Título original: «Birdman (or The Unexepected Virtue of Ignorance)». 2014. Tragicomedia. 1 hora y 59 minutos. Dirección: Alejandro G. Iñarritu. Guión: Alejandro G. Iñarritu y Nicolas Giacobone. Elenco: Michael Keaton, Zach Galifianakis, Edward Norton, Naomi Watts
Un extraño homenaje a lo que se vive entre bambalinas y en la vida de cada persona, como en «Candilejas»
Tomé la disparatada decisión de reseñar todo cuanto estuviera al alcance de mis manos, ojos y oídos cuando me quedó claro que el rumbo de este blog podría ser desigual, inestable, ante lo que se me anunciaba a finales del mes de Julio de 2017: un futuro a corto plazo cargado hasta los topes de incertidumbre y que me hizo temer y replantear el proyecto, centrándolo más en la crítica a películas, libros, compact discs, cómics…, que en cualquier otra cosa.
Esa decisión estaba aún caliente cuando visioné «Birdman» y, durante la primera hora de visionado de esta película, sufrí un ataque de sudores fríos. Un fantasma me inquietaba, pegado a mi espalda, susurrándome frases al oído. No era mi alter ego superheroico, o de pega, sino una pregunta/lamento: «Cielos, ¿cómo demonios voy a reseñar esto?».
Aparte de no enterarme de gran cosa, corriendo tras los personajes por entre los recovecos y pasillos laberínticos del teatro donde se desarrolla la historia, el maldito solo de batería de jazz, el tam-tam de la selva en la mollera de Riggan Thompson, me ponía enfermo; tanto es así que los diálogos se perdían aún con su visceralidad, por no decir que las alucinaciones esquizofrénicas del protagonista me dejaban poco menos que en fuera de juego y en calzoncillos.
Durante la siguiente hora pude centrarme y disfrutar de la película, aunque sin llegar a encajar el instante final. Corregidme si me equivoco (lo hago constantemente), pero la historia coguionizada y dirigida por Iñárritu es una revisión del clásico «Candilejas», de Chaplin, ¿no?, con un Calvero convertido en un actor de los años ’80, perseguido por la sombra de un éxito descompuesto, que busca recuperar su lugar con una apoteosis sobre el escenario, todo ello rodeado de una pléyade de personajes que sueltan excelentes cargas de profundidad. Y que el protagonista sea Michael Keaton, el mejor Batman de la Historia, el de Tim Burton (dejémonos de chorradas a lo Nolan y demás), quien acabó prendido a una llama moribunda al igual que tantos otros actores míticos de Hollywood (léase Jeff Bridges, John Travolta…) y que fue capaz de remontar por casualidad y las tablas firmes bajo los pies tras años a la capa, es un acierto. Riggan Thompson es un personaje que bebe de la biografía del actor que lo interpreta y traslada a éste hasta una época como la actual, en el que ha resurgido con fuerza inusitada el género cinematográfico de superhéroes de cómic (las referencias a lo largo de la cinta son constantes).
La segunda mitad de «Birdman» es excelente, sobre todo cuando Riggan Thompson se enfrenta a la mujer que amenaza con hundirle su incipiente recuperación por medio de su columna. Hay fuerza y un homenaje a lo que se vive entre bambalinas y en la vida de cada persona.
Pero es una película que se necesita Omeprazol para ser digerida. La historia no casa con lo que uno podría esperar con el trailer que se presentó… Y sigo sin entender su escena final. ¡Qué diatriba!
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