FARO DE VIGO
Los piratas somalíes prometen venganza por la muerte de 5 compañeros
Afirman que la violencia aumentará en la zona después de que las fuerzas de EEUU y Francia hayan matado a cinco piratas
REUTERS/EP
Piratas somalíes han prometido venganza por la muerte de al menos cinco de sus camaradas en un operativo realizado por la marina francesa el pasado viernes y otro efectuado por las Fuerzas Navales de Estados Unidos anoche para liberar dos navíos de estas nacionalidades que habían sido secuestrados en las aguas del golfo de Adén.
"Los franceses y los norteamericanos se arrepentirán de haber comenzado esta matanza. Nosotros no matamos, sólo pedimos rescates. Desde ahora, actuaremos contra cualquiera que creamos que es francés o norteamericano", aseguró Hussein, un pirata somalí.
El capitán del barco 'Maersk Alabama', el estadounidense Richard Phillips, que se encontraba retenido desde el pasado miércoles por un grupo de piratas somalíes, fue liberado anoche tras una operación de rescate efectuada por la fuerza de intervención especial de la Armada de Estados Unidos, los SEAL, en la que perdieron la vida de tres de sus cuatro secuestradores. En otro operativo realizado por la Marina nacional francesa para liberar al velero francés 'Tanit', al menos dos piratas y uno de los cinco rehenes perdieron la vida. "Nos vengaremos", ha asegurado otro pirata, Aden.
Algunos expertos temen que ambas operaciones provoquen que los piratas que operan en aguas somalíes comiencen ha realizar actividades más violentas y ya no se limiten a solicitar rescates por los barcos aprehendidos. Después de un descenso de sus actividades a principios de este año, los piratas han incrementado el número y la intensidad de su asaltos. Actualmente tienen capturadas a más de una decena de navíos con aproximadamente 260 rehenes, de los cuales unos 100 son filipinos.
"Los piratas saben desde ahora que todo es posible. Los franceses lo han hecho, los norteamericanos también. Va a haber mayor violencia a partir de ahora", ha señalado un portavoz del Programa de Asistencia a Navegantes del Este de Africa, Andrew Mwangura. "Matar a tres de los miles de piratas sólo intensificará la piratería", asegura el portavoz del grupo islámico moderado Ahlu Sunna Waljamaca, el jeque Abdulahi Abu Yusuf.
FARO DE VIGO
El naufragio que unió a un pueblo
Cincuenta años después del rescate del Debonair, Corrubedo celebra su solidaridad
Los piratas somalíes prometen venganza por la muerte de 5 compañeros
Afirman que la violencia aumentará en la zona después de que las fuerzas de EEUU y Francia hayan matado a cinco piratas
REUTERS/EP
Piratas somalíes han prometido venganza por la muerte de al menos cinco de sus camaradas en un operativo realizado por la marina francesa el pasado viernes y otro efectuado por las Fuerzas Navales de Estados Unidos anoche para liberar dos navíos de estas nacionalidades que habían sido secuestrados en las aguas del golfo de Adén.
"Los franceses y los norteamericanos se arrepentirán de haber comenzado esta matanza. Nosotros no matamos, sólo pedimos rescates. Desde ahora, actuaremos contra cualquiera que creamos que es francés o norteamericano", aseguró Hussein, un pirata somalí.
El capitán del barco 'Maersk Alabama', el estadounidense Richard Phillips, que se encontraba retenido desde el pasado miércoles por un grupo de piratas somalíes, fue liberado anoche tras una operación de rescate efectuada por la fuerza de intervención especial de la Armada de Estados Unidos, los SEAL, en la que perdieron la vida de tres de sus cuatro secuestradores. En otro operativo realizado por la Marina nacional francesa para liberar al velero francés 'Tanit', al menos dos piratas y uno de los cinco rehenes perdieron la vida. "Nos vengaremos", ha asegurado otro pirata, Aden.
Algunos expertos temen que ambas operaciones provoquen que los piratas que operan en aguas somalíes comiencen ha realizar actividades más violentas y ya no se limiten a solicitar rescates por los barcos aprehendidos. Después de un descenso de sus actividades a principios de este año, los piratas han incrementado el número y la intensidad de su asaltos. Actualmente tienen capturadas a más de una decena de navíos con aproximadamente 260 rehenes, de los cuales unos 100 son filipinos.
"Los piratas saben desde ahora que todo es posible. Los franceses lo han hecho, los norteamericanos también. Va a haber mayor violencia a partir de ahora", ha señalado un portavoz del Programa de Asistencia a Navegantes del Este de Africa, Andrew Mwangura. "Matar a tres de los miles de piratas sólo intensificará la piratería", asegura el portavoz del grupo islámico moderado Ahlu Sunna Waljamaca, el jeque Abdulahi Abu Yusuf.
FARO DE VIGO
El naufragio que unió a un pueblo
Cincuenta años después del rescate del Debonair, Corrubedo celebra su solidaridad
Corrubedo es un pueblo agraciado con una de las playas más hermosas de Galicia. Pero esa belleza dunar encierra también toda una historia de catástrofes. El naufragio del yate "Debonair", en el que viajaban un matrimonio inglés y su bebé, volcó a todo el pueblo en su rescate y en el posterior arreglo del barco. Salvamento de Náufragos concedió al pueblo una medalla por su honorable proceder. Ahora, cincuenta años después, los ribeirenses quieren recordar este suceso y demostrar a los jóvenes "lo importante que es que el pueblo esté unido en las situaciones difíciles".
AMAIA MAULEÓN - VIGO
26 de octubre de 1960. Corrubedo dormía mientras la lluvia y el viento azotaban intensamente el mar. Con los primeros rayos de luz, Alejandro Reino, albañil, abrió la persiana y se asomó con pereza por la ventana para ver los desperfectos que esta vez les había dejado el temporal. Un bulto extraño en la arena de la playa de las Dunas captó su atención. Se vistió y se acercó al arenal donde, para su sorpresa, encontró a un hombre, una mujer y un bebé semienterrados en la arena, ateridos de frío. Alejandro les arropó con unas mantas y les llevó a su casa para que se secaran, desayunaran y se repusieran del susto.
No entendía nada de lo que aquellas personas trataban de explicarle, pero tampoco lo necesitaba. Inmediatamente todo el pueblo se puso en marcha: la Guardia Civil fue la primera en llegar al lugar y el cura hizo repicar las campanas para que los hombres del pueblo ayudasen a sacar el yate del agua. “En pocos minutos decenas de personas estábamos en la playa”, recuerda José Romay, el cartero del pueblo que, por aquel entonces, tenía 27 años. El trabajo fue duro: “Primero introdujimos una plataforma de madera bajo la barca y luego necesitamos las 40 vacas de los labradores para remolcarla hasta la arena”, describe.
El barco se quedó varado en la playa cuatro meses y, al llegar la primavera, lo llevaron a un astillero de Vigo para las necesarias reparaciones. Durante todo ese tiempo, la familia inglesa se alojó en la casa del albañil que los encontró, que tuvo que hacer un gran esfuerzo para acomodarlos. Se comunicaban gracias a un matrimonio de Ribeira que había vivido varios años en Norteamérica. “El niño, de sólo nueve meses era el que más llamaba la atención. Todas las muchachas del pueblo querían coger al niño rubito”, recuerdan.
Tras su marcha a Inglaterra, sólo recibieron algunas cartas, “pero nunca más volvieron por aquí ni dieron a estas gentes las gracias por toda la ayuda”, confiesa Romay.
La Sociedad Española de Salvamento de Náufragos concedió entonces al pueblo una medalla por su participación y ayuda en el rescate de náufragos; una labor en la que históricamente Ribeira ha destacado. Han pasado cincuenta años del rescate del yate “Debonair” y el pueblo quiere recordarlo colocando un monolito conmemorativo. “Será una manera de enseñar a la gente joven cómo se comportaba el pueblo entonces; cómo respondía unido ante los problemas”, apunta Romay, el promotor de la iniciativa.
La medalla luce aún hoy en el manto de la Virgen del Carmen, en la iglesia de Ribeira.
26 de octubre de 1960. Corrubedo dormía mientras la lluvia y el viento azotaban intensamente el mar. Con los primeros rayos de luz, Alejandro Reino, albañil, abrió la persiana y se asomó con pereza por la ventana para ver los desperfectos que esta vez les había dejado el temporal. Un bulto extraño en la arena de la playa de las Dunas captó su atención. Se vistió y se acercó al arenal donde, para su sorpresa, encontró a un hombre, una mujer y un bebé semienterrados en la arena, ateridos de frío. Alejandro les arropó con unas mantas y les llevó a su casa para que se secaran, desayunaran y se repusieran del susto.
No entendía nada de lo que aquellas personas trataban de explicarle, pero tampoco lo necesitaba. Inmediatamente todo el pueblo se puso en marcha: la Guardia Civil fue la primera en llegar al lugar y el cura hizo repicar las campanas para que los hombres del pueblo ayudasen a sacar el yate del agua. “En pocos minutos decenas de personas estábamos en la playa”, recuerda José Romay, el cartero del pueblo que, por aquel entonces, tenía 27 años. El trabajo fue duro: “Primero introdujimos una plataforma de madera bajo la barca y luego necesitamos las 40 vacas de los labradores para remolcarla hasta la arena”, describe.
El barco se quedó varado en la playa cuatro meses y, al llegar la primavera, lo llevaron a un astillero de Vigo para las necesarias reparaciones. Durante todo ese tiempo, la familia inglesa se alojó en la casa del albañil que los encontró, que tuvo que hacer un gran esfuerzo para acomodarlos. Se comunicaban gracias a un matrimonio de Ribeira que había vivido varios años en Norteamérica. “El niño, de sólo nueve meses era el que más llamaba la atención. Todas las muchachas del pueblo querían coger al niño rubito”, recuerdan.
Tras su marcha a Inglaterra, sólo recibieron algunas cartas, “pero nunca más volvieron por aquí ni dieron a estas gentes las gracias por toda la ayuda”, confiesa Romay.
La Sociedad Española de Salvamento de Náufragos concedió entonces al pueblo una medalla por su participación y ayuda en el rescate de náufragos; una labor en la que históricamente Ribeira ha destacado. Han pasado cincuenta años del rescate del yate “Debonair” y el pueblo quiere recordarlo colocando un monolito conmemorativo. “Será una manera de enseñar a la gente joven cómo se comportaba el pueblo entonces; cómo respondía unido ante los problemas”, apunta Romay, el promotor de la iniciativa.
La medalla luce aún hoy en el manto de la Virgen del Carmen, en la iglesia de Ribeira.
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