Título original: «Green Book». 2018. 130 min. EEUU. Dirección: Peter Farrelly. Guión: Brian Hayes Currie, Peter Farrelly, Nick Vallelonga. Reparto: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Iqbal Theba, Linda Cardellini, Ricky Muse, David Kallaway, Montrel Miller, Harrison Stone, Mike Young, Jon Michael Davis, Don DiPetta, Mike Hatton, Dimiter D. Marinov, Craig DiFrancia, Gavin Lyle Foley, Randal Gonzalez, Shane Partlow
Una producción que pivota contra las ideas preconcebidas, la segregación social y los comportamientos racistas, pero sin caer en lo fácil, en lo políticamente correcto y en el buenismo de huecas intenciones y palabras grandilocuentes
Frank “Tony Lip” Vallelonga (a quien algunos recordarán como parte del elenco de «Los Soprano», «Donnie Brasco» y «Goodfellas») fue un superviviente de la jungla de Brooklyn, curtido como matón en cientos de garitos de mayor o menor prestancia repartidos por la zona controlada por la emigración italiana. Un tipo simpático y con labia, pero también rudo, maleducado y provisto de un estómago sin fondo conocido (en más de una ocasión, Viggo Mortensen me recordó a un Homer Simpson con pelo y sin pátina amarilla). También es la única fuente de ingresos en un hogar que lucha por cada centavo, así que el bueno de Tony no hace ascos a trabajos tales como tundar a clientes revoltosos o a ponerse al volante del camión de la basura, pero, ¿será capaz de vencer su animadversión contra la gente de color cuando su nuevo jefe puede ser un negro? Parece que un buen fajo de billetes puede mudar rostros serios en sonrisas y anular los prejuicios, sobre todo si eso ayuda a que haya comida en el plato de sus hijos, por lo que Tony prueba suerte y es aceptado para ser el chófer personal y asistente del estirado concertista de piano Don Shirley, quien va a realizar una gira por los estados del Sur profundo, debiendo seguir las indicaciones de The Negro Motorist Green Book, una guía de viaje para turistas de color por los EEUU, para evitar cualquier problema con unos blancos demasiado quisquillosos (sigue leyendo)
Frank “Tony Lip” Vallelonga (a quien algunos recordarán como parte del elenco de «Los Soprano», «Donnie Brasco» y «Goodfellas») fue un superviviente de la jungla de Brooklyn, curtido como matón en cientos de garitos de mayor o menor prestancia repartidos por la zona controlada por la emigración italiana. Un tipo simpático y con labia, pero también rudo, maleducado y provisto de un estómago sin fondo conocido (en más de una ocasión, Viggo Mortensen me recordó a un Homer Simpson con pelo y sin pátina amarilla). También es la única fuente de ingresos en un hogar que lucha por cada centavo, así que el bueno de Tony no hace ascos a trabajos tales como tundar a clientes revoltosos o a ponerse al volante del camión de la basura, pero, ¿será capaz de vencer su animadversión contra la gente de color cuando su nuevo jefe puede ser un negro? Parece que un buen fajo de billetes puede mudar rostros serios en sonrisas y anular los prejuicios, sobre todo si eso ayuda a que haya comida en el plato de sus hijos, por lo que Tony prueba suerte y es aceptado para ser el chófer personal y asistente del estirado concertista de piano Don Shirley, quien va a realizar una gira por los estados del Sur profundo, debiendo seguir las indicaciones de The Negro Motorist Green Book, una guía de viaje para turistas de color por los EEUU, para evitar cualquier problema con unos blancos demasiado quisquillosos (sigue leyendo)
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