Siempre es complicado abandonar el nido y echar a volar en solitario, pero más lo debe ser si tienes trece años, por mucho que seas una bruja
Cuando llega el momento indicado, Nicky (en realidad, Kiki, pero ya sabemos cómo somos por estos lares), anuncia a su familia que partirá en busca de un nuevo hogar para seguir con sus estudios de brujería (cosa de la que nada veremos a continuación), y sale volando a “lomos” de la escoba de su madre. Ahí es nada. Acompañará a Nicky su gato Jiji, a quien entiende a la perfección, adentrándose juntos en la necesidad de encontrar un nuevo lugar en el mundo cuanto antes. Sin proponérselo, la extraña pareja llega a una ciudad portuaria donde la cosa no empieza del todo bien, aunque lo único que le sucede a Nicky en realidad es que es amonestada verbalmente por un policía por causar un accidente que pudo llegar a mayores, y sentirse ofendida por Tombo, un chico que solo quiere saber de ella (sigue leyendo)
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