lunes, enero 04, 2021

Una breve biografía de Ángeles Alvariño

Hoy quisiera traer a las “cubiertas de nuestro buque” la memoria de una mujer admirable, temperamental y con una inteligencia prodigiosa: Ángeles Alvariño, una de las científicas españolas más importantes del s. XX en lo que se refiere a la investigación marina. Hablo de una de las mentes más brillantes en su campo, con más de cien artículos publicados (el primero en 1950, junto con su colega Olegario Rodríguez Martín) y diversos libros de divulgación científica (el primero en 1951, compartiendo autoría igualmente con el mencionado Sr. Rodríguez Martín), además de descubridora de veintidós nuevas especies; quien llegó a trabajar en tres países distintos, adentrándose en los misterios del zooplancton, así como colaborando con aquellos que comenzaban, mediado el siglo, a denunciar la sobreexplotación pesquera, el efecto invernadero y el cambio climático. Una mujer que firmó trabajos que sentaron bases científicas y que fue, entre otras, una de las primeras investigadoras marinas españolas junto a Jimena Quirós Fernández-Tello, Emma Bardán Mateu, María de las Mercedes García López y Encarnación Sánchez (años 1920) y María Jesús del Val Cordón, María Martín Retortillo, María Dolores García Pineda, María Luisa González Sabariegos, Dominica Montequi Harguindey, Carmen García López, Encarnación Miranda García, Teresa Valls y María del Carmen Méndez Isla (posguerra).

Hija del médico Antonio Alvariño Grimaldos y de la pianista María del Carmen González Díaz-Saavedra, Ángeles nació el 3 de octubre de 1916 en Serantes, Ferrol. Formada intelectualmente en su casa, en 1928 ingresó en Bachillerato en el Instituto Concepción Arenal de Ferrol, siendo que, cinco años más tarde, finalizaría sus estudios de Bachillerato elemental y superior en Ciencias y Letras.

A pesar de que su anhelo era seguir los pasos de su padre, éste le cerró las puertas más por amor paternal que por lo que se podría confundir como otra cosa, pues no quería que su hija hiciera frente a los desvelos y sinsabores que suponen tratar las enfermedades. Por ello, en 1934 se trasladó a Madrid para cursar la carrera de Ciencias Naturales, donde tuvo la oportunidad de conocer y conversar con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Federico García Lorca, entre otros.

El estallido de la guerra civil 1936-39 la cogió en su hogar ferrolano. Ángeles aprovechó el parón que supuso la contienda para ahondar en sus estudios de francés e inglés (su currículo llega a indicar que hablaba también alemán y portugués). Terminados los combates, Alvariño completaría sus estudios entre Santiago de Compostela y Madrid, y contrajo nupcias con el capitán de navío Eugenio Leira Manso. De vuelta a Ferrol, comenzó a dar clases y en 1942 dio a luz a la única hija del matrimonio: María de los Ángeles Leira Alvariño.

La pequeña familia se mudó a Madrid al ser Eugenio destinado a la capital en 1948, comenzando la relación de Ángeles con el Instituto Español de Oceanografía (IEO), para el que trabajaría investigando la sardina, el plancton y diversos tipos de animales, obteniendo la beca de la Sección de Biología, la cual conservaría hasta 1952.

Durante su estancia inicial en el IEO, cursó estudios de oceanografía física, química y biológica, así como biología marina y geología.

Una vez agotada la beca, Alvariño dirigió sus intereses hacia la investigación del plancton en el Laboratorio Oceanográfico de Vigo, publicando un artículo que analiza la muerte masiva de peces por las mareas rojas creadas por el fitoplancton.

Ya en 1953, su contribución científica rompió fronteras y obtuvo una beca para el British Council, que le permitiría trabajar durante diez meses en el Laboratorio marino de Plymouth, bajo las directrices del Dr. Frederick S. Russell, y participando de expediciones oceanográficas a bordo de buques de investigación del Reino Unido (las mujeres investigadoras del IEO español no pudieron embarcarse entre 1939 y una fecha que no he podido determinar de la década de 1970).

Ángeles regresó a España en el verano de 1954, al IEO, donde no permanecerá mucho tiempo, pues iniciará los trámites para obtener la beca del programa de intercambio Fulbright del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América para incorporarse en 1956 a la Wood Hole Oceanographic Institution de Massachusetts, dirigida por la oceanógrafa Mary Sears, experta en zooplancton. En su nuevo puesto de trabajo, Ángeles se enfrentó a un trabajo hercúleo de investigación de muestras, pero esto no mermó la pasión de esta mujer por la investigación, tanto que, finalizada la beca, recibió la recomendación de Sears para incorporarse a la Scripps Institution of Oceanography de La Jolla, California, dirigida por Roger Randall Dougan Revelle.

Aunque no lo deseaba, Ángeles tuvo que regresar a España y tuvo un fuerte roce con el director del IEO, que la mandó de cabeza a Vigo al negarse ésta a conferenciar sobre su estancia en los Estados Unidos. No sería el único enfrentamiento que tendría con superiores a lo largo de su carrera.

Volver al laboratorio vigués fue un revés que salvó pidiendo la excedencia en verano de 1957 y cumpliendo todos los trámites burocráticos para el visado a los Estados Unidos y trabajar en la Scripps desde 1958 hasta 1969 (en 1966 obtuvo la ciudadanía estadounidense, un año antes de doctorarse por la Universidad de Madrid con la tesis «Los quetognatos del Atlántico, distribución y notas esenciales de sistemática»). En la Scripps, Ángeles pudo acceder al banco de muestras de plancton y otras especies marinas más grande del mundo, lo cual le permitió profundizar los conocimientos en esta materia y las pesquerías del Pacífico, así como en el fenómeno de El Niño. Las expediciones en las que se embarcó con la Scripps fueron fundamentales, llegando a tomar conciencia de las particularidades del entonces incógnito océano Índico.

Los desencuentros con otros profesionales llevaron a que la Scripps prescindiera de los servicios de Ángeles en 1969, momento que ésta aprovecha para ganar un puesto en el South West Fisheries Center (SWFC), dependiente de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). En el SWFC fue inscrita en el programa Fishery Oceanography, dedicándose al estudio del atún blanco, debiendo dejar de lado al plancton y sus estudios sobre las expediciones oceanográficas españolas, como la de Malaspina.

Durante las décadas de 1970 y 1980, Alvariño realizó tareas como profesora y directora de tesis doctorales en distintas universidades de California, Méjico, Brasil, Hawái, Puerto Rico y la India, hasta que, en 1987, se jubiló, manteniendo despacho y laboratorio en el SWFC a título de científica emérita.

El 29 de mayo de 2005, Ángeles Alvariño falleció diciendo adiós a toda una vida dedicada a la biología marina.


En septiembre de 2012 entró en servicio para el IEO el B/O Ángeles Alvariño, buque oceanográfico de la clase Ramón Margalef, con una eslora de 46,70 m., una manga de 10,50 m. y un calado de 4 m., construido en Vigo, en los astilleros Vigo Armon, siendo amadrinado el día de su botadura (24 de febrero de 2012) por la hija de la investigadora homenajeada, Ángeles Leira Alvariño.

La inversión total en construcción y equipamiento se estima en 20 millones de euros, provenientes del IEO y los fondos FEDER. La clase Ramón Margalef es de diseño y tecnología españoles y se la considera como una nueva generación de buques oceanográficos a nivel europeo, como Clean Ship, por su respeto al medio ambiente (tres motores diesel de 846 kW F480TA-SG y dos motores eléctricos propulsores en tándem de 900 kW Indar/Ingeteam, modelo KN-800-5-b-c, acoplados a dos hélices de paso fijo, cinco palas, de 2.300 mm. de diámetro, a 230 rpm) y su confortabilidad, considerándolo un «buque silencioso». Con un arqueo bruto de 988 gt, alcanza una velocidad máxima de 13 nudos y cuenta con una autonomía de 20 días.

El B/O Ángeles Alvariño cuenta con una tripulación de doce efectivos y capacidad de alojamiento para quince investigadores y técnicos, así como con la tecnología más avanzada para estudiar la geología marina, oceanografía física y química, biología marina, pesquerías y control medioambiental.

Ibercisa suministró cinco maquinillas de investigación pesquera y oceanográfica. A ello debemos sumar un brazo telescópico con una carga de trabajo de una tonelada y una grúa electroarticulada Ferri A2 de 5 toneladas de carga para usos auxiliares de cubiertas en condiciones offshore, entre otros sistemas en cubierta. Dentro del propio navío encontramos ecosondas multihaz Kongsberg y todo tipo de sonares.

A pesar de que los dos clase Ramón Margalef son buques gemelos, el Ángeles Alvariño cuenta con notables mejoras a nivel de investigación científica, así como de diseño interior para uso de tripulación e investigadores, como la ampliación del local de ropas de aguas, dos camarotes dobles a mayores, ampliación del camarote del jefe de campaña, etc.

Las primeras tareas a las que se enfrentó este buque fue la búsqueda de un galeón español hundido en las inmediaciones de las islas Cíes, tras la batalla de Rande, llegando a localizar el pecio del submarino alemán U-134. Entre 2014 y 2015 realizó inspecciones en la Línea de la Concepción, teniendo sus más y sus menos con la policía gibraltareña, quien lo hostigó en varias ocasiones, debiendo acudir la Guardia civil en su auxilio.

En el verano de 2015, el Ángeles Alvariño participó de la recuperación de objetos pertenecientes a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes y en 2016 realizó una expedición para establecer las coordenadas del pecio.

Mientras escribo esta última línea, lo encontramos en el mar Cantábrico, siguiendo con sus investigaciones.

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