Hoy mismo se cumplen dos años desde que David Bowie cruzara el umbral, yendo al encuentro de esas dimensiones cuyas puertas trató de encontrar en sus letras. Y se nota mucho su falta en este mundo, que gira hacia un futuro cada vez más incierto, con una humanidad más alienada, más sofocante.
Se echa en falta, de alguna manera, su presencia, pero aún contamos con su mano tendida, la de un amigo al otro lado del reproductor; nos queda su aliento, aquel que ha quedado a resguardo en sus discos.
Y no hace dos, pero sí un año y unas semanas que publiqué la primera edición de «Major Bowie» y unos meses que hice otro tanto con su segunda, revisada y aumentada (aunque en Amazon España sigan con la primigenia). Una obra corta pero exhaustiva que llevé a término como homenaje a Bowie por tantas y tantas horas al otro lado de los altavoces, dirigiéndose a mí; unas miles de palabras dedicadas a estudiar su figura y su magna obra desde el prisma de la ciencia-ficción, ese género literario que ha marcado la vida de tantos.
La última vez que he consultado el contador de ventas, justo para escribir esta reseña, se han vendido un total de 88 ejemplares en formato papel que, para ser una autopublicación y sin apoyo salvo el de la plataforma Createspace, no es moco de pavo. Agradeceros, a todos los que os haber replegado ante la tentación de saber qué se esconde tras las tapas de «Major Bowie» a golpe de click, daros mis eternas gracias y compartir mi satisfacción al saber que habréis entendido buena parte de sus mensajes ocultos, aunque aún nos quede mucho por saber de este hombre.
Como dije en el prólogo de la segunda edición, quién sabe si habrá futuras reediciones…
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