martes, febrero 16, 2016

Guardia de Literatura: Reseña a «Lagarto, lagarto. Cuando los visitantes invadieron la Tierra», de Juan José Montijano y María del Carmen Olivero

Lagarto, lagarto. 
Cuando los visitantes invadieron la Tierra
Juan José Montijano y María del Carmen Olivero
DIABOLO EDICIONES SL. Madrid
ISBN 978-84-15839-88-0
Primera edición de Marzo de 2014
Precio: 19,95 €
264 páginas
Regalo idóneo y muy socorrido si nos vemos en la complicada situación de alegrarle la jeta a alguno de estos recién contaminados por el virus nostálgico de los años Ochenta; para todos aquellos que añoren tiempos pasados en los que volvía casa con la bici a cuestas y las rodillas peladas, listas para una nueva ración de Mercromina (los mismos que ahora no permiten que sus hijos se pongan sobre dos ruedas si no igualan en protecciones a Robocop); para todos aquellos que recuerdan como algo normal el pasar unos días en cama curando el resfriado (pero que a sus churumbeles les atascan en la garganta una cuchara sopera con jarabe antes del primer estornudo, no vaya a ser que el mocoso se nos traumatice); etc., etc.

La serie de televisión V se ganó a pulso un huequecito en nuestros infantiles corazones y retinas, pues fue lo más impactante que habíamos visto hasta la fecha. Tenía un estilo único y era terrorífica y épica a partes iguales; por no decir que provocaba cierto asco primario a nuestros padres y abuelos. Era una época muy diferente a la actual y esos lagartos que aterrizaron en España el 2 de febrero de 1985, con dos años de diferencia respecto a su emisión en EEUU (algo impensable en la actualidad) se convirtieron en un producto novedoso y efímero, pero que impregnaría nuestra imaginación como ninguna otra. Aún siendo una sombra degradada por culpa de la considerada como tercera temporada (primer y única regular), muchos nos quedamos con las ganas de saber qué le pasaría a la Niña de las Estrellas, pues la dejamos subiendo a la nave del Líder y punto final. 

Diana, Donovan… Todos siguen vivos en nuestro núcleo central de recuerdos, ya lo creo que sí.

Lagarto, lagarto viene a ser un completo homenaje a la serie y a la época; la labor de sinopsis y de recopilación de datos en castellano es encomiable y digna de reconocimiento, pues considero que sus dos autores no han dejado palo sin tocar. De este modo se referencia gran cantidad de vicisitudes de producción de las tres series y los problemas a lo que se enfrentó su creador, Kenneth Johnson, el cual tan solo tuvo carta blanca con la primera miniserie, siempre a la sombra funesta de una horda de productores que se obcecaron con hacer y deshacer a su antojo hasta que destrozaron la idea. Me ha sorprendido saber que Johnson se desvinculó de La Batalla Final, donde ya su trama se transformó en algo cercano a una simple caricatura, aunque bien es cierto que era la parte de la historia que a muchos más nos gustaba, quizá porque queríamos ver más acción

El relato de los tiras y aflojas llega a enganchar, provocando incluso algo de pena al comprobar que Johnson tenía en mente un desarrollo totalmente distinto y que fue sacrificado en aras de un producto más del gusto de los productores ejecutivos y más rentable a la par que, evidentemente, menos profundo y filosófico. Para ello, los autores de Lagarto, lagarto no solo aportan extractos de entrevistas del propio creador, sino de distintos actores que muestran sin tapujos su malestar ante el cambio de rumbo que tomó V con la salida obligada del Johnson del proyecto: Se pasó de un producto digno a otro de escasa calidad; aunque mantuviera ciertos aspectos típicos de la franquicia, los productores querían financiar una serie de ciencia-ficción clásica, algo que no veían por ningún lado en el argumento de Johnson.

La obra Lagarto, lagarto es muy completa, como hemos dicho, pues dedica gran cantidad de páginas a analizar el efecto de la serie en el campo sociológico, además de resumir y reseñar cada capítulo, junto a un listado de personajes divididos en resistentes, visitante, colaboradores y quintacolumnistas, junto a datos técnicos, biografía de actores o motivaciones del elenco… A lo que se une una pequeña Historia de los sirianos, su armamento, tradiciones, etc.; siendo lo más interesante el empeño de ambos autores por aportar tantos aspectos como fueran posibles acerca del llamado universo expandido de V, con la reseña de novelas y cómics, sin olvidar el entrañable merchandising.

La presentación del libro despierta grandes esperanzas respecto a su contenido: Tapa dura, introducción de Kenneth Johnson, profusión de fotografías…, pero, a pesar de todo lo bueno que tiene, cuenta con el lastre cada vez más habitual de las producciones literarias del tipo «hágaselo Vd. mismo», lo cual perjudica enormemente al volumen. Es raro no encontrar en cada página alguna errata que se habría subsanado si la editorial se hubiera molestado en contar con los servicios de un leal corrector ortotipográfico y de estilo; y por ello me atrevo a asegurar que la editorial obligó a los dos autores a corregir ellos mismos todo el material en cuestión de días (costumbre vulgar, ruin y demasiado rutinaria que yo mismo he padecido). Solo así, de este modo, es posible encontrar explicación para que se cuelen tantos errores a cada página, confundiendo plurales y singulares, empleando términos erróneos o, incluso, traducciones literales del inglés al castellano sin molestarse en encontrar una equivalencia en nuestro idioma (por ejemplo, no es disparador, sino artillero; no es tanque, sino carguero; no es extranjero, sino alienígena; etc.), por no comentar que ciertos nombres de los personajes bailan como locos.

Junto a estos errores involuntarios de los autores, se cuelan otros que son los propios de una incorrecta interpretación de un hecho o materia. Por ejemplo, se asegura que en V se dibuja en los EEUU un escenario idéntico al de la Francia ocupada de la segunda guerra mundial, cuando no es cierto: pues es uno propio de la Holanda ocupada. Otro detalle que me ha marcado, pero que no tiene que ver con la serie objeto de análisis, se detecta en el capítulo dedicado a los productos televisivos que devorábamos en tan solo dos canales durante aquel 1985, es el referido a El Equipo A, donde se achaca a un error de traducción y de doblaje patrios el que el personaje interpretado por Mr. T pase de ser B. A. Barracus a M. A. Barracus, lo cual no es más que un brindis al sol por parte de los autores de Lagarto, lagarto, ya que, aunque el tipo se llamaba Bosco Albertus, se referían a él como B. A. por su Bad Attitude por haberle zampado una soberana hostia a un oficial superior; por tanto, en castellano pasó a ser Mala Actitud o M. A.

Temo haber perdido mi tiempo y el vuestro haciendo referencia a estas perlas huidizas que se han colado en el texto que, en su conjunto, no son para tanto, pero que hay que referenciar para ofrecer la visión más completa de esta obra que lleva ya muchos meses en el mercado sin que esté, a mi modo de ver, recibiendo todo el apoyo que merece, pues se refiere a la serie por excelencia de nuestra infancia y, sobre todo, porque corremos detrás de cualquier cosa que expela a años ’80 como burros detrás de una sabrosa zanahoria.

No os defraudará, sobre todo porque es una labor inédita en nuestro país.


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