Amistades verdaderas
Un palleiro custodió durante horas el cadáver de un vecino de Gondomar, que murió por causas naturales cuando paseaba; luego lo llevaron a la perrera
(Firma: A. Martínez / J. Lamas | Lugar: gondomar)
Un hombre de 79 años que vivía solo en el municipio pontevedrés de Gondomar, José Rodríguez Ameneiro, falleció ayer por causas naturales mientras caminaba por la cuneta de la carretera que une el centro urbano con la parroquia de Vincios. Durante los últimos años de su vida, su único compañero fue un perro, Fofiño, y ayer el fiel animal no quiso separarse ni un minuto del cadáver de su amigo.
El cuerpo de José Rodríguez fue localizado por un automovilista a primera hora de la tarde en una zona poco transitada por los peatones, ya que se encuentra en un punto intermedio entre Gondomar y Vincios. Los vecinos creen que debía llevar varias horas tendido en el suelo, puesto que vieron al hombre marcharse a primera hora de la mañana y entonces dijo que se dirigía a la parada del autobús.
Hasta la parada
Fofiño salió disparado detrás de él. Siempre lo seguía a todas partes. Cuando José tenía que coger un autobús, el animal lo acompañaba hasta la parada y después volvía sobre sus pasos hasta su casa en el barrio de Regodagua, en la parroquia de Chaín.
Y ayer, cuando su amo se vino abajo, el palleiro no se separó ni un metro de él. Permaneció durante horas, tal vez esperando a que se levantara.
Sobre las cuatro de la tarde, miembros de la Guardia Civil y la Policía Local de Gondomar llegaron al lugar donde apareció el cadáver. Tras realizar un primer reconocimiento visual se percataron de que no había señales de violencia, por lo que descartaron un atropello. Cubrieron con una sábana el cuerpo sin vida del jubilado y allí siguió el can, acurrucado junto a él.
Una médico forense acudió poco más tarde para certificar la muerte del hombre y poder así conducirlo a un centro hospitalario, donde se le practicaría la autopsia. Pero al llegar el momento del traslado, los agentes no supieron qué hacer con el fiel compañero de José Rodríguez, el animal con el que compartió sus últimos minutos de vida.
Aviso al lacero
Fofiño acabó el día en la perrera municipal. La policía avisó al lacero, que se encargó de acudir a recogerlo. Su verdadero dueño, el vecino de la casa de al lado, fue después a recuperarlo.
Fofiño era el único amigo de José. Llevaba viviendo mucho tiempo solo en Gondomar, y eso gracias a que unos vecinos le prestaron un lugar bajo techo. «Era una buena persona, como de la familia, nos ayudaba en todo», recordaba ayer José Carlos Lorenzo, tras conocer la noticia.
Ahora don José ya no volverá a pasear con Fofiño. Ayer el chucho aportó el mejor ejemplo de que la fidelidad canina hacia los seres humanos no tiene límites: para que tomen nota todas aquellas personas que, al llegar la temporada de verano, dejan abandonadas a sus mascotas para irse de vacaciones.
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