martes, septiembre 26, 2017

Guardia de cine: reseña a «Ciudad de las estrellas (La, La, Land)»

Título original: «La, La, Land». 2016. USA. Musical. 2 horas y 8 minutos. Dirección: Damien Chazelle. Guionista: Damien Chazelle. Elenco: Ryan Gosling, Emma Stone, Rosemarie DeWitt

La película del año 2016 es un calco barato a un relato del que ya estamos bastante hartos, no despertando emoción alguna aún con todo el acompañamiento musical del que se la quiera dotar

Debido a un exagerado sentimiento de respeto por el trabajo ajeno, soy de aquellos cuya lista de “abandonos” o “inconclusos” no es muy amplia; soy de aquellos que se ruborizan con la simple idea de levantarse y largarse nada más comenzada la representación cuando sabe bien que no merece la pena seguir plantando raíces en el asiento. De algún modo se me espesa la sangre y, por ello, quedo irremediablemente condenado a soportar hasta el último segundo o línea; a no ser que algo extraordinario, un Aquarius de valor y desvergüenza, me libere de las cadenas e imprima velocidad a mis piernas.

El aguantar hasta los títulos de crédito de «La, La, Land» ha supuesto un esfuerzo titánico. «La, La, Land», esa película que, como ya nos viene acostumbrando Hollywod, arrasó en la ceremonia de los Oscar ante un plantel de rivales menesterosamente guarnecidos. De entre lo malo y lo menos malo hay que escoger una opción.

Durante meses estuvieron atosigándonos día y noche con la “película del año”, otro musical, género Guadiana donde lo haya dentro de las obsesiones cíclicas de la Industria norteamericana. Ni las defensas más aguerridas, ni la cera de oídos más espesa, nos libró de los efectos del bombardeo por saturación al que nos sometieron como díscolas ovejitas a las puertas de una sala de cine: hay que visionar «La, La, Land» pues es el “film que enamora”.  

Alto, alto. No nos pasemos de la raya ni nadie intente colarnos gato por liebre con una película que en su salida al mercado del DVD se puso a la venta unos 5 € más barato que el resto de producciones de su misma quinta, y eso que luce una bonita cinta en amarillo con su colección de reconocimientos angelinos.

El galardón de Fotografía está concedido con todas las de la ley y la banda sonora instrumental es preciosa, un canto de amor al jazz; pero los demás premios… Es que había que entregárselos a alguien, ¿verdad? Si Penélope Cruz tiene su estatuilla, Emma Stone debe llevarse la suya cuando ha actuado mil veces mejor en otros tantos títulos. A lo que añado la siguiente cuestión: ¿En serio que no se pudo encontrar en el cásting a una pareja que, al menos,  no desafinara? Pues cuando los tortolitos le dan a los gorgoritos lo único que causan es un maremoto de vergüenza ajena y propia como amante de la música que soy.

La historia en sí es insípida de principio a fin, sin otro color que el de la deliciosa fotografía. Es un calco barato a un relato trillado y que no despierta emoción alguna, aún con acompañamiento musical, bailecitos y esguinces de tobillo. Los primeros diez minutos representaron una dura prueba; aguantar hasta la hora fue como una travesía por el desierto. Acabé llegando al final con la sensación de que había perdido dos horas de mi vida en un estúpido ejercicio de aburrimiento.

Solo felicitar a los de Marketing por haber colado una película mediocre hasta el 90% como una de las imprescindibles dentro de la filmografía moderna norteamericana. Y no sigo pues sería absurdo.

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