Podrían pasar desapercibidos, pero hay algo en ellos que llama la atención y que cuesta identificar. Se ven lepantos, anclas, azul en invierno y blanco en verano… Sin embargo, persiste ese
algo y para dar con él
debemos fijarnos en los detalles. Lo más fácil es cuando nos cruzamos con un suboficial (no hay manera de dar con un oficial, porque no los hay): la gorra de plato es la reglamentaria de la Armada, pero hay un ancla cruzada por una espada. Y, si ya nos cruzamos con alguien con uniforme de trabajo y boina, el emblema ya... ¡Qué diantres! ¿Qué tenemos delante de nuestras narices? Pues a hombres y mujeres de la
Compañía de Mar, la unidad en activo más antigua del Ejército de Tierra; incluso más que la Infantería de Marina, que data de 1537.
El origen de estas Compañías se remonta a 1497, cuando la fuerza expedicionaria del duque de Medina Sidonia, al mando de Pedro de Estopiñán, desembarcó el 17 de septiembre en Melilla para tomarla y ocuparla. El 13 de abril de 1498, los Reyes Católicos sancionaron el Asiento de la guarnición militar de la plaza: una fuerza denominada Los Cuarenta hombres de Mar que se nutriría con residentes de Melilla, penados y desterrados con conocimientos en marinería.
Igualmente, Ceuta acabaría teniendo su propia unidad, constituida en 1548 por orden del rey Juan III de Portugal.
Las primeras misiones de estos Cuarenta hombres, además de la de defensa de Melilla, incluían la vigilancia y protección de la línea de costas frente a hostiles y piratas, asegurando el comercio, el abastecimiento de la plaza y la comunicación con la Península, así como el auxilio a náufragos durante ataques piráticos, temporales, etc. No obstante, también se embarcaron en acciones bélicas más activas como la conquista del Peñón de Vélez (1564) y de la Isla de Alhucemas (1673), baluartes de piratas desde donde se lanzaban razzias contra la costa andaluza.
La amenaza de piratas y de corsarios, de berberiscos y turcos, era un constante quebradero de cabeza, por lo que los Cuarenta hombres eran fundamentales para la supervivencia de Melilla.
En 1745, la unidad pasó a denominarse Pelotones de Mar de África y quedaron integrados en el organigrama de la Armada. Esta nueva situación administrativa no mudó su principal misión de lucha contra la piratería, pero sí les asignó la de participar activamente en el abastecimiento de los desembarcos en el Norte de África.
A pesar de la firma de la paz con Marruecos en 1780, la violencia en los lindes de la ciudad y en la mar era plato común, intensificándose durante las guerras decimonónicas de España en el Norte de África y el Rif.
En 1885, los Pelotones fueron rebautizados como Compañía Marítima de África y se reintegraron en el Ejército de Tierra. Ya en 1896, adoptaron su denominación actual de Compañía de Mar.
Durante el Desastre de Annual, la Compañía defendió la plaza de Sidi Dris y, como recompensa a su participación el Desembarco de Alhucemas, recibió el uso de banderín (1931) y la Medalla Militar Naval de carácter colectivo (1926).
En 1968, la Compañía de Mar es considerada como Fuerza especial y en 1998 se unió a la Unidad Logística Nº 24 (ULOG 24).
En 1990 se disolvió la escala de mar: los suboficiales se integraron en la escala de suboficiales del Ejército de Tierra y el último oficial, capitán de escala de mar, causó baja en 2012.
Esta historia tan particular de la Compañía de Mar nos regala la existencia de una unidad especial del Ejército de Tierra con uniformes, rangos y misiones propios de la Armada, pero con su propia identidad y tradición.