Título original: «Doctor Strange». 2016. EEUU. 1 h y 55 m. Acción, fantasía. Dirección: Scott Derrickson. Guión: Jon Spaihts, Scott Derrickson y C. Robert Cargil, basado en la obra de Stan Lee y Steve Ditko. Elenco: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiodor, Rachel McAdams, Benedict Wong, Mads Mikkelsen, Tilda Swinton
«Doctor Strange» es una película de acción muy recomendable, quizá la mejor de las dedicadas a esos personajes no tan conocidos de la Marvel. Lástima que el 50% (o más) de las escenas protagonizadas por Cumberbatch parezcan plagiadas de la serie que le hizo saltar al estrellato, «Sherlock»
¿Qué cabida pueden tener los conocimientos arcanos en un mundo cada vez más descreído y que se ha lanzado a los brazos de una tecnología que no se preocupa por comprender? ¿Qué lugar ocupan los libros de ciencias ocultas que tratan de múltiples mundos paralelos más allá de toda comprensión humana; de seres que dominan los elementos a su antojo desde hace miles de años moviéndose entre las sombras de nuestro plano? Igualmente, ¿quién se atrevería a dar espacio a lo esotérico en un universo ucrónico como es el de los superhéroes de la Marvel? El doctor Steven Strange es una incongruencia en el espacio de papel por todos conocido. No es un tipo embutido en unas mallas de colores que ha sufrido una mutación del gen humano tras el descubrimiento de la energía atómica; no ha sido mordido por bicho alguno ni es un genio de la ingeniería industrial más vanguardista; es un tipo que acaba accediendo a esotéricas percepciones que rompen con lo establecido, con lo posible.
Al igual que sucede con «Ant-man», no he tocado gran cosa de «Doctor Extraño». Sabía de su sola existencia al ser referenciado en algunos rancios tratados para aficionados al cómic que se quisieran iniciar rompiendo el cascarón de cándidos espectadores de aquellas coloridas historietas. Quizá la profusión de hechizos y la abstracción de las pocas viñetas que escudriñé me hicieron arriar velas y arrumbar hacia otros conceptos más simplones (lo mismo que con el tercer volumen recopilatorio de «Promethea», de Alan Moore), siendo que ésta es mi verdadera toma de contacto con tan particular superhéroe.
Como todo filme de presentación de un personaje de semejante patrón, éste pasa por el agónico (para el espectador) descubrimiento de los poderes del protagonista y de su entrenamiento (dar cera, pulir cera). A pesar del exotismo de Kamar Taj, no cambiaremos de opinión al respecto, pero puede que sea uno de los aprendizajes más “livianos” e interesantes jamás filmados para la Marvel.
Steven Strange es un individuo que toca techo y fondo para, luego, renacer. Es un neurocirujano muy reputado, rodeado de lujos superficiales en su espectacular apartamento de Nueva York, que sufre un aparatoso accidente de tráfico que le dejará graves secuelas que afectan a ambas manos, que no paran de temblar, impidiéndole seguir operando y ejercer su profesión. Dilapidando auténticas fortunas en busca de una curación, importándole bien poco lo experimental que pueda ser, acabará arruinado y desahuciado por la medicina moderna (¿qué diría de esto el Gobierno español en su cruzada contra la homeopatía y otros?), momento en el que conocerá de la existencia de un hombre que quedó paralítico pero que volvió a caminar de forma prácticamente milagrosa tras pasar por un lugar llamado Kamar Taj, donde los conocimientos adquiridos le permitieron sanar su cuerpo.
Sin ser consciente de que cruzará las puertas hacia una concepción del universo que va contra la inamovible ortodoxia atornillada en su mente, Strange se verá rodeado de los múltiples peligros que acechan a la Tierra.
La película se acompaña de un elenco de actores a modo de delicioso tarro de miel. Como si tal cosa, se cuela por ahí Mads Mikkelsen, quien, imitando a Michael Fasbender, últimamente parece estar por todas partes, no teniendo mejor rival que alguien de la talla de Benedict Cumberbatch, ambos dos de lo mejorcito del panorama cinematográfico anglosajón. Pero el guión ha sido tremendamente injusto para Cumberbatch y para los que hemos contemplado el producto: el 50% (o más) de las escenas protagonizadas por Cumberbatch parecen plagiadas de la serie que le hizo saltar al estrellato: «Sherlock». Incluso la escena que precede a la del accidente es idéntica a otra en la que Martin Freeman, como sacrificado doctor Watson, le busca a su amigo casos interesantes en los que sus superiores dotes mentales. Este Strange posee la misma arrogancia, prepotencia, humor, sociopatía y planta que la adaptación al s. XXI del mítico personaje creado por sir Arthur Conan Doyle; para nuestra desgracia solo es un Sherlock con perilla, canas, vestuario muy molón y poderes sobrenaturales.
Cambiando de tercio, la cinta es sumamente entretenida y repleta de acción, con espectaculares las escenas de lucha en la llamada dimensión espejo (a pesar de meternos dentro de un gigantesco kaleidoscopio, uno agradece de todo corazón que el estómago no se le hubiera dado un vuelco) e incluso soportables los incisos cómicos (aunque si se los hubieran ahorrado tampoco hubiera pasado nada en absoluto). Y, como viene siendo habitual, se meten con calzador personajes principales femeninos donde antes no los había y una cosa es crear de cero uno y otra bien distinta es coger a un tipo y someterle a una operación de cambio de sexo, como ocurre con el Anciano, que pasa a ser una Anciana sin una sola arruga. No desmerece nada el personaje por ser femenino, pues cuenta con una fuerza suficiente y parece que encierra más misterio, pero yo habría puesto a esa mujer como sucesora de un anterior Anciano que hubiera sido el mentor del resto de maestros de Kamar Taj. Puestos a rizar el rizo… Vaya. Veo que he faltado a mi palabra y no me cambiado de tercio alguno…
Como iba diciendo al comienzo del anterior párrafo, «Doctor Strange» es una película de acción muy recomendable, quizá la mejor de las dedicadas a esos personajes no tan conocidos de la Marvel; y si Spiderman tuvo que aprender que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Strange parece tener que asimilar que el fin no justifica los medios, aunque eso parece que se dejará para una segunda parte.
Considero que es excelente por tener un hilo argumental fácil de seguir y porque gustará tanto a aficionados del cómic como a los que no lo sean.
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