Más divertida y trepidante que la primera temporada, esta adaptación de «Leones muertos» se ve de un tirón y sabe a poco
«Leones muertos» es la segunda novela de la serie de los caballos lentos y que es adaptada a la televisión, según me han chivado, de una forma muy libre, sobre todo en lo que respecta desde el ecuador hacia el final, pero nos da igual: ha sido otra gozada disfrutar de Gary Oldman interpretando a Jackson Lamb, más desatado de lengua y de sarcasmo (si es que eso era posible), así como de su equipo de “lentos”, que comienza a romper las paredes de la Casa de la Ciénaga (y a sufrir las consecuencias en sus carnes), en un relato de espías con un argumento poco original por haber sido tratado en exceso por otros autores, pero otra vez nos da igual: agentes durmientes enemigos infiltrados en territorio nacional, llamados “cigarras”, según la jerga del KGB, “leones muertos” según la jerga del MI5 (todo ello según Mick Herron) (sigue leyendo)
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