero resulta que es negro.

Tras terminar el visionado de la cinta que, como era de esperar, cuenta con un final de cuento, con perdices incluidas, la veo como una comedia que se ha tan solo en el intento, algo bien extraño, pues los franceses son expertos en eso de sacarle punta a todo. A pesar de que los diálogos puedan llegar a ser chispeantes, con constantes juegos y chistes (a un ritmo de casi uno por frase de guión), vemos que el guionista se ha dejado coaccionar por algo tan patético como de moda: lo políticamente correcto. No llega, así, si quiera, a terminar la pátina de divertimento sobre el racismo que capea como buenamente puede la ciudadanía francesa. Todo termina siendo poco más que una broma insustancial, y ese miedo guionizado a ofender convierte al fantástico trío de yernos en una comparsa, en mobiliario de atrezo. En la misma onda se mueve la pareja de suegros, condenados a entenderse, pero que acaban siendo dos personajes dolientes pues, al igual que con los yernos, se les podría haber sacado muy más sin que ello afectara a la gran boda francesa.

La línea argumental de la hija pequeña y su futuro marido, además, decrece hasta quedarse en unos garabatos infatiles, al igual que la que le correspondía al resto de féminas del elenco, no digamos ya de la madre de la novia, cuyos giros están muy desequilibrados.

Una diversión de escasa duración en la que, sí, no reiremos, pero con la que acabaremos con la sensación de que no hemos recibido exactamente aquello por lo que hemos pagado.

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