Otro cumpleaños más a la espalda y ya poca gracia me va
haciendo. Y, ¡¿cómo no?!, otro año que se va y en el que han pasado muchas
cosas, buenas y malas. Otra Navidad en la que he recibido la visita de mi viejo
amigo el “Grinch-enteritis”, que me ha llevado de farra hasta el servicio de
Urgencias del centro ambulatorio de A Parda la madrugada del 26, hacia las 0230
horas; pero tranquilos, que no ha sido por comer como un animal de bellota y,
mucho menos, por devorar los consabidos mariscos que me hacen tanta gracia como
las arañas de lejos y de cerca: ninguna.
Llevo bastantes días sin escribir, por lo que hasta esta
simple misiva me cuesta lo mismo que arrancar malas hierbas sin guantes. Cuando
se tiene en casa al “Grinch-enteritis”, pensar se torna en algo digno de mérito,
no digamos ya lo de jugar a ser arqueólogo de historias delante de un folio en
blanco. Deshidratación física y psíquica.
Tan solo reiterarme en mis palabras, como en ocasiones
pasadas cuando llegan estas fechas, pero no porque crea que éstas suenen a
hueco o me vea en la obligación de hacer un poco de hipocresía social. Sé que
sin este blog y vosotr@s, bien es seguro que ahora no me podría llamar escritor
ni mucho menos. Solo sé que ahí fuera arrecia y es lo que hay, pero al menos sé
que cuento con tod@s para este nuevo 2015 que pronto, demasiado pronto, se
secará, cayéndosele hoja tras hoja.
¿Qué sorpresas, desafíos y otros deparará? Quizá lo mejor es
recibirlo como viene y no preocuparse por ello.
Y ahora que el “Grinch-enteritis” ha recibido una patada en
los mismísimos, me voy con esta “mama Noel”, o sea, con Erica Campbell, cuya mirada
hace palidecer las greñas verdosas del hiputa revienta-tripas.
¡A mandar! (Siendo ésta nuestra entrada nº 4550 en el blog)
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