Para variar, me tiré las primeras horas de la tarde ocioso total. No tenía nada que hacer, o quizás lo que tenía que hacer lo hice muy rápido. Pueden ser varias las opciones; yo no me quedo con ninguna por ahora. Y como siempre, a última hora viene todo encima mío. De ir viento en popa, navegando a lo orejas de burro, acabo navegando de bolina a duras penas.
Siempre que me mandan buscar algo, mandarlo… yo que sé mas, nunca aparece. Eran las 2040 cuando suena el teléfono y me piden que mande unos escritos de un caso. Es increíble que siempre que buscas algo apuradamente, nunca aparece. Fue como si se hubiera desvanecido en la tormenta que arreciaba fuera. Encontré todo menos lo que quería. Había prometido mandarlo enseguida. Aunque suene estúpido y, tal vez lo sea, era como si estuviera rompiendo un pilar de la entidad donde presto servicio. O, mejor dicho, un pilar dentro de mí y es que ya han puesto demasiadas veces en tela de juicio mi profesionalidad por cosas triviales gente ajena a mis compañeros.
Esto, conjugado con la hora que era, me golpeó en la mente. Y es que no es la primera vez que me ocurre. ¿Cuantos días estuvo desaparecido aquel expediente dichoso con carpeta amarilla? O, ¿qué fue de… muchas cosas mas?
En esos momentos me siento un completo incompetente, sin saber como responder a la orden de zafarrancho. Acabo enfadado con todo.
Al final, lo dejé por imposible y me fui a casa, maquinando el plan para el día siguiente. Suerte que parece que nadie se ha dado cuenta, después de todo.
No pienso caer otra vez, no pienso perder de nuevo mi entereza, mi confianza. Sobre todo la confianza que me han otorgado.
Como diría el Maestro, Una mala tarde la tiene cualquiera. Que eso no te baje la autoestima!
ResponderEliminarPrever para vencer: Clasifica en función de Importancia/Urgencia/Probabilidad
Funciona
;-)