Título original: The Two Faces of January. Año: 2014. Nacionalidad: RU/Francia/EEUU. Color. Metraje: 96 min. Dirección: Hossein Amini. Guión: Hossein Amini, basándose en la obra de Patricia Highsmith. Elenco: Viggo Mortensen, Kristen Dunst, Oscar Isaac.
Cualquiera que haya tenido un contacto previo con El talento de Mr. Ripley, lo mismo da la novela que sus adaptaciones cinematográficas, en cuanto se pone delante de la pantalla y comienza a ver transcurrir la trama de Las dos caras de enero, detectará una serie de paralelismos nada disimulados entre ambas obras de Patricia Highsmith: Un triángulo entre dos hombres y una mujer rubia que casi sobra, siendo uno de los personajes masculinos una persona muy sofisticada y a la que trata de emular el otro, quien no es más que un deprimente estafadorzuelo de poca monta. Por no decir que nos topamos con escenas y situaciones que son calcadas y en los mismos puntos geográficos. Podríamos afirmar incluso que es casi la misma historia, pero las pocas pinceladas que se alejan del patrón conducen a una trama y a un desenlace totalmente distintas a las que giran sobre la cabeza de Tom Ripley.
Por desgracia (o desidia), no cuento con el apoyo o cimentación que siempre da el leerse la obra literaria original para escribir esta reseña sobre su adaptación a la gran pantalla. No es la primera (ni será la última) vez en la que me encuentre en semejante coyuntura, rogando a lector mil perdones; pero ello no me inhabilita a la hora de opinar sobre esta producción que quiso alcanzar cierto renombre o la altura de otras anteriores firmadas por sus responsables. ¿Llega a tanto? Diría que no, pues la trama no es tan compleja como en un principio se nos puede pretender hacer creer, aunque sea ahí donde radica también su nota de realidad, pues todos sabemos que un encuentro, fortuito o preparado, puede trastocar nuestra vida de forma violenta.
En esta adaptación, que logra transmitir cierta angustia, destaca por encima de todo y de todos Viggo Mortensen, que podría haber firmado uno de los papeles de su vida. Es elegante y soez; simpático y macabro por accidente, pero calculador por necesidad, viendo en su forzoso compañero de viaje a un enemigo y, en cierto modo, el reflejo de su propia juventud pasada. Y hasta ahí podríamos «leer» de esta película que es muy corta en sí, tanto que una vez pasado un clímax, con la segunda muerte, uno mira el reloj y se sorprende de que apenas ha transcurrido una hora y se pregunta qué más nos puede ofrecer. Es entonces cuando el espectador teme encontrarse con esas terribles lagunas narrativas de aguas mansas que se encuentran en la lectura de El talento de Mr. Ripley y en las que no pasa absolutamente nada salvo una huida a cámara lenta. Poco más o menos sucede en Las dos caras de enero, aunque se aporta una mayor rapidez en un entorno de paisajes agrestes y asfixiantes.
Al contrario que con Ripley, Las dos caras de enero finaliza con cierto toque moral sobre el peso de la traición y la muerte, además de con un brillo de redención, lo cual es un punto y final que se aleja aún más del patrón inicial.
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