A nuestras modernas F-100 ya comienzan a vérseles las arrugas.
Hoy hace diez años de que Navantia entregara la F-103 Blas de Lezo a la Armada Española, tercera unidad de la clase Álvaro de Bazán, en Ferrol.
Gracias a esto, no solo se dotaría a nuestra Marina de guerra de otra fragata para modernizar la LOBA y dar un nuevo salto hacia adelante: se le daría la oportunidad perfecta para formar parte de la parada naval en conmemoración del Segundo centenario de la Batalla de Trafalgar en junio de 2005.
El Bono fue listo en esta ocasión, colocando el nombre de nuestro ilustre marino, héroe de Cartagena de Indias y otras hazañas de la Historia olvidada de este país, junto a nuestro ya añorado R-11 Príncipe de Asturias, delante de las mismas narices de los hijos de Albión; siendo la fragata asignada en la posición D15, teniendo a proa la HMS Tyne, a popa la RNS Regina María, a babor el velero TS Asgard II, y a estribor la HMS St. Albans.
Quizá lo más elegante que hizo durante su etapa de ministro de Defensa.
Una década en la que estas fragatas han marcado la diferencia. Un intento por volver a mirar a la mar.
Hoy día, se habla más del proyecto F-110, sin embargo, las F-100, con su magnífica línea, puede que sean los últimos buques de guerra bellos que podremos ver antes de que los diseños de ciencia-ficción se adueñen de los astilleros.
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