martes, mayo 08, 2018

Guardia de televisión: reseña a «The Bridge. Segunda temporada»

Título original: «The Bridge». 2014. EEUU. Drama policíaco. Dirección: varios. Creadores: Elwood Reid, Björn Stein, Meredith Stiehm. Elenco: Diane Kruger, Demián Bichir, Thomas M. Wright, Ted Levine, Mathew Lillard, Emily Ríos, Annabeth Gish, Johnny Dowers, Ramón Franco

Aunque se pretenda un giro, esta segunda temporada queda abruptamente mutilada, a una deriva de violencia sin control; desechando el argumento de las desapariciones en Ciudad Juárez y centrándose a medias en un marco de conspiración y corrupción

Tras los dramáticos acontecimientos que precedieron a la detención de David Tate, pasados unos meses, los personajes que convergieron alrededor del hallazgo de las dos mitades mutiladas y dejadas en la línea fronteriza entre Estados Unidos y Méjico, vuelven a darse cita para enfrentarse a un giro más siniestro de la trama y con mayores implicaciones que salpican a los estamentos policiales y políticos. Sin embargo, los guionistas nos burlan y no terminan haciendo un trabajo, digamos, aséptico y con un punto final en sus líneas. Dedican su tiempo a implementar una mayor violencia si cabe, con litros y litros de sangre; reconozco que gana profundidad e interés en algunos pasajes en comparación con la primera temporada, pero acabamos abandonados a la deriva.

En un principio parece que se va a centrar la historia en las desapariciones de las chicas de Juárez; una tragedia misteriosa y silenciosa que sigue asolando a la urbe, llegando al punto de que la periodista Adriana Méndez, la compañera del irreverente Daniel Frye, resulta duramente golpeada cuando una de sus hermanas pequeñas no se baja del autobús una noche a la vuelta del trabajo en la fábrica. Allí está también Steven Linden y su personal odisea por salvar a Eva, secuestrada y violada, implicando a Marco Ruiz y Sonya Cross. Pero ésta acaba siendo una línea eclipsada por la caza del narco Fausto Galván y, más aún, de Eleanor Nacht, un siniestro y peligroso miembro de la organización criminal del enemigo público número 1, que rezuma ambigüedad moral y una psicopatía que la permitirán protagonizar escenas que robarán el aliento. Eleanor será la verdadera pieza a abatir tras David Tate.

De las chicas desaparecidas pasamos a la corrupción policial y, de allí, al cártel de la droga y a una posible conspiración que permite que todo el mal se quede en Méjico, sin que los cadáveres se amontonen en las calles de El Paso. Sin embargo, todo se deja, al final, a la imaginación del espectador, quizá en un intento por ganarse una tercera temporada, pero, ¿acaso hay algo más que contar?

Se bajan varios escalones en la intimidad de algunos personajes. Sonya Cross se vuelve una persona más flexible a pesar de su trastorno mental, llegando incluso a aceptar la forma de actuar de Marco para cubrir sus pasos, no muy digna; pero la falta de concreción final no nos aclara demasiado sobre el desarrollo de su drama personal con el asesino Dobbs, ni despeja del todo las razones que la inducen a compartir tiempo con él en el hospital en el que está ingresado.

Esta segunda temporada da pie a una mayor acción e implicación de los personajes, aunque la incorporación de la CIA, permisiva con el cártel de la droga, no sea un recurso fresco por estos lares. Es mucho más oscura, con un mal esparcido a modo de esporas, sin una carrera a contrarreloj, pero sí con un peligro de muerte constante y con un mayor acento western.


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