miércoles, abril 13, 2016

Koxinga, pirata y patriota

Ilustración extraída del Taiwan Geki, obra anónima publicada
en 1874, cuyo texto pudo haber sido extraído de la novela histórica
escrita por Kobi Noboru entre los s. XVII y  XVIII.
La ilustración, en japonés, representa a
Koxinga flanqueado por su madre, Tagawa Matsu a
la izquierda, y por su padre, Zheng Zhilong, a la derecha
El historiador inglés Philip Gosse (1879-1959) distinguió en su momento*1  cuatro grandes áreas de estudio del fenómeno de la piratería, referidas a los corsarios berberiscos, los piratas ingleses y vikingos, las bandas piráticas del Oeste y las de los océanos orientales; todas ellas muy conocidas en términos demasiado generales. En nuestro caso, en España, contamos con suficientes crónicas que desgranan cómo nos las vimos y las deseamos con la ralea de la Berbería, las cicatrices provocadas en nuestro territorio por las incursiones nórdicas y la rapiña de los tesoros de las Indias por parte de aquellos que pretendían campar a su anchas en el Caribe; sin embargo, los avatares que nos relacionan con los temibles piratas del Pacífico (ese océano llamado así por la errada creencia de que estaba libre de esta plaga) han quedado casi en el olvido, salvo por dispersos incidentes provocados por corsarios holandeses e ingleses.

Hoy vamos a tratar de enmendar esta execrable molicie patria gracias a la biografía de Zheng Chengong, Koxinga*2, un cruento mendigo del mar que pudo aspirar seriamente a coronarse emperador de la China del s. XVII e, incluso, a gobernar Manila.

La historia de Koxinga da comienzo con las correrías de su padre, Cheng Chih-lung*3, natural de la provincia de Fujian*4  que emigró a la ciudad de Macao, en plena prosperidad por el intercambio de mercaderías con Occidente. En su momento, el padre de Koxinga, debido a sus fuertes vínculos con los mercaderes portugueses, se convirtió al catolicismo, adoptando el nombre de Nicolás Iquon Gaspar; y, gracias a su innata inteligencia, alcanzó gran poder en el tráfico mercantil de la ciudad tratando íntimamente con todos los comerciantes extranjeros. Se llega incluso a aseverar que no había negocio llevado por portugueses, españoles u holandeses en aquel puerto en el que Iquon no metiera el hocico y necesitara de su visto bueno para no torcerse. Sus juncos navegaban por la costa meridional china cargados de sedas y lacas, además de todo lo que pudiera interesar comprar y vender a los portugueses de Macao, a los españoles de las Filipinas, a los holandeses de Batavia y a los habitantes de Formosa.

Como mandarín o algo más, Iquon amasó una fortuna envidiable en sus codeos con los extranjeros, sobre todo con los holandeses, con quienes mantendría una relación de amor-odio. Pero el bueno de Iquon no veía colmada, ni por asomo, su sed de riquezas, por lo que, durante una estancia en el Imperio del Japón*5 —aparte de conocer en la ciudad de Hirado (donde se levantaba en aquel entonces la factoría holandesa) a la que sería su mujer y madre de Koxinga, Tagawa Matsu*6—, decidió dar un giro radical a su vida y apostó fuerte: patrocinaría una flota pirata compuesta por juncos. Por supuesto, no fue una decisión precipitada, sino que se tomó su tiempo tras realizar distintos negocios en las islas niponas y amoldarse a su estilo de vida.

Iquon, una vez de vuelta a China, dio inicio a una larga serie de violentas y exitosas incursiones por toda la costa del país, provocando el desconcierto y el terror entre los habitantes. Las noticias de tales tropelías pronto llegaron a los mismísimos pasillos del palacio imperial. El peligro que representaba Iquon era incuestionable y se discutió cuál era la mejor forma de dar solución al problema, venciendo el partido que abogaba por acercar al bandido a la causa imperial (se consideraron en muy alta estima los servicios que podría prestar Iquon una vez que el país comenzó a sufrir el hostigamiento e invasión por parte de los manchúes o tártaros).

Por decreto imperial, Iquon fue nombrado almirante de la flota de los Ming, pero eso no le provocó sonrojo alguno para continuar ejerciendo la piratería, saqueando ciudades y juncos; llegando a actuar incluso con el beneplácito de la corte cuando mostró gran interés por menoscabar a la todopoderosa Compañía de las Indias Orientales Holandesas.

En el año 1623 nació en Japón el hijo de Iquon, Zheng Chenggong (Cheng Kung a los oídos occidentales) aún sin que el padre de familia hubiera regresado a Fuchow, dispuesto a comprar una flota de juncos con las ganancias de las mercancías que traía consigo. El chico salió inteligente y pronto probaría las mieles de la piratería y del poder; tal es así que su figura llamó la atención al mismo emperador de China, siendo llevado a la corte con quince años y otorgándosele el honor de portar el nombre de Kuo Shing-a

Sin embargo, Iquon quería que su hijo fuera algo mucho más que un simple cortesano y burócrata sometido al capricho de los nobles: quería que el emperador lo adoptase como hijo y lo nombrara príncipe con derechos de sucesión al trono. Por supuesto, el soberano no estaba por la labor de arrodillarse ante el ambicioso pirata, por mucho que ahora vistiera galas de almirante y fuera un aliado indispensable en la campaña contra el invasor manchú. Koxinga no dejaba de ser un mestizo (algo que disgusta mucho en Extremo Oriente para las cuestiones sucesorias), aunque fue nombrado en 1638 xiucai o candidato exitoso para formar parte de la burocracia china. 

Ante tal contratiempo para sus aspiraciones, Iquon, lejos de aceptar la voluntad del emperador, se rebeló de la forma más estúpida. Sabiendo del malestar del almirante chino, los enemigos manchúes concertaron una cita con Iquon y le pusieron sobre la mesa el delicioso fruto de servir a nuevos amos e, incluso, se le ofreció el reino de las provincias meridionales. El cham de los tártaros, ya en la provincia de Fujien, nombra a Iquon general de todas sus fuerzas e investido de la suficiente voluntad y elocuencia como para convencer de "cambiarse de chaqueta" a varios de sus antiguos compañeros oficiales, sirviendo China a los tártaros en bandeja .

Iquon mordió con ganas el alimento envenenado para su desgracia.

Poco tiempo después, sabiendo que el cham de los manchúes iba a regresar a la ciudad de Pekín, Iquon corrió a su encuentro para festejarle y postrarse a sus pies. En la capital, Iquon fue de inmediato apresado, torturado y ejecutado

A la muerte de Iquon, Koxinga, digno hijo de su padre y como si fuera un personaje típico en una película de Quentin Tarantino, se venga a medio de sangre y fuego contra el imperio tártaro. Continuas razzias y el apoyo incondicional de las pocas ciudades libres del dominio del invasor, permitieron a Koxinga, cuya flota pirática se nutría de refugiados de Cantón, golpear sin temor a los verdugos de su padre y sus puertos, quemando o robando cuanto podía y aumentando el número de sus navíos.

Koxinga se convirtió en un verdadero escollo para el nuevo dominio tártaro, llegando a cortar las líneas de suministro y de correspondencia en la costa y derrotando al ejército imperial en cuantiosas y deshonrosas ocasiones. Si Koxinga fue elevado a los altares de los héroes y patriotas, fervorosos defensores del antiguo régimen Ming, no es menos que su afán pirático e, incluso, sádico; según algunas crónicas, firmó sentencias capitales a medio millón de cautivos*7.

Las medidas para frenar a Koxinga fueron prácticamente desesperadas y dirigidas a privar a este terrible pirata de su principal fuente de financiación: se ordenó el desalojo de la costa meridional china hasta doce leguas al interior, el cual se mantuvo a lo largo de siete años en los que Koxinga tan solo pudo poner sus ojos sobre la isla de Formosa*8, donde topó con los holandeses, viejos conocidos de su padre, y a quienes derrotó en la campaña de conquista llevada a cabo entre 1661-62, creando así el reino de Tungning, al sur de Taiwan*9.

El mayor premio que obtuvo Koxinga de esta campaña, sobre todo para humillar a los holandeses, fue el hacer concubina a la hija del misionero neerlandés Antonius Hambroek, quien previamente fue ejecutado. Otras mujeres de la colonia fueron hechas esclavas y vendidas como esposas para las tropas del pirata.

Los holandeses, en respuesta, hicieron todo lo posible para derrotar a Koxinga, por lo que, en el siguiente enfrentamiento con los tártaros —en el que el líder pirata, aún con una desventaja de 1 a 4, fue capaz de poner contra las cuerdas una flota enemiga de ochocientas naves—, las fuerzas neerlandesas cambiaron el signo del combate. 

Tras esta derrota, Koxinga no quiso desesperarse y sí seguir expandiendo sus dominios, a la espera de la siguiente oportunidad. De esta etapa destaca, sin duda alguna, su exigencia de vasallaje al gobernador de Manila*10, don Manrique de Lara, en misiva fechada en Abril de 1662 y entregada por el religioso Victorio Ricci, en la que se amenazaba con la ruina a los españoles si no entregaban la plaza. Suavizando un poco el texto, Koxinga hizo referencia a que era enemigo de los holandeses, lo cual se puede entender como una oferta de alianza, aunque poco apetecible.

Estatua dedicada a Koxinga, levantada en Xiamen (Fujian,
China)
Koxinga advertía cierta debilidad en los españoles de las Filipinas para defender tan extenso territorio y su amenaza de invasión fue la causa del fracaso militar hispano para derrotar a los moros de Mindanao de forma definitiva en el s. XVII. Todas las tropas disponibles fueron acantonadas en Manila, dejando zonas desprovistas de toda presencia militar española, como sucedió en Zamboanga y en las Molucas.

Manrique de Lara respondió a la carta de Koxinga de forma expeditiva: decretó la expulsión de toda la colonia china de Manila, hecho que fue adornado y exagerado por uno de estos exiliados a los pies del pirata y rey en Tainan. Se dice que el soberano ladrón entró en tal cólera, que enfermó y murió al poco tiempo, a los 37 años de edad; muy poético final, por decirlo de alguna forma, pero lo cierto es que padecía malaria y esa y no otra fue la causa de su muerte.

Como sucesor al trono de Tungning ascendió uno de los pocos hijos de Koxinga que seguían con vida, Zheng Jing. Nadie puso en duda que estaba dotado de la suficiente frialdad y sadismo como para seguir con las correrías de su padre, pero le faltaba su arrojo y era un hombre más abocado a las Letras, dando inmediato fin al reinado de terror en la costa meridional de China de Koxinga al jurar lealtad a los emperadores manchúes, sobre todo ante la fuerte alianza entre Pekín y la Compañía holandesa de las Indias Orientales.

En la actualidad Koxinga es considerado un patriota y modelo a seguir por el Partido comunista de la República popular de China, es el héroe nacional de Taiwán y hasta se le venera en templos.





1*En su celebrada obra «Historia de la piratería».

2*Es la adaptación fonética a las lenguas europeas del sobrenombre por el que era conocido este individuo: Kuo Shing-a, que viene a significar algo como Poseedor del nombre imperial.

3*Hemos conservado la forma fonética por la que se refería a esta persona en Occidente, siendo que su nombre correcto es Zheng Zhilong(1604-1641).

4*Philip Gosse indica que Zheng Zhilong era un pobre jornalero que, para sobrevivir, tuvo que abandonar el campo y acudir a Macao, donde trabajaría en una factoría portuguesa. Sin embargo, en una columna que encontramos en el periódico madrileño «El Imparcial», de 6 de Septiembre de 1894, la misma donde se reseña que se hacía llamar también Nicolás Gaspar, se deja caer de que éste individuo era español o, al menos, vinculado con la Corona de las Españas, pues, y citamos literalmente: “Aquel Nicolás Gaspar fue desde entonces el célebre pirata Chin-Chehung, que estuvo a pique de fundar una dinastía española para el trono del Gran Imperio a medio y a dos pasos de impedir el triunfo de la gran invasión tártara que dio a la China su gobierno y dinastías actuales.”

5* Destino al que llegó zarpando en Manila.
  
6*También conocida como Weng-shi, fue hija de Tagawa Shichizaemon, vasallo del dominio de Hirado. Vivió entre los años 1601-1646, dando fin a sus días al cometer suicidio tras ser apresada por fuerzas manchúes.

7* Como siempre, las crónicas pueden ser un tanto exageradas, pero se cuenta que Koxinga, en una ocasión y para desplantar al emperador tártaro, entregó a Pekín cuatro mil soldados prisioneros sin nariz ni orejas (los cuales fueron inmediatamente ejecutados por orden imperial, cercenándoles la cabeza). Incluso llegó a condenar a muerte a su esposa, Dong You, princesa Wu de Chao, y a uno de sus hijos.

8* La isla de Taiwán (Jardín de aguas corrientes) fue descubierta en 1430, según se comenta, por un eunuco chino de nombre Wan-sau-pau, momento a partir del cual se constata que súbditos del emperador celeste se asentaron en tal territorio.

En 1626 los españoles tomaron posesión de la isla, pero en 1634 pasó a manos de los holandeses, quienes fueron expulsados por Koxinga en 1661.

El territorio de Formosa pasó de nuevo a China en 1683, que lo mantuvo con sus más y sus menos hasta que, ya en el s. XX, sirve para la constitución de la República nacionalista de China tras el triunfo del comunista Mao Tse Tung y la fundación de la República popular de China.

Indicar que los japoneses siempre albergaron pretensiones sobre esta isla. Contamos con una primera confrontación en 1620, mismo año en el que parece que llegó un primer navío holandés.

9* Reino de corta vida que se desarrolla entre los años 1661 y 1683. 

10* No era la primera vez que en el palacio de la Gobernación de Manila se recibía una amenaza velada que se superaba con el vasallaje y pago de tributo, pues ya lo intentó el regente retirado del Imperio del Japón Toyotomi Hideyoshi en 1598.

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