miércoles, junio 13, 2018

El buque de Seguimiento Satelital y de Misiles «Kosmonavt Yurii Gagarin»

Atracado en Odessa, 1971
Insignia entre los de su clase, el Kosmonavt Yurii Gagarin tuvo un papel fundamental durante los últimos años de la Guerra Fría, cumpliendo sobradamente su cometido, pero no tanto como para ganarse un retiro y final dignos, a semejanza de la práctica totalidad de la alta tecnología soviética

Si algo caracterizaba a los rusos comunistas fue su afán por construir las máquinas más grandes e insospechadas jamás vistas, como vanidosa demostración de fuerza, tanto industrial como científica. Por desgracia, tanto esfuerzo solo sirvió de futuro acopio para innumerables chatarreros y desguaces repartidos por el ancho mundo.

En su día os hablé de un buque de telecomunicaciones que acababa con la vida de todas las ratas que se colaran en sus bodegas, y que tuvo un historial ciertamente corto y decepcionante: el SSV-33 Ural (proyecto 1941 "Titan") Kapusta. Pero hoy me gustaría hacer otro tanto con un navío que fue la estrella de una pequeña flota llamada “Espacial”, de la que formaba parte el SSV-33, y que era una macro estación móvil de seguimiento de misiles, cohetes, satélites y todo lo que despegara del suelo con el sello URSS pegado en la cubierta y llegara a la órbita: el Kosmonavt Yurii Gagarin.

Orgullo de los astilleros de Leningrado Baltic S&G Works, fue completado en 1971, siguiendo los planos de la clase Sofia o Akhtuba (ex Hanoi) de buque tanque a vapor. Una vez botado, tardó solo unos meses en ser fotografiado en emplazamientos tan delicados como La Habana, la bahía de Nipe, Cienfuegos y la base naval de Cayo Alcatraz. Aunque se vendiera al mundo como un buque “pacífico”, de investigación, dentro del programa de exploración espacial (en particular, de la Luna, cuando ya habían tirado la toalla), y adscrito a la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, no menos cierto era que su principal labor era la de control y seguimiento balístico, como pieza fundamental del escudo antimisiles de la URSS.

El Kosmonavt Yurii Gagarin en la Bahía de Nipe (Cuba), 1971-72
Los números del Gagarin aún asombran. Poseía una eslora de 231,6 metros, una manga de 32 y un calado de 9,2. Su planta de dos turbinas a un eje le permitía generar 14.000 kw que desplazaban 45.000 toneladas a una velocidad de 18 nudos. Su autonomía de hasta 130 días, sin necesidad de repostar combustible ni provisiones, le permitía batir récords de permanencia en alta mar. Con la calculadora en la mano, era capaz de recorrer 20.000 millas náuticas por misión.

En su rol se contabilizaban 248 personas, de las que 136 eran tripulantes. El resto se ocupaba de 86 laboratorios de investigación y seguimiento, y de las 1.250 habitaciones dedicadas a distintas funciones científicas y personales. Mención aparte merecen los objetos que le daban su especial configuración: cuatro enormes antenas reflectoras parabólicas, dos de ellas de 25 metros de diámetro y las otras dos de 12,5, y de 1.000 toneladas de peso, que no causaron pocos problemas de navegación, pues cuando se orientaban de forma que dejaran de estar en posición nadir, hacían efecto vela (disminuyendo en dos nudos la velocidad si se orientaban hacia proa), por lo que mantener el navío quieto era realmente complicado (por no decir otra cosa), imposibilitando un correcto seguimiento de los objetos espaciales. A estas cuatro había que sumar otras 73 de menor tamaño, tipo y configuración.



Pero el Gagarin, como algunos de sus hermanos, era mucho más que un frío buque de investigación. En sus “tripas”, los hombres y mujeres que fueran abordo podían disfrutar de una existencia distendida, con comedores, un gimnasio, un teatro con un aforo de 300 personas y tres piscinas cubiertas. En su interior había, incluso, espacio suficiente para cargar con varios vehículos con los que, quien tuviera los permisos pertinentes, podía desplazarse por tierra una vez en puerto.

Breve recorrido por el interior del Kosmonavt Yurii Gagarin
Como insignia de una flota de once navíos especiales, tuvo su principal (o única, según se vea) área de operaciones en el Océano Atlántico (que nadie se desmaye por la obviedad que he soltado), donde realizó entre 1971 y 1991 unas 20 expediciones. La razón de tanto buque por todos los mares se justificaba con las propias órbitas de los ingenios, que solo permitían seguirlos en territorio soviético 9 de cada 24 horas del día. Y el seguimiento, a su vez, a estos barcos por las naciones adscritas a la OTAN no solo se realizaba por cuestiones de seguridad, sino también por puro “cotilleo”; por ejemplo, la desbandada general que se produjo en el Índico en Diciembre de 1968 confirmó a los EEUU el fracaso de la misión soviética a la Luna, lo cual le dio a la NASA unos meses más de oxigeno para preparar la exitosa misión Apollo 11.

Gracias a la insoportable presión económico-armamentística que la Administración Reagan aplicó sobre la URSS, ésta colapsó a finales de la década de 1980. El tsunami administrativo y gubernamental fue tal que muchos de aquellos orgullos soviéticos se derrumbaron al mismo ritmo que las estatuas de Lenin en las plazas públicas. La flota “Espacial” fue una de tantas víctimas, siendo el caso del Gagarin bastante rijoso: acabó en manos de Ucrania tras su recién adquirida independencia, pretendiendo su gobierno mantenerlo, pero, como sucedía en todas esas repúblicas que habían recuperado su soberanía, las arcas estaban vacías. Por tanto, lo que se avecinó era de esperar, más que nada cuando la tripulación, a mediados de la década de 1990, comprobaba con desesperación cómo el pago de sus nóminas se iba retrasando mes tras mes. La solución de la centena larga de tripulantes fue también muy rusa: con paciencia y sin disimulo, procedieron a canibalizar y comercializar cuanta pieza pudiera extraerse del navío sin comprometerlo seriamente. Hablamos de material técnico, pero también de piezas del museo que se guardaban en su interior, como regalos personales de cosmonautas que visitaron la nave, etc.

Al final, fue obvia la ridiculez que suponía seguir manteniendo semejante “bicho” sin función alguna para Ucrania que, en 1996, tras las pertinentes negociaciones, vendió el Gagarin a una compañía australiana de desguace de barcos a 160$ la tonelada de metal, siendo llevado a un puerto de la India (al igual que el Akademik Sergei Korolev), previo el borrado de toda referencia a su glorioso pasado, incluso renombrándosele como Agar.

Supuestamente, el del fondo es el Gagarin
Para dar término al artículo, vamos a referenciar los buques de la flota “Espacial”:

  • Kosmonavt Vladimir Komarov, de 17.000 toneladas
  • Kosmonavt Yurii Gagarin, de 45.000 toneladas
  • Akademik Sergei Korolev, de 21.250 toneladas
  • Akademik Nikolai Pilyugin. Incompleto
  • Kosmonavt Pavel Belyayev
  • Kosmonavt Georgi Dobrovolskii
  • Kosmonavt Viktor Patsayev. En uso
  • Akademik Vladislav Volkov
  • Borovichi
  • Kegostrov
  • Morzhovets
  • Nevel
  • Marshal Nedelin
  • Marshal Krylov

1 comentario:

jgr dijo...

Me acuerdo de este barco cuando yo era pequeño y salía en los cromos...Hace más de 30 años