EL ECONOMISTA
Boadilla ofrece un ciclo de conferencias sobre la Historia naval de España29/01/2013 - 10:48
Boadilla del Monte, 29 ene (EFE).- El ayuntamiento de la localidad madrileña de Boadilla del Monte ha puesto en marcha un ciclo de conferencias sobre la Historia naval de España impartido por Juan Francisco Rodríguez Castro.
Las conferencias -seis en total- se celebrarán en el Auditorio municipal el último martes de cada mes a las 19:00 horas.
Durante esas sesiones será analizada la importancia que tuvo la Armada española en la Historia de España en los siglos XV y XVI.
Hoy es la primera y, bajo el título "La aventura de Colón, el viaje descubridor", girará en torno al personaje, sus retratos, su lengua, los acuerdos a los que llegó con los Reyes Católicos y los medios con los que contó: barcos, instrumentos, tripulación y la ruta a seguir.
Para el 26 de febrero está fijada la conferencia "El segundo viaje colombino, el viaje de la confirmación", y "El tercer viaje colombino" será el protagonista el 30 de marzo.
La charla de abril -el día 30- versará sobre "El alto viaje colombino" y la del 28 de mayo sobre "La conquista de Filipinas, la expedición de Miguel López de Legazpi".
El calendario de este ciclo se cerrará el día 25 de junio con "Lepanto".
LA NUEVA ESPAÑA
La orilla española de los mares del Sur
El estudioso avilesino Francisco Mellén Blanco presenta su última monografía, «Las expediciones marítimas del Virrey Amat a la isla de Tahití»
29.01.2013 | 01:49
Saúl FERNÁNDEZ
Tahití está en el fin del mundo. En el fin del mundo de los europeos. Sobremanera, en el siglo XVIII. El navegante británico Samuel Wallis fue el primer occidental en poner un pie en la playa de Papeete, que es la capital de la isla más grande del archipiélago de la Sociedad, territorio actual de la República Francesa. Sin embargo, hace dos siglos y medio aquellas islas paradisiacas formaron parte de la soberanía del Reino de España durante nueve meses, por la gracia del virrey del Perú, Manuel Amat, que había organizado tres expediciones a las tierras más lejanas del planeta «para proteger los intercambios comerciales entre los virreinatos americanos». El que habla es el avilesino Francisco Mellén Blanco, autor de «La expediciones marítimas del virrey Amat a la isla de Tahití» (Ediciones Gondo), una monografía sobre la huella española en los mares del Sur. Mellén Blanco es, de hecho, el vicepresidente de la Asociación Española de Estudios del Pacífico.
El virrey Manuel Amat ordenó a la Armada española que realizase una primera expedición al archipiélago de la Sociedad que había descubierto para Occidente el navegante Wallis en 1767. Los viajes de los hombres de Amat, explica Mellén Blanco, fueron en 1772, 1774 y 1775. Los dos primeros los comandó Domingo de Bonechea y el último estuvo a cargo de Cayetano de Lángara. «Bonechea murió en Tahití», señala el historiador avilesino y académico correspondiente de la Academia de la Historia Naval y Marítima de Chile.
«Tras Wallis desembarcó en Tahití el capitán James Cook, en 1769, es decir, dos años después de Wallis», explica Mellén. «Manuel Amat tuvo noticia del viaje de Cook, que tenía que documentar el tránsito de Venus», añade el avilesino. «La presencia de los británicos tan cerca de las costas del virreinato del Perú alertó a las autoridades españolas: podían peligrar los intercambios comerciales», continúa Mellén. De hecho, en la isla de Tahití había desembarcado también el pirata Louis-Antoine de Bougainville.
El estudio de Mellén desempolva distintos diarios de viaje de oficiales, marineros, frailes y, especialmente, de Máximo Rodríguez, que fue el intérprete que se apostó en la isla de Tahití junto a dos frailes franciscanos y un marinero: los primeros españoles que se bañaron en la orilla española de los mares del Sur.
Samuel Wallis había bautizado la isla de Tahití con el nombre de isla del Rey Jorge. Domingo de Bonechea y los suyos descubrieron, según cuenta Mellén en su estudio, «más de veinte islas, aunque hay estudiosos que rebajan la cantidad a doce», apostilla el avilesino en su nuevo trabajo de historiografía, el fruto de veinte años de investigaciones en archivos de los Estados Unidos, Perú, Chile o Australia.
Boadilla ofrece un ciclo de conferencias sobre la Historia naval de España29/01/2013 - 10:48
Boadilla del Monte, 29 ene (EFE).- El ayuntamiento de la localidad madrileña de Boadilla del Monte ha puesto en marcha un ciclo de conferencias sobre la Historia naval de España impartido por Juan Francisco Rodríguez Castro.
Las conferencias -seis en total- se celebrarán en el Auditorio municipal el último martes de cada mes a las 19:00 horas.
Durante esas sesiones será analizada la importancia que tuvo la Armada española en la Historia de España en los siglos XV y XVI.
Hoy es la primera y, bajo el título "La aventura de Colón, el viaje descubridor", girará en torno al personaje, sus retratos, su lengua, los acuerdos a los que llegó con los Reyes Católicos y los medios con los que contó: barcos, instrumentos, tripulación y la ruta a seguir.
Para el 26 de febrero está fijada la conferencia "El segundo viaje colombino, el viaje de la confirmación", y "El tercer viaje colombino" será el protagonista el 30 de marzo.
La charla de abril -el día 30- versará sobre "El alto viaje colombino" y la del 28 de mayo sobre "La conquista de Filipinas, la expedición de Miguel López de Legazpi".
El calendario de este ciclo se cerrará el día 25 de junio con "Lepanto".
LA NUEVA ESPAÑA
La orilla española de los mares del Sur
El estudioso avilesino Francisco Mellén Blanco presenta su última monografía, «Las expediciones marítimas del Virrey Amat a la isla de Tahití»
29.01.2013 | 01:49
Saúl FERNÁNDEZ
Tahití está en el fin del mundo. En el fin del mundo de los europeos. Sobremanera, en el siglo XVIII. El navegante británico Samuel Wallis fue el primer occidental en poner un pie en la playa de Papeete, que es la capital de la isla más grande del archipiélago de la Sociedad, territorio actual de la República Francesa. Sin embargo, hace dos siglos y medio aquellas islas paradisiacas formaron parte de la soberanía del Reino de España durante nueve meses, por la gracia del virrey del Perú, Manuel Amat, que había organizado tres expediciones a las tierras más lejanas del planeta «para proteger los intercambios comerciales entre los virreinatos americanos». El que habla es el avilesino Francisco Mellén Blanco, autor de «La expediciones marítimas del virrey Amat a la isla de Tahití» (Ediciones Gondo), una monografía sobre la huella española en los mares del Sur. Mellén Blanco es, de hecho, el vicepresidente de la Asociación Española de Estudios del Pacífico.
El virrey Manuel Amat ordenó a la Armada española que realizase una primera expedición al archipiélago de la Sociedad que había descubierto para Occidente el navegante Wallis en 1767. Los viajes de los hombres de Amat, explica Mellén Blanco, fueron en 1772, 1774 y 1775. Los dos primeros los comandó Domingo de Bonechea y el último estuvo a cargo de Cayetano de Lángara. «Bonechea murió en Tahití», señala el historiador avilesino y académico correspondiente de la Academia de la Historia Naval y Marítima de Chile.
«Tras Wallis desembarcó en Tahití el capitán James Cook, en 1769, es decir, dos años después de Wallis», explica Mellén. «Manuel Amat tuvo noticia del viaje de Cook, que tenía que documentar el tránsito de Venus», añade el avilesino. «La presencia de los británicos tan cerca de las costas del virreinato del Perú alertó a las autoridades españolas: podían peligrar los intercambios comerciales», continúa Mellén. De hecho, en la isla de Tahití había desembarcado también el pirata Louis-Antoine de Bougainville.
El estudio de Mellén desempolva distintos diarios de viaje de oficiales, marineros, frailes y, especialmente, de Máximo Rodríguez, que fue el intérprete que se apostó en la isla de Tahití junto a dos frailes franciscanos y un marinero: los primeros españoles que se bañaron en la orilla española de los mares del Sur.
Samuel Wallis había bautizado la isla de Tahití con el nombre de isla del Rey Jorge. Domingo de Bonechea y los suyos descubrieron, según cuenta Mellén en su estudio, «más de veinte islas, aunque hay estudiosos que rebajan la cantidad a doce», apostilla el avilesino en su nuevo trabajo de historiografía, el fruto de veinte años de investigaciones en archivos de los Estados Unidos, Perú, Chile o Australia.
Los tres viajes de los hombres de Amat tuvieron carácter secreto. «El comodoro Byron, por ejemplo, informaba de longitudes y latitudes erróneas, para salvaguardar los detalles de la expediciones», aclara Mellén. Pese a este secretismo, Bonechea se trajo al puerto del Callao cinco islas que formaron parte del Imperio español: San Simón y San Judas (actual Tauere), San Quintín (Haraiki), Todos los Santos (Anaa), San Cristóbal (Mehetia) y la isla de Tahití, que Bonechea llamó Amat, en honor al virrey del Perú, y que los ingleses habían bautizado antes como Rey Jorge.
Las islas de los mares del Sur siempre han despertado el afán de aventura de los europeos. Robert Louis Stevenson eligió Samoa para despedirse de los hombres, Paul Gauguin también murió en el fin del mundo (en las islas Marquesas). Los hombres del capitán Bligh, el comandante de la «Bounty», organizaron el motín más conocido de la historia y después fundaron una de las colonias más singulares del Imperio británico: la isla de Pitcairn, unos pocos súbditos de la reina Isabel, herederos de los traidores que dejaron en la mar bravía a su comandante.
«El diario de Máximo Rodríguez resume su tiempo en la colonia española. Hay un "affidavit" que justifica la soberanía española en la isla de Tahití. Un "affidavit" es un convenio que firmaron los españoles con los jefes tahitianos y que tuvo una duración de nueve meses. Los franciscanos no debieron de quedar contentos, tampoco realizaron bien su trabajo y pidieron dejar la colonia que habían fundado. Y entonces Tahití dejó de formar parte de España. De eso va mi libro», concluye el escritor Francisco Mellén Blanco.
LA PROVINCIA. DIARIO DE LAS PALMAS
La nave logística de la US Navy
El 'HSV-2 Swift' colabora en la seguridad marítima de los países ribereños de África del Oeste contra la piratería
El catamarán 'HSV-2 Swift' de la marina de los Estados Unidos, que hace escala en el puerto de Las Palmas desde hace una semana, es 'hermano' de los barcos de Fred Olsen que hacen la ruta entre Agaete y Santa Cruz de Tenerife. El navío de la US Navy se diferencia en que tiene una planta más, además de por su función logística en la formación de seguridad marítima y en ayuda humanitaria, entre ellas, las previstas tras el huracán 'Katrina' o el devastador terremoto de Haití. Este 'fast ferry' sale hoy hacia su base de Miami tras finalizar una misión de cooperación en la costa de África Occidental.
A. RAMÍREZ
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
Un marinero puertorriqueño en perfecto español recibe a este periódico en el dique naciente del muelle Santa Catalina, donde está atracado desde el pasado lunes el HSV-2 Swift en una escala técnica de aprovisionamiento y suministro de víveres. Accedemos al barco por una rampa móvil que puede habilitarse en cada costado de su popa.
Ya en el barco, el capitán de corbeta Charles Eaton informa como comandante de la misión. Al rato se une el capitán de barco, Rhett Mann, un civil que se encarga de pilotar este barco construido en 2003 en Tasmania por una empresa australiana y arrendado a la armada estadounidense a través de Bollinger/Incat por un contrato, cuyo primer año ascendió a 16,3 millones de euros.
El HSV-2 Swift navega con una tripulación civil de 17 personas y 35 marineros, que se puede aumentar al centenar de efectivos. El fast ferry ha desarrollado su misión dentro del Africa Partnership Station en la que participaron marinos de España, Alemania, Dinamarca, Francia, Italia, Ghana, Nigeria, Kenia y Brasil. Los puertos visitados fueron de Senegal, Gambia, Ghana y Cabo Verde.
La bodega del catamarán de la US Navy es idéntica a la de los barcos de Fred Olsen, aunque la del barco atracado en La Luz, en vez de acoger vehículos parece una especie de hangar donde se encuentran varias lanchas, distinto material logístico y unos contenedores habilitados como aulas para la formación de las armadas africanas y la cooperación con marinas europeas y otros continentes.
Los contenedores escuela tienen ventanas, aire acondicionado y wifi para acceso a internet. Se usan, sobre todo, para las jornadas que desarrollan con las marinas europeas. En esta última misión fue relevante la participación de efectivos de la Infantería de Marina española.
Uno de los peligros que amenazan la seguridad marítima en la costa de África Occidental es el de la piratería. "Es un problema grave y más grande de lo que el pueblo de los Estados Unidos cree", apunta el capital Rhett Mann.
El HSV-2 Swift está catalogado como buque logístico de alta velocidad, ya que puede desarrollar una velocidad máxima de 45 nudos, es decir, unos 85 kilómetros por hora, casi el doble de la velocidad que puede alcanzar los barcos modernos de mercancías.
El comandante Charles Eaton resalta que el buque está construido en aluminio, lo que le permite pesar menos y desplazar una carga máxima de 1.688 toneladas a pleno rendimiento. En cualquier caso, para mantener su velocidad máxima de 45 nudos no debe sobrepasar las 300 toneladas. Ya con 650 toneladas su velocidad baja a 35 nudos.
Eaton indica que el barco está propulsado por cuatro motores Caterpillar acoplados a igual número de water jets, lo que le permite una gran maniobralidad para desplazarse marcha atrás o para babor y estribor. Para ello cuenta con cuatro cámaras que visionan las esquinas y frontales de la nave.
Consignado en su escala en La Luz por Bergé Marítima, El HSV-2 Swift tiene 98 metros de eslora por 27 de manga. Desde 2005 ha visitado numerosos países como base de cooperación internacional.
La nave está capacitada para el transporte de tropas y el control de guerra de minas, pero no ha participado en ninguna acción bélica por ahora. Su próxima misión, tras su llegada a su base en Miami, será en Centroamérica para colaborar en la seguridad marítima con las armadas de la zona.
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