martes, mayo 29, 2007

29 de Mayo de 2007

LA OPINIÓN DE MURCIA

Siete barcos de una fuerza naval de la OTAN pasan una semana en la ciudad

Varios cientos de marinos italianos, alemanes, turcos y griegos tomarán a partir de hoy las calles de la ciudad, donde estarán al menos hasta el 5 de junio

Siete buques de una fuerza naval de la OTAN pasarán al menos una semana en la ciudad. Los barcos integran el Grupo 2 de la Fuerza de Respuesta Permanente de la Alianza Atlántica y la conforman habitualmente un buque de mando y apoyo y entre seis y siete cazaminas y dragaminas.
La escala en Cartagena de los buques de esta fuerza naval no es una casualidad. Se debe a que un comandante español asumirá el mando de esta flotilla tras el acto de relevo que se celebrará el próximo martes 5 de junio.
No obstante, los barcos comenzarán a llegar a partir de hoy. De hecho, el presidente de la Asamblea Regional de Murcia, Francisco Celdrán, tiene previsto recibir hoy mismo en su despacho de la sede legislativa a una representación de oficiales de las naves que integran la fuerza.
También se prevé que durante su estancia en el puerto de Cartagena, los buques salgan de la bocana para llevar a cabo algunos ejercicios de coordinación.
Dos de los buques que atracarán en el muelle de La Curra son turcos y otros dos españoles, mientras que las Marinas alemana, griega e italiana están representadas con un sólo barco.
El mando de la fuerza naval es rotatorio y, a partir de ahora, le corresponde ejercerlo a la Armada española.
Varios cientos de marinos componen las dotaciones de los siete buques y su presencia se dejará notar en las calles de la ciudad.

EL MUNDO


El garfio del pirata del estrecho
ES MAS sofisticado que un simple hierro ganchudo. Greg Stemm, el americano que ha expoliado, presuntamente, un tesoro de un barco hundido en las costas de Cádiz, utiliza un robot que se sumerge a más de 6.000 metros. El valor de su último botín asciende a 370 millones de euros.
CARLOS FRESNEDA. VICTOR RODRIGUEZ. Nueva York / Madrid
Con una gorra del National Geographic y una barba de marinero en tierra, Greg Stemm surca imaginariamente los siete mares en la proa del Odyssey Explorer, escoltado por robots submarinos que harían las delicias de James Cameron y con una intención más o menos confesable: «Todo el mundo sabe que hay millones de dólares en el fondo del océano. Tenemos ya la tecnología para encontrarlos y recuperarlos. ¿Podemos hacerlo a un coste razonable?».

Porque, pese a la planta de intrépido capitán Nemo, Stemm, de 48 años, casado y con dos hijos, se considera ante todo un empresario. Un hombre de negocios presto a limpiar las profundidades marinas como nunca antes.

Detesta que le llamen cazador de tesoros o pirata del siglo XXI. Aunque su historial de expulsiones de aguas jurisdiccionales españolas y las sospechas que se ciernen sobre su último rescate parezcan querer contradecirle.

La semana pasada Odyssey Marine Exploration, la compañía que fundó en los años 80 para enriquecerse en los fondos marinos, presentaba un fabuloso tesoro: 17 toneladas en monedas de oro y plata con un valor estimado en 370 millones de euros. ¿De qué barco? No lo sabemos, aseguran. ¿De qué nacionalidad era el barco? Imposible de determinar de momento. ¿De dónde se extrajo el tesoro? De algún lugar del Atlántico fuera de aguas españolas...

¿Seguro?

Durante el mes de marzo el Odyssey Explorer y otro barco de la compañía, el Ocean Alert, desplegaron una intensa actividad en aguas del Estrecho. En las posiciones recogidas por Aislive, un sistema de localización de barcos al que puede acceder cualquier naviero previo pago, se puede identificar a ambas embarcaciones durante varias semanas de marzo en una muy pequeña área a 9,8 millas de La Línea (Cádiz), en aguas españolas del Mediterráneo. ¿Extrayendo un tesoro, tal vez?

Dos meses después, y unos días antes de que se presentara el hallazgo en EEUU, la compañía fletó un avión que voló de Nueva York a Gibraltar, fue cargado en la colonia, y regresó a EEUU. La operación de carga fue fotografiada y en ella se ve que las cajas que se suben al avión son prácticamente idénticas a las que aparecen en las fotos de presentación del botín.

Fotos que, por cierto, fueron tratadas por Odyssey Marine Exploration para borrar en ellas la efigie de las monedas y hacerlas irreconocibles. Aparentemente, un operario del aeropuerto de Gibraltar pudo fotografiar una moneda con la efigie de Carlos III, lo que reforzaría la hipótesis de que el tesoro es español.

Son sólo indicios de un hipotético expolio, pero cada vez se acumulan más. Se calcula que en el mundo ha habido tres millones de naufragios, y 3.000 de ellos figuran en el catalejo de Stemm. ¿Cuántos en el Estrecho?

Dice el controvertido explorador que ya de niño soñaba con rescatar botines, como el del SS Republic, el primer pelotazo de una compañía que cotiza desde hace tres años en Wall Street. Pero lo cierto es que tardó en barruntar que Eldorado pudiese estar esperándole, como la llave, en el fondo del mar.

TRABAJANDO CON BOB HOPE

En su mocedad se dedicó a los anuncios y a las relaciones públicas. Stemm dejó la Universidad por aburrimiento, como Bill Gates, y recorrió el mundo de la mano dicharachera del cómico Bob Hope.

Poco después fundó la Organización de Jóvenes Empresarios (YEO), donde se codeó con Michael Dell, fundador de la empresa informática del mismo nombre, y Ted Leonsis, de America On Line. Pudo haber sido una lumbrera.com, pero su ambición era, sin duda, más profunda.

Allá por 1986 compró un barco de investigación de la Universidad de Carolina del Norte y poco después se hizo con un robot submarino. Y al cabo de un año, junto a su socio John Morris, desplegó las velas de Odyssey y se propuso reinventar la controvertida profesión de rescatador de buques hundidos.

Los primeros escarceos llegaron en aguas de Florida, no muy lejos de Key West o Cayo Hueso, el poblacho que popularizó Hemingway. En 1622, un pequeño buque español se había ido al fondo con todo su cargamento frente a las costas rocosas de Key West, y hubo que esperar a la llegada del salvador Greg Stemm para recuperar el botín de oro, perlas y objetos artísticos. El pequeño gran éxito sirvió apenas para cubrir gastos (5 millones de dólares), pero puso a Odyssey en el mapa.

El gran salto cualitativo, sin embargo, se produce en agosto del 2003, cuando se localizan los restos del SS Republic, hundido en 1865 al paso de un huracán frente a las costas de Georgia. El hallazgo del barco, vestigio de la Guerra Civil norteamericana, fue celebrado como uno de los mayores tesoros encontrados en las profundidades marinas. El cargamento de monedas de oro fue valorado en 33 millones de dólares. Las cámaras de National Geographic estaban allí para contarlo; fajado en el mundo de las relaciones públicas, Greg Stemm ascendió al altar de los héroes nacionales.

Pero las cosas eran muy distintas en España, donde el héroe era más bien tenido por un bucanero implacable.

Desde mediados de los años 90 había un botín que le quitaba el sueño al capitán Stemm. Mucho más que el SS Republic. Un barco legendario en el imaginario de los buscatesoros, el HMS Sussex. Con un ingente cargamento de oro y plata con que los ingleses pretendían sobornar al duque de Saboya para que diera la espalda a Luis XIV, la nave se hundió en 1694 en aguas del Estrecho de Gibraltar con sus 500 tripulantes y su preciada carga dentro. ¿Su valor aproximado? Unos 3.500 millones de euros.

TRES EXPULSIONES

Ya en 1998 Stemm vino a buscarlo con un barco llamado Seahawk. Entre noviembre de 1998 y marzo de 1999 estuvieron haciendo prospecciones en la zona de levante del Estrecho, en Ceuta, en Málaga, sin ningún permiso, aunque entonces nadie les apercibió.

Meses más tarde, ya en 2000, pidieron permiso al Gobierno para seguir con sus búsquedas. «El Ejecutivo del PP se lo concedió», explica el periodista y abogado Pipe Sarmiento, que lleva ocho años siguiendo la pista de Odyssey por costas españolas, «pero con la condición de que no se movieran de una zona acordada y de que en sus salidas fuesen a bordo un oficial de la Armada y un arqueólogo españoles».

Durante meses estuvieron con una nueva embarcación, el Minibex. «Pero hicieron salidas sin los representantes españoles a bordo y en ellas se saltaron los límites acordados, así que en febrero de 2002 se les expulsó», explica Sarmiento.

Vuelven, otra vez sin permisos y con un barco más grande, el Ocean Boomer, en junio de 2003. Esta vez no atracan en puertos españoles sino en Gibraltar. Pero siguen campando a sus anchas hasta que en noviembre la Guardia Civil asalta el barco y les echa de nuevo.

No es obstáculo para que regresen. «Los volvimos a detectar en diciembre de 2004 con un barco más pequeñito, el RV Odyssey», continúa Sarmiento. «Y de nuevo la Guardia Civil los vuelve a expulsar por realizar operaciones sin permiso en el mar territorial español en febrero de 2005».

Hasta que en diciembre de 2006 llegan ya con la joya de la corona, el Odyssey Explorer.

Con sus primeros beneficios, tras la extracción del SS Republic, la compañía había adquirido este barco camaronero de más de 60 metros de eslora y lo había sometido a una completa reforma. Sobre todo le había instalado una grúa de más de 20 toneladas en la banda de estribor para mover el robot ZEUS.

Capaz de sumergirse a más de 6.000 metros de profundidad, el ZEUS fue desarrollado para la marina estadounidense. Es el sueño de cualquier cazatesoros, cuesta unos 7,5 millones de euros y, según Sarmiento, sólo habrá tres o cuatro en manos civiles.

Para entonces, Stemm y sus socios de Odyssey ya debían de tener una idea bastante aproximada de lo que podría haber en aguas del Estrecho, más allá del Sussex.

La zona es el mayor foco de patrimonio subacuático del mundo. Desde hace tiempo, la Fundación Internacional para la Protección y Difusión del Arte viene trabajando con otras instituciones en el Proyecto Poseidón para lograr que la zona se declare Patrimonio de la Humanidad y se eviten casos como éste.

Según esta fundación, presidida por Gonzalo Millán del Pozo, en la zona ha podido haber más de 800 hundimientos, unos 220 de ellos a menos de cinco kilómetros de la costa. Peinando la documentación del archivo de Indias, verificando qué barcos se hundieron, qué carga llevaban y qué parte se pudo rescatar estiman que bajo las aguas del Estrecho podrían haber quedado sumergidos unos 116.000 millones de euros, la octava parte del PIB español.

Ya con el Odyssey Explorer de nuevo por aguas españolas (aunque atracando en Gibraltar) volvió a haber problemas y se ordenó una nueva expulsión, la cuarta, en febrero de 2006. Volvieron en diciembre, y en marzo de 2007 lograron de la Junta de Andalucía un permiso para buscar -en ningún caso extraer- el HMS Sussex. Dos meses después de aquel acuerdo, desde la sede de Odyssey en Tampa (Florida), ha saltado la liebre del Cisne Negro, el nombre misterioso con el que la compañía ha ocultado el nombre del buque cuya identidad dice no saber pero que, insisten, no es el Sussex.

Las acciones de Odyssey Marione Exploration han subido como una ola (hasta un 117%) justo cuando empezaba a oler a naufragio. Las pérdidas acumuladas los últimos dos años ascendían a 24,5 millones de euros.

Al viento del nuevo hallazgo, la compañía despliega velas. Y la mente empresarial de Stemm no deja de hacer números. Como buen experto en marketing, prevé que otra fuente de ingresos serán los documentales al estilo National Geographic o Discovery Channel y ya han surgido rumores de contactos entre Odyssey y la Disney.

Mientras otros piensan en el turismo espacial, Stemm se frota las manos imaginando el «turismo de naufragios en grandes profundidades». Y la compañía extenderá en un mes sus tentáculos al mundo del entretenimiento con una atracción temática titulada Naufragios, piratas y tesoros en el Museo de la Ciencia y de la Industria de Tampa.

Curiosamente, y pese al empeño en marcar distancias, ellos mismos han desplegado un montaje titulado El Mundo de los Piratas a pocos metros de donde estará el timonel ficticio del Explorer, la réplica del robot submarino ZEUS y el magnetómetro para detectar la presencia del metal preciado. ¡Tesoro a la vista!


10 NAUFRAGIOS MILLONARIOS

Santa Cruz. Traía uno de los mayores cargamentos de oro de su tiempo. Naufragó frente a Zahara de los Atunes en 1555.

La Trinidad. Hundido en la Barra del Guadalquivir en 1558. Acaso el galeón más importante de esta lista.

Espíritu Santo. Huelva, 1563. Tras haber hecho dos o tres viajes a las Indias se hundió cuando volvía con un cargamento de 300 toneladas.

La Veracruz. Se hundió en 1611 frente a Conil cuando volvía de América cargado de oro.

San Juan de la Veracruz. Hundido en 1628, es el más cargado de los más de 100 pecios que presumiblemente hay en la Bahía de Cádiz.

Nuestra Sra. de la Consolación. Uno de los al menos 12 barcos naufragados en la Bahía de Cádiz en 1660. De él se rescataron unas 15 toneladas de oro, la tercera parte de su carga.

Nuestra Señora de la Soledad. Uno de los pecios más cercanos a Gibraltar. Hundido en Tarifa en 1662.

San Francisco. Este galeón naufragó en la zona de Chipiona en 1752. También volvía cargado de América.

Santa Isabel. Hundido en 1763. Con Nuestra Señora de los Dolores (1772), los naufragios más caros junto a Doñana.

Santa Elena. Cargado con monedas de oro y plata recién acuñadas en México, se hundió en Conil en 1797.

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