Era de esperar, conforme a mi experiencia consolidada, que primero leyera esta pieza a reseñar antes de ponerme con la precuela a la misma, titulada The Forty-niners, pero las librerías están pobladas por duendes burlones, a veces malvados, que pasan los días de asueto mareando la perdiz y a los incautos lectores. Así que en vez de “empadronarme” en la “primeriza” Neopolis de 1999, pasé unos cuantos días de vacaciones en la de 1949, cuando aún estaba medio en cueros y sus arquitectos, una panda de tarados científicos nazis, la levantaban en medio de los EEUU como refugio para individuos de todo tipo y condición: héroes, villanos, robots y hasta extraterrestres. Y, como si fuera agua, urgía la implantación de un departamento de policía acorde a una población tan particular y problemática.
Me quedé muy satisfecho con la lectura de The Forty-niners, por lo que mis sentidos pedían repetir la experiencia Alan Moore; pero mi pie se enredó con una raíz que sobresalía de la tierra y me llevé un trompazo de estos gordos: Moore, Nemo, corazón de hielo, dedicada a la princesa Janni Dakkar, hija del capitán Nemo y enmarcable en la línea de La liga de los hombres extraordinarios; pero, por mucho que el guionista hiciera un homenaje a Lovecraft y a Las montañas de la locura (colándose D’Artacán y los tres mosqueperros hablando francés del revés), me dejó un tanto frío y no necesariamente por las condiciones climáticas del escenario. Por esa mala experiencia retrasé la lectura de Top Ten.
Pero el tiempo cura todas las heridas, eso dicen, Yo soy más partidario de que, como mucho, te enseña a vivir con ellas, por lo que llegó el día, al fin, de agarrar con firmeza un tomo de Norma Editorial que recopilaba los números del 1 al 12 de Top Ten, privándoles de paso de la querida grapa. Ya desde la primera página me convenció y pronto asentí con la cabeza al dar por ciertas las declaraciones que Moore dejó grabadas años atrás: que su intención era la de fusionar Canción triste de Hill Street con una serie de superhéroes. Y para conseguirlo solo hacía falta un marco único: Neopolis fue la respuesta.
Los diálogos y los personajes de Top Ten son sólidos. El hilo argumental central, que suelta amarras con la incorporación de la agente novata Robyn Toy Boy Slinger al departamento de policía Top Ten, gana enteros a media que los personajes abren al lector sus pechos y mentes, entre casos de drogas, abusos sexuales, corrupción, racismo, prostitución, etc. Tal es así que Moore encumbra a este comic al nivel más que digno de una premiada serie policíaca.
Verdad que es una canción triste de Neopolis entonada por unos policías cientihéroes con familia, con sueños imposibles y desgracias mudas tras una fachada de aparente indestructibilidad y toques de humor; algo de lo que seremos testigos si prestamos la debida atención a los pequeños detalles vitales que se filtran por entre las distintas viñetas. Seres divertidos o de aspecto oscuro y aterrador que en realidad son un espejo en el que se pueden reflejar, desde el mundo de la ficción de superhéroes, los agentes de la ley que salen todos los días y noches a patearse las frías calles y que presencian lo mejor y lo peor de la sociedad que protegen. Los mismos que han de resolver los problemas de los demás, dejando los suyos propios bien atados en casa, hasta que algo rompe el candado.
Las páginas están excelentemente maquetadas y distribuidas, lo cual es de agradecer, pues hay quien se ha obstinado, en esto de los cómics, en confundirme más de una vez con viñetas descontroladas y que solo obedecen a un mejor efecto óptico que a una lectura comprensible. Se lleva más bien un estilo tradicional, huyendo de forma cinéticas para enmarcar a los personajes.
Por no decir que es una gozada el troncharte de risa con las páginas que permiten una ojeada a fondo de la ciudad, una gran urbe fría, distante y futurista en la que hay gente con capa llevando volando a sus hijos al colegio para luego ir al trabajo, sorteando a monstruos del cine de los año ’50 haciendo de las suyas y vallas publicitarias de todo tipo. Lo mejor de lo peor, a medida que nos cruzamos con plagas de ultrarratones, pitufos ladrones u Obélix e Ideafix; lo cual es un susurro perceptible de que Top Ten es un macrohomenaje al mundo del cómic de ambos lados del Charco.
En resumen, he disfrutado cantidad del retorno a los cómics escritos por el viejo barbudo, aunque seguiré obviando los nuevos proyectos que regurgite su pringosa mente y que sigan la línea de la que asegura ya no se desvinculará pues no quiere otros proyectos que no sean secuelas para La liga de los hombres extraordinarios, algo que, en mi insignificante opinión, es un error.
America’s Best Cómics. 1999-2002
Norma Editorial SA. 2007
ISBN: 978-84-9814-846-6
Alan Moore (guión), Gene Ha (dibujo), Zander Cannon (bocetos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario