lunes, junio 20, 2016

Suma y sigue: «Donde aúllan las colinas»

Hay colecciones de todo tipo: lógicas, venerables, carentes de sentido, meramente infantiles, con un ánimo puramente especulativo o de inocente entretenimiento.

Y hay muchas que se comienzan sin que tengamos la noción, por mínima que sea, de estar en poder de una de tal o cual tipo. En este aspecto, y en lo que se refiere a mi persona, hablo de las que se centran en libros (novelas, ensayos, etc.) debidamente firmados y dedicados por sus respectivos autores. Hace ya un tiempo que traté del tema, exponiendo una concisa relación de títulos acompañados de instantáneas de los trazos inmortalizados en una hoja más allá de la portada.

Llegados, entonces, a este punto: sí. He de sumar un nuevo “compañero” a la lista, pero también he de hacer mención especial al mismo, a través de la presente entrada, pues es la primera vez en la que tengo dos libros del mismo autor con su autógrafo y dedicatoria: Francisco Narla.

La pasada semana tuve la oportunidad de desembarazarme de los aviesos lazos del trabajo y bajar, literalmente, a los fondos de Cronopios para asistir a la presentación en Pontevedra de la última novela de Narla que reza con el título «Donde aúllan las colinas», una historia corta si la comparamos con las anteriores (Assur, Ronin), pero que, en palabras del escritor, ha costado más moldearla desde un punto de vista narrativo y de investigación, pues se centra en un animal y no en una persona: un lobo.

Por supuesto, cuando llegue el momento, os ofrecerá una recensión de la novela al estilo que me caracteriza; una obra que se nutre del acerbo cultural galaico centrado en la figura temida y venerada del lobo, partiendo de una historia relatada al propio Narla al albur de una taza de orujo, y que, con la imaginación de Narla, nos traslada al s. I a. de C.

Por ahora, me contento que el lobo se lleve bien con mi punto de lectura favorito.



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