miércoles, febrero 28, 2018

Relación de publicaciones de Febrero de 2018

Artículos
— El coleccionista de pecios: el «Gu Tian», el buque de ferrocemento más grande del mundo https://goo.gl/fiUg4J

Colaboraciones con HRM
—Entrevista a Rodrigo García-Muñoz Vaquero, autor del ensayo histórico «Grecia. La última victoria de la Blitzkrieg» http://www.hrmediciones.com/index.php/blog-rei/87-contemporanea/197-entrevista-de-j-yuste-a-rodrigo-garcia-munoz-vaquero

Reseñas
—Reseña a la película «El mercader de Venecia» (2004) https://goo.gl/dnX7Qr
—Reseña a la mítica novela de ciencia-ficción firmada por Robert A. Heinlein «Forastero en tierra extraña» https://goo.gl/gSVFFT
—Reseña a la segunda temporada del drama televisivo de ciencia-ficción-terror «Stranger Things» https://goo.gl/2aw6LW
—Reseña al cómic de Spirou guionizado por Yann «El botones de verde caqui» https://goo.gl/VBLJnA

Lectura de 28 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 731 (Viento-Lluvia). Lloviendo
  • Termómetro: 10º
  • Higrómetro: 53,5%

28 de Febrero de 2018


martes, febrero 27, 2018

Guardia de cómic: reseña a «El botones de verde caqui» por Yann (guión) y Olivier Schwartz (dibujo)

Dibbuks. Madrid, 2015
Cartoné
Color
64 páginas
ISBN: 978-84-15850-66-3
No es lo mejor de Yann, pero sí una forma agradable de pasar el rato con un cómic entre las manos

Si quisiéramos pecar de ignorante socarronería, podríamos chancearnos de Yann y de su aparente imposibilidad para escribir guiones de cómics que no estén ambientados en la segunda guerra mundial; serviría de prueba de semejante falta de delicadeza las primeras entregas de la aclamada serie Pin-Up y su reciente colaboración con el excelente dibujante Romain Hugault. La estupidez campa libre en las horas de asueto e, incluso yo, podría afirmarlo más allá de una sombra o esbozo de pensamiento; pero Yann es Yann, alguien que se ha labrado una posición en este mundo no tan amable; y el que conste su nombre en una portada es razón suficiente para que nos sintamos interesados por el volumen en cuestión, aunque nunca nos hayan llamado la atención, ni por asomo, las aventuras y desventuras de cierto botones belga, llamado Spirou, veteranísimo puntal del cómic europeo desde la década de 1930.

«El botones de verde caqui» nos lleva a la Bruselas de 1942, ocupada por el III Reich y con voluntarios de la Legión de voluntarios Valonia ocupando cada esquina. Spirou trabaja en el hotel Moustic, que ha sido requisado por la Gestapo como cuartel general, y, entre los cambios que se han dado en la institución, el uniforme del protagonista cambia de color para no desentonar con los tonos militares de los diseños de Hugo Boss, aunque no así el sentido del humor del avispado muchacho, dotado con ciertas dotes de patriotismo al ser miembro activo de la resistencia belga, retransmitiendo desde su habitación en el ático del mismo edificio bajo el seudónimo de Ardilla Valona, mientras es acosado sexualmente por una casquivana oficial del cuerpo administrativo femenino y su amigo Fantasio, periodista del periódico Le Soir, recela de las posibles simpatías de Spirou hacia el nazismo.

Yann, con la ayuda de Schwartz a los lápices, nos da una vuelta por esa Bruselas de carteles propagandísticos y señales de tráfico en alemán, aunque sin llegar a ser un buen guía. Recurre a los voluntarios nazis para echarse unas risas a costa de etiquetarlos de cabeza cuadradas, pero poco más, y pronto pone a un calco de Hitler, el coronel Helmut Von Knochen, que, a todas luces, dará con la burlona Ardilla Valona, mientras trata de dar con la extraña arma aliada que está haciendo estragos en los cielos belgas. Yann no se olvida de los colaboracionistas, de los judíos ocultos, del racionamiento y el mercado negro, de la influencia americana con el swing…, incluso trata el espinoso tema del supuesto colaboracionismo de Hergé y su Tintín, pero no me ha terminado de convencer, más que nada porque termina corriendo a trompicones. La historia no parece que se desarrolle en más de un par de semanas y acabamos presenciando casi dos años de guerra que no son creíbles, aún con unas entretenidas aventuras en las que va ganando mayor protagonismo Fantasio, prácticamente un héroe sin proponérselo, y que da una vuelta cuando la Resistencia considera a Spirou un traidor al radiar una información errónea, preparada para la ocasión por la SS y que conduce a la detención de buena parte del ejército invisible belga.

Se realiza un recorrido de los personajes clásicos de la serie Spirou, con sus notas de humor y chicas que turban al protagonista, en una maquetación bastante tradicional… y hasta aquí hablaré, pues nunca he sido muy dado a este díscolo botones y su ardillita contestona. La historia es agradable de leer incluso para aquel no acostumbrado a este tipo de cómic. No es lo mejor de Yann, pero sí una forma agradable de pasar el rato con un cómic entre las manos.

Lectura de 27 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 744,5 (Viento-Lluvia). Encapotado
  • Termómetro: 10º
  • Higrómetro: 54%

27 de Febrero de 2018

jueves, febrero 22, 2018

Lectura de 22 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 753 (Variable). Despejado
  • Termómetro: 11,5º
  • Higrómetro: 55%

22 de Febrero de 2018


martes, febrero 20, 2018

Guardia de televisión: reseña a «Stranger Things 2»

Título original: «Stranger Things 2». 2017. EEUU. 9 capítulos. Drama, ciencia-ficción, terror. Dirección: VVAA. Guión: VVAA. Elenco: Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLauglin, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Cara Buono, Joe Keery, Noah Schnapp, Mathew Modine, Sean Astin, Paul Reiser

No hay sorpresas, pero los Duffer han tenido más claro el enfoque. «Stranger Things 2» me parece más sólida, divertida y coral, aún con matices; estira el producto creado, pero lo hace más grande, tenebroso y atávico

Durante los últimos y finales instantes de la primera temporada, cuando Will se escurre hasta el cuarto de baño y, agarrado al bordillo del lavabo, lanza un gargajo procedente del Mundo del Revés, habría que ser de muy necio para no saber que la pesadilla del joven Byers distaba mucho de haberse esfumado con el despertar del nuevo día y el regreso junto con su familia tras una estancia entre las tinieblas.

Tras un año entero de silente sufrimiento por parte del niño, de episodios de lo que los expertos se empecinan en que solo son producto de un trastorno o síndrome postraumático bastante mal diagnosticado, t cuya cura llegará con un poco de paciencia y comprensión, las sombras se revuelven y se ciernen sobre la tranquila Hawkins, Indiana, adoptando una forma más material y peligrosa. Los ataques que aquejan a Will con cada vez mayor frecuencia no son fruto de una mente trastornada, sino reflejos en el espejo de una realidad paralela cuyo corazón pulsiona en el centro del laboratorio del que Once huyó y donde todo dio comienzo.

La segunda temporada, en su arranque, propone algo diferente con esa banda de punkies y marginados liderada por una adolescente dotada de poderes psíquicos y un número tatuado en la cara interna del antebrazo: 008. Se hace llamar Khali e inocula a la serie una expectación que pronto se diluye, siendo su intervención desterrada al capítulo séptimo y a escenas en las que los guionistas tratan de ahondar, sin éxito, en el pasado de Once y que tanto ansiábamos vislumbrar. La ambigua Khali (nuestra Erik Lehnsherr de «ST») solo está para proporcionar a la chiquilla un método para vencer y a la historia tres cuartos de hora para que los demoperros se hagan notar por Hawkins. (Me ahorraré hacer mención de la polémica surgida entre los seguidores de la serie alrededor de este personaje y el mencionado séptimo episodio).

El acierto en esta secuela es la de haber dotado de más peso al resto de chavales, más allá de Once y Mike; incluso tomando el recurso de añadir nuevos nombres al elenco, como con la recién llegada Max (y su psicópata hermanastro que, seamos justos, solo está para que le zurre la badana a Steve Harrington). Will es algo más que el niño desaparecido, aunque acabe en plan Regan en «El exorcista»; a él se le pasa buena parte de la carga dramática e interpretativa de Mike, el cual queda en suspenso, como un mero testigo de primera fila de los sucesos que asolan Hawkins y apenas participa en la acción; Lucas deja de ser el negrito quejica arrinconado en una esquina que no pintaba nada en la primera temporada (ya me preguntaba yo qué harían con el pobre); pero quien se lleva la palma es Dustin, quien se consolida como auténtico elemento cómico que se termina de ganarse el cariño del respetable, manteniendo toda su frescura y encontrando una figura paterna en Steve, con quien protagonizará escenas memorables. 

Entre los personajes adolescentes era obvio que se tenía que resolver de alguna forma el triángulo Nancy-Steve-Jonathan, así como aplicar primeros auxilios a la salvajada puesta en cinta con la desaparición de Barb, la mejor amiga de Nancy, quien no parecía inquietar a nadie, cosa que empujó a muchos tuiteros frenéticos a rasgarse las vestiduras y la cara, haciendo llegar la sangre al río.

Por su parte, entre los adultos, más allá de la sorpresa que nos da Hopper al haber estado cuidando y ocultando a Once desde hacía más de un año, tenemos a Joyce como algo más que una loca desequilibrada por el dolor de la pérdida de su hijo Will y que reencuentra la felicidad y el amor con Bob (interpretado por Sean Astin, quien parece haberse tragado a su Samsagaz Gamyi y su doble de acción, y cuya intervención en la serie se debe a haber sido un Goonie más que a otra cosa), y que es el típico nuevo personaje que se ganará el mismo cariño que Dustin, un ser endeble en apariencia, nada arrojado, y que tenía todas las papeletas para palmar, heroicamente en su caso, eso sí, pero palma a fin de cuentas.

Los actores en general siguen la estela de lo ya comentado en su día en la reseña de la primera temporada. Me vuelvo a rendir a estos mocosos que actúan tan bien, sin exageraciones y que mantienen la compostura en los primeros planos; es que ni son ñoños ni en el momento más ñoño que es el baile de invierno del instituto.

Respecto al ambiente, qué decir: nos arrojan dentro de los años ’80 gracias a la labor de vestuario, ambientación (aunque se les cueles algún gazapo técnico), efectos, música (la BSO es mucho más amplia que en la primera)…

Esta secuela me ha gustado bastante más que la primera; quizá porque todo estaba ya sobre el tablero: conocíamos bien a los personajes y, si no prestabas la suficiente atención, pues parecía que hasta los hermanos Duffer habían dejado de exprimir rico zumo de “quito aquí y pongo allá” de obras literarias y cinematográficas con mayor o menor disimulo, pero, no nos engañemos, pues damos de bruces con viejos conocidos que van más allá de la simple referencia o guiño; a saber y en popurrí inacabado: «Alien, el octavo pasajero», «Aliens», «El exorcista», «Encuentros en la tercera fase», «E.T.», «Gremlins», «It», «La comunidad del anillo», «La cosa», «Los chicos del maíz»,  «La naranja mecánica», «Los goonies», «Parque Jurásico», «Temblores», «Top Gun»…

No hay sorpresas, pero los Duffer han tenido más claro el enfoque. «Stranger Things 2» me parece más sólida, divertida y coral, aún con matices; estira el producto creado, pero lo hace más grande, tenebroso y atávico, acercándose unos pasos más a las pesadillas lovecraftianas, que antes solo se quedó en un individuo puramente animal. Se deja de lado el aspecto más aventurero y se adentra en un sendero más propio de una producción genuinamente de terror clásico. El peligro es mayor, más audaz y voraz; no es solo un bicho antropomórfico guiado por la sangre, sino un cerebro enorme del Mal que se extiende como un virus, lo cual es una propuesta bastante interesante y que no deja de tener relación con la propia Once, quien abrió la brecha interdimensional. No es que ella sea solo la causante de todo, sino que puede ser la razón de que ese mal exista; cuestiones que igual se resuelven en la ya anunciada tercera temporada y que se estrenará, si no se tuerce nada, a finales de este año 2018. 

Lectura de 20 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 758 (Variable). Cúmulos
  • Termómetro: 12º
  • Higrómetro: 55%

jueves, febrero 15, 2018

«Red Sails», David Bowie (LP Lodger)


Feel a bit roughed up,
feel a bit frightened
Nearly pin it down some time
Red sail action
wake up in the wrong town
Boy, I really get around

Thunder ocean
Thunder ocean
Red sails take me,
make me sail along

Red sails, and a mast so tall
Red sails
Red sails

Do you remember we another person
Green and black and red and so scared
Graffiti on the wall keep us all in tune
Bringing us all back home

Red sails
Thunder ocean
Red sails
Sailor can't dance like you

Red sail
Red sail action
Red sail
Some reaction

Action boy seen living under neon
Struggle with a foreign tongue
Red sails make him strong
Action make him sail along
Life stands still and stares

The hinterland, the hinterland
We're gonna sail to the hinterland
And it's far far, far far far, far far far away
Its a far far, far far far, fa da, da da da
1-2-3-4
Ooooooo

Lectura de 15 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 756 (Variable). Encapotado
  • Termómetro: 11º
  • Higrómetro: 55%

martes, febrero 13, 2018

Guardia de literatura: reseña a «Forastero en tierra extraña», de Robert A. Heinlein

Jet 315
Plaza & Janés Editores. 1996
Primera edición
878 páginas
ISBN: 9788401463150
Robert A. Heinlein firma una obra titánica cuyo eje gira alrededor de Valentine Michael Smith, una especie Tarzán investido del aura de Mesías, con Iglesia perseguida, milagros, dudas en el huerto de los olivos y la entrega de su cuerpo mortal para salvación de todos los hombres. «Forastero en tierra extraña» es la Biblia del movimiento hippie y supuso un autentico shock para la ingenua sociedad de comienzos la década de 1960

El lapso de tiempo que separa a las dos primeras misiones tripuladas de exploración al planeta Marte es de 25 años. La Envoy contaba con una tripulación muy especial, compuesta en exclusiva por matrimonios concertados a base de ficha perforada de computadora, entre hombres y mujeres de alto coeficiente intelectual, verdaderos genios en sus respectivos campos de trabajo, y que deberían sentar las bases de la futura colonización humana del planeta rojo; mas, al de poco de amartizar, se corta toda comunicación con la Tierra. Un cuarto de siglo más tarde, la Champion, esta vez con un proyecto colonizador bien distinto, se asienta en las planicies marcianas y se produce el encuentro con los naturales del planeta, unos seres bastante extraños físicamente, además de muy avanzados cultural y científicamente hablando, mucho más que los humanos. La sorpresa de los tripulantes de la Champion no puede ser más mayúscula: como si fuera uno más entre aquellos desarrollados habitantes está Valentine Michael Smith, el que se podría considerar como único superviviente de la nave Envoy; el fruto de una relación adúltera entre dos miembros de la primigenia misión, la cual conllevó al desastre y al asesinato; Michael es la respuesta al abrupto corte de comunicaciones. El por entonces bebé fue recogido y educado como un marciano más, adoptando su particular concepción de la vida y la muerte, de las relaciones personales del contacto entre seres espirituales, de conocimiento de física avanzada y de poderes que son comunes en Marte pero que, para los humanos, son poco menos que milagros.

Michael, a sus 25 años de edad y siguiendo órdenes de espiar para los Ancianos, participa del viaje de regreso de la Champion a la Tierra, donde comenzará a experimentar una vida de escándalo que transformará a todo aquel que entre en contacto con el conocido como Hombre de Marte. Michael es un Jesucristo moderno cuyas enseñanzas, más allá de la ficción novelada, serán tomadas al pie de la letra por el movimiento hippie, allá por los años 1960.

Robert A. Heinlein firma «Forastero en tierra extraña», una obra titánica que nació de la idea de escribir un relato breve para la revista Astounding Science Fiction, en 1949: la de un niño humano educado por una raza alienígena. En sí, la trama tenía su aquel, aunque casi parece que Valentine Michael Smith sea un Tarzán que termina investido del aura de Mesías, con su Iglesia perseguida; con milagros, dudas en el huerto de los olivos y la entrega de su cuerpo mortal para salvación de todos los hombres durante un brutal linchamiento (incluso algunos de sus “apóstoles” (hermanos de agua) comen de su carne).

La novela se finalizó tras una década de trabajo de Heinlein frente a sus notas mecanografiadas; hasta que fue capaz de presentar a un editor un manuscrito. Resultaba muy arriesgado publicar una obra con semejante argumento, pues no se sospechaba la reacción del público aficionado a la ciencia-ficción de la época, sobre todo por el mensaje de libertad sexual, religiosa y de pensamiento que contiene, algo que resultaba complicado de creer en Heinlein, quien sería tachado de reaccionario y fascista por obras anteriores como «Tropas del espacio».

Michael Smith defiende el sexo como parte de una liturgia o disciplina (pues asegura que lo suyo no es una religión), considerando, además, que todos los credos humanos, en cuanto a su presentación, son espectáculos para bobos o primos, siendo que el protagonista es un Mesías que puede atraer por igual a cristianos, judíos, musulmanes, ateos…

Siendo que el sexo sería cuestión de controversia, junto a la particular visión de las religiones en general, cuyo fondo y mensaje considera como verdaderos (entre tantas visiones teológicas es imposible que solo una sea la única y verdadera), Heinlein se rebela además contra la autoridad y dota a Smith de principios anarquistas y comunistas, aunque también lo eleva a la categoría de juez y verdugo (no entiende la razón de ser de las cárceles y la necesidad de mantener encerrados en ellas a hombres y mujeres por sus crímenes, sean cuales sean estos; pero si sus delitos son vistos por Smith como incorrecciones, solo deben recibir la muerte, así de simple: erradicar el mal de la sociedad por la vía expeditiva).

El manuscrito que Heinlein depositó sobre la mesa de su editor alcanzaba las 220.000 palabras. El mensaje de la novela y el peso en papel hacían del todo imposible su publicación, a no ser que se usara el lápiz rojo sin miramientos y se eliminara toda la paja. Heinlein aceptó el reto y aligeró la obra en 70.000 palabras, siendo esa versión mutilada la que se editaría desde 1961 hasta poco después del fallecimiento del autor, a los veinte años. Muchos creyeron en su día que en esos recortes se debían a la acción de la censura, sin embargo, no fue así: ninguna escena se eliminó del texto, ni siquiera ante el temor a una respuesta social exacerbada en los EEUU ante el libertinaje sexual, con cierta cabida para la homosexualidad y los intercambios de pareja, ni ante una visión un tanto herética de la religión. El sello editorial confiaba en Heinlein, pero no en el público, que podría rechazar de plano la novela y no era cuestión de perder varios miles de dólares en impresión de un libro tan hiperdesarrollado: la mutilación se debió a factores puramente económicos, dejándolo en 150.000 palabras, lo cual, para estándares incluso actuales, es una cifra nada despreciable.

La opinión que nos podemos formular en la comparativa entre la edición íntegra y la simplificada de 1961 es la de que para hacer este viaje junto a Valentine Michael Smith no hacían falta tantas alforjas, no necesita de esas 220.000 palabras y se vale de sobra con las 150.000. Aunque la novela contempla dos años y medio de vida de Smith en la Tierra, las escenas que nos retrata Heinlein no son, ni mucho menos, para semejante cargamento de vocales y consonantes. Podemos leer la edición simplificada y llegar a disfrutar más de la narración, pues la lectura de la versión original llega a ser agotadora.

Smith, como hemos dicho, es el protagonista principal. Es el Hombre de Marte, el forastero en tierra extraña. Pero hay otros personajes igual de interesantes: a destacar el del anciano y ladino Jubal Harshaw, padre adoptivo, podríamos decir, de Michael Smith; o Jill Boardman, su primer hermano de agua. Harshaw recoge a Michael cuando es rescatado por Jill del hospital de Bethesda; es un sibarita millonario, escritor y experto en leyes y medicina, que acogerá a los dos fugitivos y asistirá al humano marciano durante sus “primeros pasos”; Harshaw es un hombre que protagonizará algunos de los momentos más profundos y memorables, siendo algunos de ellos los más divertidos de la novela. Por su parte, Jill es una joven enfermera bastante díscola, quien acompañará a Michael durante los dos años y medio de estancia en la Tierra, errando con él por los Estados Unidos de América y tratando de cumplir con la misión que el forastero se ha autoimpuesto, que no es otra que poder asimilar, comprender, a los humanos, a los “primos”, para poder extender hacia todos los puntos cardinales su particular mensaje de paz y amor sin condiciones ni frenos.

Heinlein, tras la publicación y popularización de «Forastero en tierra extraña», se convirtió, aún a su pesar, en un gurú del movimiento hippie; más o menos lo mismo que acaba siendo Jubal Harshaw para la Iglesia de Todos los Mundos, fundada por Michael Smith. Sus postulados futuristas de liberación sexual y anarquismo fueron rápidamente absorbidos por el Flower Power, pero no así la disciplina que exige Michael Smith a sus seguidores, sus hermanos de agua, lo cual supuso el fracaso absoluto de esta forma de vida despreocupada y vacía, de ropa de colores chillones y abuso de estupefacientes.

También es probable que algo de la teoría religiosa fuese anotada por el hippismo: que todos formamos parte de la divinidad suprema. Tú eres Dios; yo soy Dios; todos somos Dios. Esto golpeaba con fiereza la estrechez de miras de las Iglesias fanáticas tan arraigadas en el Middle West que se consideran como las únicas verdaderas, las dignas de ser salvadas el Día del Juicio Final. Para Heinlein existen todos los cielos, incluso en la Tierra a modo de paraísos de felicidad, amor y armonía.

Tanto si nos vamos a la versión de 1961 como a la integral, la narración de Heinlein es impecable, entretenida y para nada farragosa a pesar de los instantes profundos en los que la Filosofía acapara toda la atención de los interlocutores que se cruzan con el Hombre de Marte, ese Mesías cósmico en un mundo ucrónico y futurista, en algún momento no determinado del todo en el texto pero que se desarrolla en pleno s. XX; un mundo hoy obsoleto, pero rico en determinados matices. Una novela que es digna de ser considerada como unas de las obras cumbre de la ciencia-ficción por su trasgresión y ruptura con los lazos tradicionalistas del género; por su firmeza de trazo y su relevancia como icono cultural norteamericano.

Lectura de 13 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 755 (Variable). Lloviendo
  • Termómetro: 9º
  • Higrómetro: 55%

13 de Febrero de 2018





lunes, febrero 12, 2018

SORTEO DE UN EJEMPLAR DE «MAJOR BOWIE. La influencia de la ciencia-ficción y la carrera espacial en la vida y música de David Bowie», dedicado y firmado por su autor


Para participar y optar a un ejemplar de esta obra que repasa la biografía y discografía de Bowie desde una óptica inédita, la cosa es bien sencilla: 

Manda un mail a la dirección caballerodegondor@yahoo.es, con el Asunto “Sorteo Major Bowie” y ya estás dentro.

El plazo para entrar en el sorteo finaliza el próximo día 4 de Marzo a las 23.59 horas.

Al día siguiente se comunicará el/la ganador/a.

¡Suerte!

Lectura de 12 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 759 (Variable). Estratos
  • Termómetro: 8º
  • Higrómetro: 55%

12 de Febrero de 2018

Aunque fue ayer...

jueves, febrero 08, 2018

«Twist Of Fate», Olivia Newton John



Do we deserve a second chance?
How did we fall into this circumstance?
We weren't so straight and narrow
This is much more than we deserve

A higher voice has called the tune
Two hearts that lost the beat will now resume
The gift of life extension
By divine intervention

It's gotta be a strange twist of fate
Telling me that Heaven can wait
Telling me to get it right this time
Life doesn't mean a thing
Without the love you bring
Love is what we've found
The second time around

Don't understand what's going on
Woke up this morning, all the hurt was gone
This is a new beginning
I'm back in the land of the living

It's gotta be a strange twist of fate
Telling me that Heaven can wait
Telling me to get it right this time
Life doesn't mean a thing
Without the love you bring
Love is what we've found
The second time around

Lectura de 8 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 757,5 (Variable). Cirros
  • Termómetro: 7,5º
  • Higrómetro: 55%

miércoles, febrero 07, 2018

El coleccionista de pecios: el «Gu Tian», el buque de ferrocemento más grande del mundo







El Gu Tian en 2000

El Gu Tian en 2005


Del Gu Tian solo queda su perfil en la tierra, 2013

El lugar a dia de hoy

Coordenadas:

  • 26º00’11” N
  • 119º26’02”E


Durante el azaroso s. XIX, los hombres de Ciencia y aquellos otros con demasiadas inquietudes en la cabeza aún con escasa formación, deslumbraban con sus invenciones y proyecto hasta al más incrédulo. Había formas, materiales y metas para todos los gustos y colores, y no pocos llegaron a feliz término, como también hubo ingente cantidad de nombres que a los pocos años podrían causar rubor por su ingenuidad y, piadosamente, quedaron arrinconado en el Olvido. Hay muchos ejemplos de lo que estoy hablando.

En el campo de la construcción naval se experimentó por todas las vías inimaginables para conseguir diseños más resistentes, grandes, rápidos y baratos, por supuesto. Una idea en particular resultó bien curiosa, al aunar materiales comunes en nuestras casas con las técnicas imperantes en los astilleros del momento: el ferrocemento, más comúnmente conocido como hormigón armado. A estos barcos, en general, ya dedicaremos un artículo como es de justicia, empezando por el dighy del señor Joseph-Louis Lambot (1848), a quien le seguirá Carlo Gabellini con su Liguria, el Namsenfjord… Una historia apasionante en la que tiene incluso cabida un petrolero propiedad de la Mafia de California que, durante la segunda mitad de la década de 1930, sirvió de casino-bar clandestino-burdel flotante en aguas internacionales: el SS Monte Carlo.

Pero hoy trataremos del derrelicto del barco de ferrocemento más grande jamás construido: el carguero Gu Tian (古田).

A estas alturas de la historia, no sorprende que estos “monstruos” deformes siempre se acaben alumbrando en países de ideología comunista. Y como en la práctica absoluta, el Gu Tian tuvo una vida operativa corta y triste. Su quilla fue colocada en 1970 y fue botado en 1973, registrándose su viaje inaugural al año siguiente, siendo inmediatamente dado de baja a las pocas semanas por ser sus costes inasumibles por el armador, que no era otro que el Gobierno chino (resultaba fácil y rápido de construir, pero de escasa cabida interior y de lenta amortización económica).

Este buque fue consecuencia directa de una grave necesidad nacional en plena Revolución cultural. La carencia y carestía de acero para sus astilleros volcaron todos los ánimos administrativos en el diseño de construcción naval con ferrocemento.

El Gu Tian contaba con las siguientes características técnicas generales:

  • 3.000 toneladas de hormigón.
  • 5.773 toneladas  de desplazamiento.
  • 105,2 m. de eslora.
  • 14,5 m. de manga
  • 8.1 m. de calado

El buque fue abandonado en un canal del río Mingjiang, en Fuzhou, donde se estuvo pudriendo al sol durante cuatro décadas en las que sirvió de alojamiento a personas sin techo y maleantes e, incluso, de taller de formación profesional para la Fujian Ship Communications Vocational College.

Y 40 años dieron para mucho, tanto como para que se desecara el canal y se ganara tierra donde construir, quedando el Gu Tian fuera del agua como una ballena varada. En 2013 se iniciaron, al fin, las tareas de desguace del buque, privándose a la industrial Fuzhou de uno de sus pocos atractivos turísticos.






Lectura de 7 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 756,5 (Variable). Cirrostratos
  • Termómetro: 8º
  • Higrómetro: 55%

martes, febrero 06, 2018

Guardia de cine: reseña a «El mercader de Venecia»

Título original: «The Merchant of Venice». 2004. EEUU-Italia-Luxemburgo-RU. 2 horas y 11 minutos. Drama, romance. Dirección: Michael Radford. Guión: Michael Radford. Elenco: Al Pacino, Joseph Fiennes, Lynn Collyns, Jeremy Irons

La obra de Shakespeare encierra una feroz crítica hacia una sociedad mezquina e intolerante

Enfrentarse a William Shakespeare en cualquiera de las formas que pueda adoptar ha de terminar con la consabida derrota del lego, cuyo cuerpo, inerte, presa del éxtasis, es arrojado a una profunda fosa común donde los gases de los más hondos vicios y virtudes humanos se mezclan, entremezclan y luchan entre sí por coronarse como soberanos del recto proceder, anegando las los sentidos del espectador, que va siendo sepultado a base de paladas de buen verbo hecho tierra húmeda.

En las tragedias shakespearianas cohabitan la crueldad y la belleza, sin refugio para la excepción, sobre todo en una historia como la que nos ocupa, en la que la intolerancia y la sed de venganza hace palidecer hasta lo indecible la casi frívola trama amorosa de Bassiano y Porcia, génesis y cierre de la obra. La virulenta relación que une al prestamista judío Shylock y al mercader cristiano Antonio por culpa del amor de Bassiano hacia una mujer por la que suspiran hombres a lo largo de las riberas del Mare Nostrum, será tal que el aval se pagará en carne humana, una libra junto al corazón de Antonio. Con esta obra, Shakespeare traza una complicada red en la que, sin soliviantar a los censores y defensores de la rectitud y moral anglicana de su tiempo, defiende a los judíos igualándolos a los cristianos; hilvana en la boca del desesperado Shylock un discurso preñado de paralelismos en la defensa de su causa: una igualdad entre el judío y el cristiano como frutos de la creación divina, con lo bueno y lo malo. Shylock no es otra cosa que un hombre rico pero humillado constantemente por su origen y religión; recibe insultos y esputos y, en la vorágine que se desata en su alma tras la fuga de su hija, Jessica, fuerza la Ley como aliada para vengarse de Antonio y de los seguidores del Crucificado. A palabras tan altas llega su alocución que será merecedor de recibir imparcial tratamiento de Justicia, aunque caiga en la trampa de su desconocimiento y ceguera irracional y vengativa. Trampa que él mismo arma sin resquicio de piedad, la mismo que sus enemigos no serían capaces de mostrar. El resultado del pleito acarreará la desgracia sobre Shylock quien, a partir de entonces, será repudiado tanto por los cristianos y como por los suyos, los judíos.

Pero la moraleja va para todos, pues siempre podemos vestir las barbas de Shylock o los de Antonio. Hay que evitar los desvíos que nos llevarían a semejantes situaciones.

Shylock confunde Justicia con un instrumento para la venganza, desdeñando el pago de la deuda principal que le es debida. Pero Shylock no es más que ser humano confundido por los efluvios putrefactos de su mente, retorcida por el dolor y la vergüenza, espoleado por el abandono de su única hija. La soledad es el último ingrediente en la olla en la que han hervido a fuego lento durante largos años de humillaciones, muchas de ellas proferidas por boca de Antonio. Y han sido tantos que han enfangado el lecho espiritual de Shylock; se ha desbordado como en una violenta Acqua Alta y se muestra impasible frente al dolor que no sea el suyo.

¿Podríamos criticar a Shylock? No, pues han sido muchas las manos que han guiado su garra hacia el filo carnicero, hasta sentirse ávido de la carne de Antonio. No hasta cierto punto, pues pretende una venganza al recurrir a la Justicia, que se vuelve en su contra; Shylock destierra la sensatez de su corazón y mente. Las salas de Vistas están acostumbradas a escuchar los discursos de Shylocks de distintos rostros y motivaciones; son humanos y hay ciertos comportamientos que estamos condenados a repetir hasta el Día del Juicio final, nunca mejor dicho.

Habría que hacerlo muy mal para que con semejante libreto no nacieran un guión y una película aceptables, ¿me equivoco?, pero los hados son siempre caprichosos y siempre hay silencios para rezongar como faunos. La adaptación a cargo de Radford es rica y lujosa, brillante y tremendamente emotiva, incluso desazonadora, como exige la escena en la sala del Dux, por lo que siempre será una cinta recomendable. Y el anzuelo está cebado con carnaza bicefálica con Al Pacino (Shylock) y Jeremy Irons (Antonio), siendo su intervención suficiente para que el desaire deserte, intimidado, de nuestro ánimo. A ello sigue el placer que se aloja en nuestros pabellones auditivos, recibiendo descarga tras descarga de verbo, de las ideas de un autor haciéndole la corte al lenguaje y que nosotros, castellanos, podemos disfrutar aún más.

Como adaptación fiel de la obra en cuanto a ambientación y personajes (no he tenido el placer ni la oportunidad de leer el libreto), la película que dirige Michael Radford es una excelente traslación a la pantalla de lo que debió contemplarse en su momento; aunque con toda la magnificencia de la verdadera Venecia como telón de fondo, aunque en postproducción, o cuando fuera, podrían haber lavado la cara a los palacios y canales, pues resultaría raro de ver en pleno s. XVI el abandono y decrepitud que domeñan el presente de la ciudad. 

En síntesis, la obra de Shakespeare encierra una feroz crítica hacia una sociedad intolerante y también contra el ser humano más irracional, algo común en la pluma del autor. Un argumento “inocente”, pero cargado con segundas intenciones que, en posteriores lecturas y visionados, aportarán nuevas luces que cambiarán la composición y forma de las sombras creadas.

Lectura de 6 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 755 (Variable). Cirrostratos
  • Termómetro: 8º
  • Higrómetro: 55%

6 de Febrero de 2018


jueves, febrero 01, 2018

«Islands In The Stream», Kenny Rogers & Dolly Parton



Baby, when I met you
There was peace unknown
I set out to get you
With a fine tooth comb
I was soft inside
There was something going on

You do something to me
That I can't explain
Hold me closer and I feel no pain
Every beat of my heart
We got something going on
Tender love is blind
It requires a dedication
All this love we feel
Needs no conversation
We can ride it together, ah-ha
Making love with each other, ah-ha

Islands in the stream
That is what we are
No one in between
How can we be wrong
Sail away with me
To another world
And we rely on each other, ah-ha
From one lover to another, ah-ha

I can't live without you
If the love was gone
Everything is nothing
If you got no one
And you did walk in the night
Slowly losing sight of the real thing

But that won't happen to us
And we got no doubt
Too deep in love and we got no way out
And the message is clear
This could be the year for the real thing

No more will you cry
Baby, I will hurt you never

We start and end as one
In love forever
We can ride it together, ah-ha
Making love with each other, ah-ha

Islands in the stream
That is what we are
No one in between
How can we be wrong
Sail away with me
To another world
And we rely on each other, ah-ha
From one lover to another, ah-ha

Sail away

[Instrumental Interlude]

Ooooh, come sail away with me

Islands in the stream
That is what we are
No one in between
How can we be wrong
Sail away with me
To another world
And we rely on each other, ah-ha
From one lover to another, ah-ha

Islands in the stream
That is what we are
No one in between
How can we be wrong
Sail away with me
To another world
And we rely on each other, ah-ha
From one lover to another, ah-ha

Lectura de 1 de Febrero de 2018 a las 1200 horas



  • Barómetro: 758 (Variable). Estratos
  • Termómetro: 11º
  • Higrómetro: 55%

1 de Febrero de 2018