Tiros, coches volando y efectos variopintos que harán las delicias de aquellos que gustan de mezclar la acción y la ciencia-ficción sin prudencia
Luc Besson es un director que, no sé cómo se las arregla, siempre cuela un conato de artes marciales y una persecución a toda la velocidad por las calles de París en la que salen, a la fuerza, muy mal parados los coches K de la Police Nationale. Sello o abuso de la casa. Pero, para esta ocasión, nos ofrenda con un cuento de transhumanismo en el que ha mezclado, diría yo, una pizca de Tetsuo («Akira»), Makoto Kusanagi («Ghost In The Shell») y David Bowman (en el último inciso de «2001: una odisea del espacio»). Lo agitó todo, se tropezó con unos tacones de aguja y sirvió un cóctel templado con una Scarlett Johansson muy sexy en medio de un chute descomunal que le permite abrir todas las puertas del cerebro (gracias, Angelina Jolie, por rechazar el papel). Un chute mucho más provechoso que el de Jason Stathan en «Crank».
Lucy Miller es una chica norteamericana que vive y estudia en Seúl (sigue leyendo)
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