miércoles, septiembre 26, 2007

26 de Septiembre de 2007

LA VOZ - FERROL

La F-103 regresa sin acabar unas maniobras de la OTAN en Escocia tras chocar con el fondo marino

Autor:
La Voz
Fecha de publicación:
26/9/2007
La F-103 Blas de Lezo regresa a Ferrol tras su sufrir un accidente durante su participación en los ejercicios Neptune Warrior , que se desarrollan frente a la costa de Escocia. Según comunicaron ayer fuentes de la Armada, el buque sufrió el percance durante la madrugada del pasado día 25, cuando navegaba en las inmediaciones del banco Sgeir Inoe, en la costa del Reino Unido.

Las mismas fuentes señalaron que no se han producido daños personales y que el personal a bordo del buque está examinando en detalle los desperfectos causados por la colisión. Está previsto que el barco llegue de vuelta a su base en el Arsenal de Ferrol en las últimas horas del próximo día 28, un día antes de que finalizasen los ejercicios en los que participaba. Pese a todo, inicialmente el regreso de la F-103 a Ferrol no estaba previsto hasta primeros de octubre.

La F-103 zarpó el pasado 12 de septiembre rumbo a Escocia con cerca de 200 tripulantes a bordo para participar en los ejercicios de la OTAN Neptune Warrior 072. El buque transportaba, aparte de su dotación habitual, a un equipo operativo de seguridad del Tercio Norte de Infantería de Marina, que están compuestos habitualmente por diez hombres, y una unidad aérea destinada a operar y mantener el helicóptero embarcado en el navío.

Los ejercicios Neptune Warrior dependen de la OTAN y reúnen habitualmente a unidades pertenecientes a países de la alianza atlántica y de naciones invitadas a los mismos. En algunas de las últimas ediciones han llegado a reunirse más de 40 buques y 50 aeronaves de diferentes armadas, aunque la presencia más importante suele corresponder a la del Reino Unido y a la estadounidense.

En las últimas ediciones del ejercicio se ensayaron maniobras vinculadas, según la web de la marina británica, a «misiones humanitarias». Hasta este año se celebraban tres Neptune Warrior al año, las protestas de los ecologistas escoceses han llevado a las autoridades del Reino Unido ha reducir a dos las ediciones anuales desde el próximo 2008.

EL PAÍS

La Armada niega a un cabo el permiso por su boda con una transexual

El marino denuncia a sus superiores y pide la baja para recibir tratamiento psiquiátrico

MARÍA PAMPÍN - Santiago - 26/09/2007

"No tenemos derecho a ejercer nuestros derechos". Naima Pedreiras, una transexual casada con un cabo de la Marina, Pedro, denuncia que a su marido le negaron el permiso por matrimonio por no tener "una boda normal". El acoso laboral al que fue sometido, argumenta, lo condujo a una baja por depresión. Los hechos fueron denunciados, pero Pedro sólo quiere que le concedan un traslado forzoso para abandonar su puesto en Ferrol.

El permiso de 15 días por matrimonio se convirtió para Pedro Rodríguez en una baja por depresión y la presentación de una denuncia por acoso laboral en la capitanía de Ferrol. Este cabo de la Marina se casó el pasado mes de julio con Naima Pedreiras, una transexual gallega, lo que a su capitán de intendencia no le pareció motivo suficiente para un permiso por boda. Naima habla por su marido y cuenta que cuando Pedro se dirigió al capitán para solicitar el permiso éste se negó argumentando que lo suyo no era una boda.

"En los tiempos de Franco ya estarías muerto, rojo maricón", le espetó su superior. Tras la negativa y el tratamiento despectivo llegó la amenaza: "Te voy a tener vigilado", advirtió el capitán de intendencia, siempre según la versión de Naima.

Pedro se vio entonces relevado de sus tareas administrativas en el servicio de repuestos -"que ahora realizan marineros rasos", afirma Naima- para cumplir con el trabajo de los marineros rasos y comenzar a limpiar los almacenes. La vigilancia consistía, dice Naima, en llamarlo constantemente a su despacho para reprenderle con cualquier motivo. Dentro del trabajo tampoco encontró apoyo entre sus compañeros, "estaba despreciado por todos" y sólo puntualmente encontró algún reconocimiento de su injusticia.

La situación condujo a Pedro a una baja por depresión y a necesitar un tratamiento psiquiátrico. Desde el 14 de agosto, su situación está denunciada ante la policía, pero Pedro trató además de conseguir un traslado forzoso por la vía militar, la principal petición del matrimonio para evitar volver a un ambiente de trabajo "hostil". Naima y Pedro reclaman la atención de los partidos políticos, tras obtener la callada por respuesta en sus cartas a los presidentes del Gobierno y la Xunta. "La Armada sigue en los tiempos de Franco", apostilla Naima.

EL PAÍS

Un modelo realista de fuerzas armadas

J. A. R. - Madrid - 26/09/2007

Ése es el objetivo: desarrollar un nuevo modelo realista de profesionalización de las Fuerzas Armadas, para que tengan una dimensión adecuada y los soldados profesionales estén bien pagados y se queden en los ejércitos. Con estos objetivos prioritarios, la política de Defensa para el ejercicio que viene, con una dotación de 8.148 millones de euros, presenta un crecimiento del 5,9% respecto a 2007.

Una cuarta parte de ese dinero, 2.153 millones, se dedicará a inversiones reales, como la compra o modernización de barcos (fragatas F-100, buque de proyección estratégica, otro de aprovisionamiento de combate), aviones (el avión europeo EF-2000 o el A-400M), o misiles (Iris-T, Alad-Taurus o los contracarro Spike).

En este capítulo entran las inversiones para conseguir que la Unidad Militar de Emergencias esté plenamente operativa, tanto en dotación de recursos humanos como de material y equipamiento, a finales del año que viene, de forma que pueda intervenir ante cualquier catástrofe.

ABC

Muere ahogado un médico de guerra que sobrevivió a los Balcanes y Afganistán

A. P F.
MADRID. El comandante médico Arturo Campos Palacios fue el primero en atender a la soldado Idoia Rodríguez tras el atentado que le costó la vida en Afganistán. También fue el mediador para traer de aquellas lejanas tierras a una niña con un gravísimo tumor facial para que fuera operada en España y, previamente había sobrevivido en varias ocasiones a la guerra de los Balcanes. Su suerte, sin embargo, se truncó la pasada semana cuando desapareció en la costa melillense cuando practicaba con unos amigos su afición favorita: la pesca submarina. Ayer se confirmaba su muerte después de ocho días de rastreo, de incertidumbre y de una actuación administrativa que, según denuncia la familia, ha dejado mucho que desear.
Arturo Campos Palacios, de 42 años, casado y con dos hijos, salió el lunes día 17 a practicar, junto con tres amigos, la pesca submarina, en la costa de Melilla. En un momento dado y pese a ser un experto, un «deportista de elite», como lo define su amigo y compañero de inmersiones Julián Sánchez, el comandante médico desapareció de su vista y no volvieron a verlo, ni a él ni a rastro alguno de su equipo de pesca y buceo.
Una semana de angustia
A partir de ese momento, comenzó una semana de angustia para sus allegados. La portavoz de la familia, Miriam Estrada, declaró a ABC que, tras los infructuosos primeros rastreos y al considerar que los medios de búsqueda que se había destinado no eran suficientes, decidió pedir ayuda al Gobierno de Murcia y al ayuntamiento de Cartagena, donde vive la familia del comandante médico, que además estaba destinado en el Hospital Naval de esa ciudad. Ambas instituciones pusieron todos los medios de que disponían a disposición de la familia. Pero la burocracia se cruzaba en su camino. El Gobierno murciano necesitaba una solicitud formal, por parte del delegado del Gobierno o de la autoridad competente en Melilla. Y ahí, según Miriam Estrada, empezó la odisea. La Delegación del Gobierno en Melilla decía que esa petición era competencia de la Capitanía Marítima y Capitanía afirmaba lo contrario. «Estuvieron jugando al ping-pong pasándose la pelota uno a otro», afirma Miriam, hasta que, por fin, el lunes, o sea una semana después hubo relevo en Capitanía y se solicitó la ayuda a Murcia. Demasiado tarde. Ayer fue localizado el cuerpo sin vida del comandante médico en aguas de Marruecos próximas a Melilla. Estaba a unos 40 metros de profundidad entre las rocas de «Los Farallones», a unos 300 metros del lugar donde se había denunciado su desaparición.
El comandante médico intensivista Arturo Campos Palacios había participado en muchas misiones humanitarias, cuenta a ABC Miriam Estrada. «En el conflicto de los Balcanes vivió la famosa retención de Mostar, donde llegaron a permanecer unos diez días dentro de un tanque, por el intenso fuego exterior y la crudeza de los combates. En otra ocasión sobrevivió al estallido de una mina o una granada, aunque resultó herido. Su última misión fue en Afganistán. Justo cuando se produjo el ataque contra el convoy español en el que murió la soldado Idoia Rodríguez. El comandante Campos fue quien recogió el cuerpo de la soldado aunque nada pudo hacer por salvar su vida. Allí también medió para que la niña afgana Kasala Arefe, que padecía un gravísimo cáncer en la cara, pudiera venir a España para ser operada. Pero la enfermedad estaba ya muy avanzada y su padre, Tasali, decidió llevársela Afganistán, donde finalmente la niña murió, rodeada de su familia, que nunca olvidaría el esfuerzo de un médico militar español por salvar la vida de la niña.

ABC
COMO países que en diferentes momentos de la historia hemos tenido que superar graves desencuentros, resulta curioso que ni en los Estados Unidos ni en España nos hayamos molestado en destacar un episodio fundamental de la historia compartida: la importante contribución española a la guerra de Independencia que permitió el nacimiento del nuevo estado.
En Estados Unidos se ha recordado sobre todo el apoyo francés a los rebeldes y, en la mayoría de los libros de historia, se cita nuestra participación en el conflicto como una consecuencia casi accidental del pacto entre las dinastías borbónicas. Sin embargo, como en su momento reconocieron los fundadores de la nueva república, sin el apoyo diplomático, la generosa ayuda financiera y la acción militar de la Corona española, seguramente no hubiese podido triunfar la causa de la independencia americana. Resulta a ese efecto revelador espulgar la correspondencia de George Washington, que aguardaba ansiosamente la entrada abierta de España en el conflicto: «Si consiguiésemos que los Españoles unieran sus flotas a las de Francia e iniciasen las hostilidades -escribía Washington en octubre de 1778- se despejarían todas mis dudas. Si esto no se consigue, me temo que la Armada Británica sea demasiado poderosa para contrarrestar la actuación de Francia».
Cuando España declaró la guerra a Inglaterra en 1779, don Bernardo de Gálvez, gobernador de la Luisiana, expulsó a los ingleses de la cuenca del Mississippi y recuperó las dos Floridas, en una acción militar fulgurante. Aparte del efecto inmediato de inmovilizar en el golfo de México importantes contingentes británicos, la actuación de Gálvez tuvo también efectos indirectos en escenarios bélicos mucho más al norte, contribuyendo al aprovisionamiento de las tropas del general Lee, mandando refuerzos a Patrick Henry, gobernador de Virginia, y enviando también suministros a las fuerzas de George Rogers Clark en Illinois, lo que permitió al ejército continental, apoyado por tropas francesas, lograr la decisiva victoria de Yorktown sobre los ingleses, que se vieron forzados a reconocer la independencia de los colonos rebeldes.
Nuestro embajador en París, el conde de Aranda, ya vaticinaba la difícil situación en que se encontrarían los territorios españoles en la América Septentrional, una vez que nos encontrásemos mano a mano con aquella nueva nación que, como diría el astuto aragonés, «había nacido pigmea, pero pronto se convertiría en un gigante». Ese gigante precoz pronto devoraría los inmensos territorios de la Luisiana y la Florida y se anexionará Texas, poco antes de absorber la mitad del territorio de la nueva República mexicana, que incluía los actuales estados de Nuevo México, Arizona, y California. Casi en los mismos parajes donde durante la época del Reformismo borbónico se erigió una cadena de presidios para defender a los pobladores españoles de los ataques de los «indios bárbaros», hoy se está construyendo una muralla para cerrar el paso de la inmigración ilegal procedente de las repúblicas al sur del Río Grande.
Volviendo a la guerra de Independencia de los Estados Unidos, en el año de 1777 se producen algunos de los hechos decisivos en la evolución del conflicto, como las primeras negociaciones entre el conde de Aranda y Benjamín Franklin en París y la llegada a Portsmouth de la fragata «Amphitrite» con el primer envío hispano-francés significativo de pertrechos militares. Pero el acontecimiento más importante en ese año sería la victoria de Washington en Saratoga sobre las tropas británicas del general Burgoyne, lo que acabaría de convencer a Francia de apoyar abiertamente a los insurgentes, antes de que acabasen de sacudirse el yugo británico.
Pero también fue en 1777 cuando -en plena efervescencia bélica entre Inglaterra y sus colonias y cuando ya resultaba inevitable la guerra con España- apareció en Edimburgo la primera edición de la «Historia de América» de William Robertson, que realizaba un análisis muy desfavorable de la colonización de España en América. El libro fue reeditado y eficazmente divulgado en los Estados Unidos precisamente en los años en que los dominios españoles seguían constituyendo una incómoda barrera a los deseos expansionistas de la nueva nación. Según eminentes hispanistas estadounidenses, como el profesor David Weber, la «Historia de América» de Robertson contribuyó a perpetuar en la historiografía americana los conceptos negativos sobre la colonización española, que ya se habían utilizado en épocas anteriores por las potencias rivales. Curiosamente, esos estereotipos han pervivido en muchos manuales de historia en los Estados Unidos hasta nuestros días, y posiblemente tienen algo que ver en la falta de reconocimiento de un acontecimiento histórico tan importante como la contribución española al nacimiento del país.
Para investigar la compleja trama de ese periodo histórico y las relaciones entre personajes como Aranda y Franklin, Washington y Miralles, John Jay y Floridablanca, a finales de este mes de septiembre se reunirá en la National Portrait Gallery de Washington un grupo de historiadores de España, México, Estados Unidos y Reino Unido que participarán en el simposio titulado: «La contribución española a la Independencia de los EE.UU.: entre la Reforma y la Revolución (1763-1848)». Como importante complemento visual y artístico de ese encuentro académico, la National Portrait Gallery presentará también en sus salas desde septiembre de este año a febrero de 2008 una exposición llamada «Legado: España y los EE.UU. en la era de la Independencia (1763-1848)» donde, más de doscientos años después de esos acontecimientos, se encontrarán bajo el mismo techo los retratos de los Ilustrados españoles y los de los líderes de la nueva nación, protagonistas de un capítulo no suficientemente conocido y de gran trascendencia para la historia común.
Estos acontecimientos culturales han sido propiciados por la Fundación Consejo España-EE.UU. y la Sociedad Estatal para la Acción Cultura Exterior, en colaboración con la National Portrait Gallery, institución especialmente dedicada a preservar las imágenes de quienes han contribuido a la formación de esa nación. Presidirá la inauguración de esos eventos Su Alteza Real la Infanta Doña Elena, descendiente del monarca ilustrado que ayudó a que George Washington se convirtiera en el primer presidente de los Estados Unidos.
EDUARDO GARRIGUES
Escritor y diplomático

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