martes, febrero 05, 2019

Guardia de literatura: reseña a «Matadero cinco», de Kurt Vonnegut

Serie Biblioteca El Mundo
Medios Estratégicos de Información actual SAT
Traducción: Margarita García de Miró
256 páginas
ISBN: 84-96075-34-6
«Matadero Cinco» es un  libro distinto a todo. A pesar de lo absurdo que puede llegar a ser, es tremendamente lógico y atractivo, manteniendo siempre un buen sabor a la hora de ser leído. Vonnegut es capaz de hablar del trauma de haber sobrevivido al bombardeo de Dresde y de acusar con el dedo firme a los oficiales y a la sociedad norteamericana en lasucesión de flashes espacio-temporales que sufre su protagonista

La segunda guerra mundial ha sido, es y será un terreno fértil para el desarrollo cultural, más si cabe para la Literatura. Es un gotear continuo de títulos que nos derivan a sesudos estudios históricos y antropológicos, novelas de puro entretenimiento o biografías de los distintos agentes participantes, desde aquellos que nos suenan a la fuerza a hombres y mujeres más bien anónimos.

El escritor Kurt Vonnegut se encontraba entre estos últimos y fue uno de los pocos que podría atestiguar de primera mano la destrucción completa de la ciudad de Dresde un 13 de Febrero de 1945, un bombardeo aliado con nula base táctica que segó la vida de 135.000 personas en dos días. Vonnegut, como otros tantos soldados estadounidenses capturados y destinados a la bella urbe germana como batallón de trabajo, siguió respirando por la casualidad de encontrarse refugiado en las cámaras subterráneas del matadero municipal, en el edificio número cinco; y siempre anheló escribir acerca de su experiencia, pero no sabía cómo. Quería huir de la glorificación de los actos heroicos, tan comunes del género, pues allí no se vio nada épico, y del morbo despiadado del aniquilamiento. Quería escribir ante todo una novela antibelicista en la que las miserias humanas coparan todo el protagonismo.

«Matadero cinco» es un título que tanto se encuentra reseñado en blogs de Literatura militar como de ciencia-ficción. Por eso siempre me llamó la atención, aunque para escribir estas notas no me he dejado contaminar por las palabras de otros; por eso es posible que obvie algunos aspectos fundamentales de la narración o incida en otros de menor calado, dedicando tiempo a trivialidades; no lo sé: me limito a aseverar que “éstas” son mis impresiones.

Vonnegut encontró la forma de escribir acerca de su Cruzada de niños introduciéndose a sí mismo y a su camarada de armas Bernard V. O’Hare en la narración, como meros figurantes. El protagonista absoluto es Billy Pilgrim (no sé si un recuerdo real del autor o un personaje ficticio), pues ésta es su “biografía” desde 1930 a 1970, en una sucesión de hechos que muchos han calificado de “circular”, con un centro traumático en sus desventuras como soldado capturado y trasladado a Dresde. Y es que Billy Pilgrim puede viajar en el Tiempo o eso le parece a él; una simple acción como levantarse de noche y tantear para dar con el interruptor de la luz del aseo de la habitación donde disfruta de su luna de miel, puede trasladarlo hasta el hospital del campo de prisioneros o a una convención de ópticos o al accidente de avión del que resultará ser el único superviviente; también al viaje vacacional que hizo con sus padres durante la Gran Depresión; o al zoo de Tralfamadore, un planeta alienígena a dónde es llevado para que sirva como atracción para unos extraños seres con un particular sentido del Tiempo y que dotarán de “lógica” a este libro, cuyas páginas he devorado aún cuando es, con diferencia, el más raro que he leído jamás.

Billy Pilgrim, tras su paso por la guerra, un episodio traumático sin parangón —más si cabe en las palabras de Vonnegut, quien lo hace continuo objeto de burla hasta límites de lo grotesco—, es un hombre de éxito, lo cual puede resultar chocante. Se ha casado con una mujer de la que no está realmente enamorado, pero gracias a su enlace se forrará los bolsillos de dólares y, ya en sus últimos estadios, se convertirá en un eminente conferenciante en materia del fenómeno OVNI. Su concepto como personaje es extraño a la par que atractivo; durante su captura y posterior confinamiento no tiene aspecto de soldado, es más, desde la instrucción no había vuelto a portar un arma hasta que no le queda otra tras el infierno de Dresde. Su aspecto general es patético, de niño que no quiere está allí, pero que no hace nada para evitarlo, pues se le impone la visión tralfamadoriana de que todo ha sido, es y será, como si admiráramos durante toda la vida una única estereotipia panorámica imposible de corregir al carboncillo. Durante la paz, Pilgrim se hará seguidor de un fracasado autor de novelas baratas de ciencia-ficción, que no deja de publicar títulos en editoriales que quiebran a los pocos meses y cuya bibliografía será como un salvavidas que explique su capacidad viajera y su abducción.

Kurt Vonnegut critica en «Matadero cinco» a los altos oficiales que consideran a la tropa como peones sin valor y a las acciones como la de Dresde como necesarias y normales dentro del devenir de una guerra; por ello, quizá, lo mejor sea abandonarse en los brazos de los extraterrestres. Otro tanto hace con la sociedad americana, ajena al conflicto mundial y que salió muy bien parada económicamente hablando, dispuesta a solo engordar.

La obra se abre y se cierra con una narración en primera persona del autor. En su primer capítulo nos relata los obstáculos a los que se enfrentó para llevar a feliz término la novela y firma con el deseo de un mundo mejor para los habitantes de un futuro no tan lejano. 

No es un título de ardua digestión, pero es diferente a todo; una visión única de la vida en un instante que lo abarca todo. Como diría Vonnegut: así es.

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