jueves, febrero 29, 2024

Relación de publicaciones de febrero de 2024


Hola a todos: parece mentira, pero otro mes quemado y sin muchas cosas de las que hablar, más que nada por un artículo dedicado a los cuatro desertores del USS Intrepid, allá en la guerra de Vietnam, y comentar un par de eventos como el lanzamiento de la nueva novela de nuestra compañera de armas Montserrat Claros y el proyecto Reto Astrolabio. Sin olvidarme de un par de columnas sobre mis impresiones al experimentar con la Inteligencia Artificial en los campos de la investigación histórica y del Derecho, así como mi opinión sobre las consecuencias de esta herramienta. Columnas que conformarán una trilogía con la que saldrá publicada el 4 de marzo.

¡Que os aproveche!


Artículos

—«Los Cuatro del Intrepid» https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2024/02/los-cuatro-del-intrepid.html


Avisos

—«Blas de Lezo. Navegando a Gibraltar», la nueva novela de Montserrat Claros Fernández

https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2024/02/blas-de-lezo-navegando-gibraltar-la.html

—Reto Astrolabio https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2024/02/reto-astrolabio.html


Colaboraciones con PontevedraViva (humor)

—«Expertos»  https://www.pontevedraviva.com/humor/expertos-barallamento-javier-yuste-vineta/


Otras reflexiones  (Opinión)

—«La Tierra: el próximo Planeta de los Simios» https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2024/02/la-tierra-el-proximo-planeta-de-los.html

—«Divertidas discrepancias con el Chat GPT» https://navengantedelmardepapel.blogspot.com/2024/02/divertidas-discrepancias-con-el-chat-gpt.html


miércoles, febrero 28, 2024

martes, febrero 27, 2024

lunes, febrero 26, 2024

Divertidas discrepancias con el Chat GPT


El lunes pasado os escribí sobre el abuso de las IA en la creación de ilustraciones y textos, en detrimento de los humanos. Y hoy me gustaría llevar a vuestro conocimiento una anécdota muy curiosa que me ha sucedido mientras jugueteaba con la aplicación Chat GPT. 

Abrí el programa en cuestión, más que nada, animado por la molicie a la hora de completar un artículo cuyo destino puede ser una revista cualquiera en un imaginativo supuesto o, más probablemente, este mismo blog. Durante mi investigación anterior topé con un personaje que me llamó y mucho la atención, un tal Rudolf Erbach, diseñador del primer submarino mercante de la Historia, el U-Deutschland. Pero es que el Sr. Erbach es muy esquivo y poco dadivoso en Internet, y si recurrí a este programa fue por encontrar algo más que unos contados datos extraídos como percebes de una pared de roca digitalizada.

Así que me dije: 

«Mira, vamos a probar esto del Chat GPT, a ver qué sacamos».

Se me ocurrió la siguiente orden: 

«Quiero la biografía del ingeniero naval alemán Rudolf Erbach». 

Tras unos instantes mágicos, el programa me ofreció algo “parecido” a lo que pedí, pues empecé a leer cosas muy raras. Lo cierto es que no coincidían las fechas de nacimiento y de fallecimiento con los datos que ya tenía anotados y contrastados, como tampoco lugar de estudios y profesión

Me pareció harto extraño. Pero lo dejé pasar, sin darle mayor importancia. Me quedé con lo que ya tenía. Sin embargo, triste de mí, había otras personas sobre las que me concernía tratar en el artículo. Así que tiré del hilo con respecto a Paul Konig, el primer comandante del U-Deutschland. Por pura comodidad escribí: 

«Hazme una biografía de Paul Konig, comandante del submarino Deutschland».

Lleno de regocijo, fui viendo como los párrafos se iban atropellando unos a otros, componiendo un texto más que llamativo sobre un tipo que había participado en la IGM como comandante de submarinos en la Marina imperial alemana, comprometiendo gravemente el tráfico mercante aliado; un tipo que, durante el periodo de entreguerras, estuvo en la reserva, pero que con el ascenso del nazismo fue rehabilitado y se la asignó el mando de sumergibles durante la IIGM, conflicto en el que fue capturado por los británicos; un tipo que, tras la rendición de Alemania, sufrió prisión en un campo aliado durante unos años… Y que murió en 1971.

La exclamación estaba asegurada. Como un pez que se traga hasta el plomo, me puse a buscar información más detallada de este señor en cierta base de datos de comandantes de submarinos que hay por ahí.

Entré en la web y, sin hacer uso del índice biográfico, di con el tal Paul Konig. Y sí, comandó submarinos en la IGM, pero murió en 1933, no en 1971, por lo tanto no pudo estar en la IIGM ni haber sido capturado por los británicos. 

Pensé que esta discrepancia se debería a que Paul Konig es un nombre que se antoja bastante común en Alemania, y a que podría existir otro oficial con mismo nombre y apellido… Pero no lo había.

¡Ostras! Esto es una locura. ¿Cómo puede ser que Chat GPT se saque un texto que contradiga datos que incluso vienen de un sitio tan conocido como es la Wikipedia? ¿De dónde obtiene una información tan dispar? Pronto sabría la respuesta. Pero no nos anticipemos.

Con este regusto amargo en el paladar, probé otros nombres. Ya que me he sentido atraído recientemente por la vida y obra de Jona “Klop” von Ustinov, el padre del actor Peter Ustinov, quien fue espía del MI5, volví a caer en la misma trampa: 

«Dame una biografía completa de Jona von Ustinov».

Y vaya… De fechas no acertó ni una. Es más, el Chat GPT creía que Jona era una mujer, llegando al dislate de atribuir a Klop peripecias atribuidas a otros familiares, como su madre.

Muy raro.

Pero seguí trabajando con el Chat GPT, esta vez en otros menesteres, concretamente para este mundo del Derecho al que tengo “tanto aprecio”. Tengo entre manos un asunto del que no soy capaz de encontrar nada potable; ni en la base de datos doctrinales y jurisprudenciales, ni en ningún otro sitio. Por seguir jugando un poco con el programa, le pregunté si se podía hacer tal cosa, y el GPT me responde «¡oh, sí que se puede!, porque la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de fecha tal dice que es esto así y asá».

Y yo en plan… Vale. Genial.

Le vuelvo a chinchar: «¿Puedes decirme más sentencias?»

Y me replica: «Oh, no puedo acceder a bases de datos, porque blablabla», pero insistiéndole, obtuve un mensaje de un tenor parecido al siguiente: «Te puedo dar estas tres sentencias», y me reseña tres resoluciones de dos Tribunales Superiores de Justicia y del Supremo, con fecha, número y un reducido resumen de su contenido. Ufano de mí, me puse a buscarlas en la base de datos que pagamos religiosamente mes a mes pues, con la fecha de la sentencia y el número de la mano, cosa extraña es que no dé uno con su objetivo.

¿Os extrañaría saber que no encontré ni una sola?

No es la primera vez que se detectaría un error sobre el día, mes u año. Pasa en un montón de lugares. Pero, ni corto ni perezoso, le pregunto al GPT: «¿De dónde has sacado estas sentencias, que nos las encuentro?»

A lo que me suelta, de forma tan campante: «Ah, mira, perdona la confusión, pero es que esto era un ejemplo».

Es decir: se las inventó, con órgano emisor, fecha, número de resolución y resumen.

Esto me recordó a una historia que pululó en su día por Internet acerca de un abogado estadounidense que presentó un escrito generado por una IA y que había sido sancionado por negligencia por la simple razón de que había reseñado hasta normativa inexistente. Y con los resultados que he obtenido consultando y jugueteando con el Chat GPT no me extraña lo más mínimo, porque si le pido que me diga si hay una sentencia sobre tal cosa y se la inventa…

Una cosa es que, durante las consultas de las fuentes confundas datos o que éstas se contradigan entre sí. Es algo que sucede en demasiadas ocasiones. Pero es que este programa ha mezclado y ha inventado y me pregunto si esto es en verdad inteligencia.

Habrá quien me discuta que es un programa en sus inicios y todo eso. De acuerdo. Yo, con esto del Derecho estoy muy fogueado con los buscadores de las bases de datos que confunden churras con merinas. Por ejemplo, hará unos 15 años, buscaba resoluciones sobre un determinado arrendamiento urbano y me salían sentencias de etarras: ni coincidía la jurisdicción ni nada. Entonces el buscador sería más torpe y yo también.

Como no, me hace especial gracia que exista gente por ahí vendiendo la moto de que utiliza Chat GPT a fecha presente, así como otras herramientas del estilo, para sus trabajos rutinarios (que así los llaman). Me parto cuando leo en RRSS, como Linkedin, posts escritos no por bocazas de a pie, sino por profesionales del mundo del Derecho e, incluso, de la edición que afirman que echan mano de este programa para liberarse del trabajo repetitivo. Me parto, insisto, cuando me encuentro con abogados que dicen vivir en simbiosis con la IA (siempre según sus palabras), y que le piden un escrito tal, de estos que son dos párrafos pero para los que te tiras un cuarto de hora porque tienes que ir rellenando datos, etc., por mucho sea un copia-pega… Pero, ¿a eso no se le llamaba utilizar libros de formularios? No sé, porque aquí en el despacho siempre ha habido, de toda la vida, vetustos libros de formularios que ahora han sido relegados por las bases digitales de datos, donde se ofrecen decenas de miles de textos actualizados.

Formularios, señores.

Pero si luego estás escribiendo una demanda y le pides a la IA una sentencia porque el tiempo no te da para más, por rellenar con algo, lo que sea, el apartado de fundamentos jurídico materiales (el fondo), con una línea en plan “ex. Sentencia de la Audiencia X, de fecha XXXX”, pero resulta que es una invención… pues quedas como un imbécil.

Esto de sacarse de la chistera resoluciones que nunca vieron la luz es algo que ya se dio en tiempos pretéritos, con abogados protagonizando supuestos de comedia de situación. Se valían de trabajar en una época en la que las recopilaciones jurisprudenciales venían en volúmenes con obesidad mórbida, papel biblia y un tipo de letra que causó más de una ceguera. Por supuesto, sin la posibilidad del atajo Ctrl+F.

Sin embargo, ahora es muy sencillo consultar tal y cual sentencia. Otra cosa son las contradicciones entre las distintas bases de datos, que “habelas, hailas”.

Antes de todo esto, tan solo había utilizado Chat GPT un minuto o dos, por eso de saber qué demonios era eso de lo que todo el mundo habla, y me olvidaba. Y con estos experimentos dedicados a la investigación histórica y a mi profesión, pues me he quedado un poco aplatanado por no decir algo más contundente o culto.

Entiendo yo que para ser considerado inteligente, el GPT debería ser capaz de hacer algo tan básico como, si le pido la biografía de Jona von Ustinov, no confundir el sexo o atribuir al hijo hechos protagonizados por su madre, por sus hermanos o por su hijo.

Le “llamas la atención” a dicho respecto y responde con un «¡Ah! Perdona. Es que mis fuentes puedes estar equivocadas porque mi última actualización es de “noséqué” fecha».

No puede ser. 

En conclusión: que cada uno haga lo que considere más oportuno, utilizando su propia inteligencia o la ajena.


viernes, febrero 23, 2024

miércoles, febrero 21, 2024

martes, febrero 20, 2024

lunes, febrero 19, 2024

La Tierra: el próximo Planeta de los Simios


La ficción que planteó Pierre Boule hace más de medio siglo supuso un hito en el género literario de la ciencia ficción. Aunque las películas que se filmaron se ajustaron a otras inquietudes, lo positivo es que en todas las entregas de esa primera e irregular pentalogía nunca se dejó de valerse de muchos pasajes e ideas de la novela original.

El Planeta de los Simios de Boule no era una Tierra futura en la que la especie humana hubiera sucumbido a los efectos de la guerra termonuclear, involucionado y cediendo su trono a unos simios más evolucionados. En la pesadilla de Boule, la civilización humana del planeta al que arroja a sus protagonistas, Soror, es un anticipo de lo que, en sus más oscuros pensamientos, creía que le sucedería a las generaciones venideras.

Como en tantos y tantos títulos de la ciencia ficción, sus autores se anticipaban por extraños senderos.

Boule pronosticó en aquel lejano año de 1963 la decadencia más atroz para la humanidad. Los habitantes humanos de Soror llegarían a punto de desidia tal que cualquier actividad intelectual, por pobre que fuera, se les haría imposible. El Homo Sapiens se iría agostando en el entretenimiento vacío, incapaz de desarrollar e innovar. Comenzaría su descenso hacia la incivilización, hacia la pérdida del habla y la comunicación. Un retorno a un estado animal.

En la película «Rebelión en el Planeta de los Simios» (1972), los animales, que ya estaban mutando y evolucionando, van sustituyendo a los humanos en multitud de tareas manuales y encontramos gente que protesta por ello porque se están quedando sin trabajo y sin cosas que hacer. Se les permite manifestarse porque las autoridades, que pobremente ocultan su imaginería autoritaria, saben que estos divergentes tienen las de perder ante los beneficios de emplear esta mano de obra barata (como con los inmigrantes ilegales). Y con las inteligencias artificiales estamos ante las puertas de la extirpación de la imaginación propia a favor de una global e inhumana.

En la noche de ayer, Iker Jiménez, en su reflexión final en Cuarto Milenio, nos hablaba de lo inexorable de la tecnología y de la futilidad de aquellos que se oponen a ella. Ponía como ejemplo a Nolan Bushnell, cofundador de Atari, quien ante la irrupción en el mercado de Nintendo, trató de luchar inútilmente contra un monstruo japonés que había dado un salto exponencial en el mercado del entretenimiento digital. 

Todo esto lo decía Jiménez para llegar al tiempo presente, en el que el concepto de IA, tan común en nuestras bocas como desconocido en el fondo de nuestras mentes, está ocupando puestos destacados. Para llegar a las IA y a la reciente polémica que rodeó la publicación de una novela de género histórico, dedicada a Juana de Arco, que fue retirada de las estanterías por las quejas de libreros y asociaciones pues la portada ha sido diseñada por una IA.

Jiménez, en una exposición de la que discrepo, carga con el término “inexorable” desconociendo todas las implicaciones de la irrupción de las IA en el campo del desarrollo intelectual humano.

Cierto es que si no existieran los ordenadores, probablemente yo no estaría escribiendo esto, como tampoco habría escrito el 99% de lo que he publicado en papel y en Internet. Los ordenadores, pieza de decoración habitual en los hogares españoles desde finales del s. XX, sustituyeron a las pesadas y complicadas máquinas de escribir y “democratizaron” la escritura. Pero los ordenadores o, mejor dicho, sus procesadores de texto no dejan de ser herramientas en manos de quien las utiliza: no sustituyen a la persona que se sigue dejando los dedos sobre el teclado.

El problema al que nos enfrentamos con las IA es el instante en el que dejen de ser una herramienta generativa y pasen a sustituir al creador humano. Porque lo que ha sucedido con la dichosa portada es que alguien ha escrito una corta serie de directrices y un programa informático ha creado una imagen que ya sabemos que no es original, sino un puzle de todo lo que ha ido encontrando por Internet. Un alguien que ha escrito esas líneas quien, probablemente, cobre muchísimo menos que un ilustrador.

En un futuro, puede que la IA no necesite ni que le digamos nada para crear y sustituirnos a todos.

¿No existe entonces derecho a mostrar nuestro descontento? 

Yo ya dejé dicho aquí que no entendía a qué venía la inesperada sorpresa de los ilustradores, cuando la IA está creando textos desde hace meses en periódicos y otros lugares sin que a nadie le preocupara. Pero no es la cuestión aquí.

En RRSS como Linkedin, donde tengo alertas activadas para la etiqueta de literatura, recibo a publicaciones de editores, siendo cada vez más común encontrarse con posts de representantes de ciertas editoriales que no tienen reparo o, incluso, ven con buenos ojos que los manuscritos que reciben estén generados por IA, abriendo la veda para que cualquiera se los mande.

Ridículo.

Dichos “editores” defienden el empleo (o abuso) de las IA y ponen, como Jiménez, ejemplos de tiempos pasados. Dicen que cuando se inventó la imprenta, los copistas protestaron, pero la tecnología se impuso, algo que coincide con los argumentos de Jiménez, quien erróneamente incluye en su discurso que alguien utiliza herramientas informáticas para dibujar por ordenador podría ser considerado entonces menos artista. Pero es que aquí estamos hablando de una sustitución directa del ilustrador o creador por una IA que ha recibido quizá dos líneas de directrices.

Si abandonamos la imaginación y nuestra capacidad sobre la hoja en blanco, ya sea con palabras o trazos; si dejamos que la IA nos sustituya en algo tan inherente al ser humano como es su creatividad; si permitimos que la herramienta supere su propio concepto, estaremos dando pasos de gigante hacia un suicidio intelectual.


Lectura de 19 de febrero de 2024 a las 1200 horas

                                                                                                                                                                               



  • Barómetro: 776 (Buen tiempo) 
  • Termómetro: 16º
  • Higrómetro: 78%

viernes, febrero 16, 2024

Lectura de 16 de febrero de 2024 a las 1200 horas

                                                                                                                                                                               



  • Barómetro: 770 (Buen tiempo) 
  • Termómetro: 13º
  • Higrómetro: 90%

jueves, febrero 15, 2024

Lectura de 15 de febrero de 2024 a las 1200 horas

                                                                                                                                                                               



  • Barómetro: 758 (Variable) 
  • Termómetro: 13º
  • Higrómetro: 96%

martes, febrero 13, 2024

Lectura de 13 de febrero de 2024 a las 1200 horas

                                                                                                                                                                               



  • Barómetro: 765 (Variable) 
  • Termómetro: 14º
  • Higrómetro: 94%

lunes, febrero 12, 2024

Reto Astrolabio

Reto Astrolabio

(EP)

En estos tiempos en los que se pueden escuchar barbaridades tales como que en la US Navy se va a dejar de enseñar a los cadetes a navegar por las estrellas, es grato encontrar iniciativas como la de Reto Astrolabio.

Bajo dicha denominación se reúnen un corto número de apasionados del mar que tienen en mente atravesar el océano Atlántico y cubrir 3.000 millas náuticas entre la Isla de la Gomera hasta la isla de la Deseada, en el mar Caribe, a bordo del velero La Peregrina. No parece gran cosa, pero es que la navegación se hará sin sextante y sin cronómetro (que quedarán confinados en un cofre sellado bajo sello notarial y a los que únicamente se les podrá echar la mano en caso de extrema necesidad o urgencia): tan sólo se podrán utilizar instrumentos tales como el astrolabio y la ballestilla, complementados con el olfato marinero de los tripulantes y el comandante durante un viaje que se prevé que durará tres semanas.

Al mando estará Javier Babé, experimentado oficial de la Marina mercante, quien fue el primero en realizar una expedición a vela hasta la Antártida en 1982/83. Con él irán Alfredo Conde (Premio Nacional de Literatura y Premio Nadal), también marino mercante; Cristina Gómez, habitual de las exploraciones de Babé; Alejandro Diéguez, periodista, editor, productor y fundador de Varadoiro do Xufre; Antonio Grandío, médico y también habitual de las aventuras de Babé; José Durán “Jobó”, marino experimentado; Thomas Dylan Harris, camarógrafo; Cynthia Menéndez, escritora y librera pontevedresa, quien está enfrascada en la redacción de un libro de viajes por el Atlántico; y José Cuiñas, arquitecto técnico y gran aficionado a la navegación a vela, el cual se conoce el velero La Peregrina de quilla a perilla.

La Peregrina es un queche diseñado por el ingeniero naval Germán Frers y construido en Argentina hace cuarenta años (1984). Posee 20 metros de eslora y unas líneas muy clásicas. Su plano vélico está compuesto por una vela de proa (Génova o yankee), una vela trinque autovirante (con botavara), una vela mayor y una mesana.

La Peregrina partirá de la Isla de Arosa alrededor del 21 de febrero de 2024, con la proa orientada a Tenerife, donde hará una escala técnica. Se prevé que zarpe nuevamente desde la Gomera el 7 de marzo de 2024, comenzando entonces la aventura de verdad.

Reto Astrolabio pretende ser un largometraje documental de 90 minutos, que podría ser dividido en seis episodios de 25 minutos cada uno.

Aquí os dejo el enlace a su web, donde podréis seguir la navegación: https://retoastrolabio.com/


Lectura de 12 de febrero de 2024 a las 1200 horas

                                                                                                                                                                               



  • Barómetro: 762 (Variable) 
  • Termómetro: 13º
  • Higrómetro: 89%