martes, marzo 25, 2014

25 de Marzo de 2014

ABC


PATRICIA ABETABCENGALICIA / LA CORUÑA

Día 25/03/2014 - 09.43h

Un marino de guerra gallego diseñó, hace más de una década, un sistema antinaufragios que impide o retrasa el hundimiento de la embarcación en caso de accidente. Estos airbags han sido testados con olas de 6 metros

Cada año alrededor de 24.000 pescadores pierden la vida en el mar, según los datos de la Oficina Internacional del Trabajo. Son tragedias que no pasan de largo por España, donde la Armada documentó más de 1.580 naufragios que afectaron tanto a buques españoles hundidos en el extranjero como a barcos de otras nacionalidades siniestrados en algún punto de la costa del país. Tampoco se libra Galicia, comunidad en la que los naufragios incluso han dado nombre a una de sus costas —la de A Morte— y en la que hace quince años germinó una idea que podría rebajar notablemente la cifra de marineros que perecen en el mar. Bautizado por sus creadores como Kafloat, el invento parece sencillo. Consiste en una serie de flotadores que se colocan a ambos lados del barco y que, ante una vía de agua o una posible inundación, se activan para mantener la embarcación a flote.

Aunque aparentemente evidente, la idea que Vicente López-Perea y un amigo ya fallecido esbozaron allá por el año 1998 es única en el mundo. Marino de guerra, Perea explica que después de comprobar que no existía nada parecido adquirieron la primera de las dieciocho patentes que ahora tienen repartidas por tres continentes. Los ensayos y pruebas posteriores a los que fue sometido el sistema Kafloat, un proyecto autónomo de salvamento de la vida en el mar, no dejaron lugar a dudas. «Uno de los primeros ensayos lo hicimos en una piscina de 300 metros que se usa como simulador. El resultado fue que nuestro sistema mejoraba muchísimo la estabilidad y flotabilidad del barco en caso de inundación», explica el presidente de la marca. Después vendría la verdadera prueba de fuego, el anegamiento de un barco en Huelva con nada menos que 83.000 litros de agua. Los flotadores tardaron 90 segundos en hincharse por completo gracias a una inyección de CO2 y elevaron la línea de flotación hasta un nivel suficiente como para salvar el pesquero.

Remolcado hasta la costa
Con la embarcación sostenida por estos airbags marinos, el barco se mantiene a flote y permite a la tripulación estar a bordo mientras espera a los efectivos de rescate. «En la mar siempre te dicen que lo último que hay que hacer en un barco es abandonarlo y, sin embargo, cuando la gente ve que la embarcación empieza a hundirse se tira al agua. Eso son 15 minutos de vida antes de que llegue la hipotermia. Nada más», afirma López-Perea, experto navegante. Al margen de sus ventajas a la hora de poner a salvo a los marinos, estos airbags cuentan con otros beneficios que, aseguran sus creadores, deberían ser tenidos en cuenta por los armadores. De entrada, mantener la flotabilidad del barco facilita las labores de remolcado hasta la costa, lo que supone salvar la embarcación y también la carga que transporta. Además, se evita la contaminación del fondo marino y los gastos económicos derivados de un rescate.

Con telas de paracaídas
La activación de los flotadores puede ser manual o automática si así lo desea el capitán, ya que el sistema cuenta con sensores en cada compartimento estanco que alertan de una posible vía de agua. Es decir, si el accidente se produce en circunstancias como el del «Santa Ana» —reciente protagonista de un trágico naufragio en el que perdieron la vida ocho personas— es la propia CPU la que activa los hinchables para que el barco no se vaya a pique. Elaborados con telas fabricadas por una empresa experta en paracaídas y chalecos antibalas, estos airbags garantizan su flotabilidad durante al menos 24 horas en circunstancias adversas y con olas de 6 metros.

Convencido de que este sistema, cien por cien gallego, podría salvar muchas vidas, Vicente López-Perea anima a las administraciones a que subvencionen parte de un mecanismo de seguridad que sale al mercado por entre 25.000 y 50.000 euros. «En la implantación de este tipo de sistemas siempre ha habido unos pasos previos, como la promoción a través de unos incentivos, y en este caso estamos hablando de salvar vidas», indican desde Kafloat. El precio final depende de la eslora de la embarcación, pero representa entre un 1,6 y un 6 por ciento del coste total del barco. En la actualidad, dos embarcaciones españolas navegan ya, a salvo, con los airbags del mar.

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