martes, diciembre 04, 2018

Guardia de television: reseña a la primera temporada de «Big Little Lies»

Título original: «Big Little Lies». 2017. USA. Drama. 14 capítulos (360 min. de tiempo total). Creador: David E. Kelley. Elenco: Reese Witherspoon, Nicole Kidman, Shailene Woodley, Zoë Kravitz, Laura Dern

Un asesinato sacará las grandes mentirijillas de cinco mujeres dispares en el desarrollo de una serie realizada de modo magistral, pinchando la neurona del espectador, invitándole a quedarse hasta el final

La húmeda brisa marina de Monterrey viene impregnada por el aroma de los billetes de dólar recién impresos. En esta ciudad californiana se está a otro nivel, pero no por encima de las miserias humanas, protagonizadas por un elenco de mujeres muy dispares, unidas por lazos de amistad y rivalidad mal simulada mediante huecas fórmulas de cortesía. 

Comenzamos con Madeleine, una irascible, entrometida y hasta psicótica doña Perfecta, quien vive al borde del ataque de nervios con todo lo relacionado con su primer marido, Nathan, dando lo mismo la nueva esposa de éste o la adolescente hija común, prácticamente incontrolable. 

Luego tenemos a Celeste, una brillante abogada que dejó de ejercer para dedicarse en exclusiva a su familia, formada por su joven marido y sus dos hijos gemelos, residiendo en una magnífica mansión, asemejando ser reina y poseedora de una vida perfecta.

El trío protagonista principal lo cierra Jane, una cenicienta recién llegada a Monterrey. Es una mujer en constante huída con su único hijo, Ziggy, de seis años. Se siente fuera de lugar a pesar del acogimiento dispensado por Madeleine y Celeste: Jane no es rica ni glamurosa, es una currante y madre soltera que lucha por asomar la cabeza desde el fondo del pozo, que sufre un golpe imposible de encajar cuando Ziggy es acusado el primer día de colegio de ser un abusador.

Fuera del círculo de amistad que se forja entre estas tres mujeres quedan Bonnie y Renata. Bonnie es la segunda mujer de Nathan; es joven y exótica, la personificación, para Madeleine, de todo lo que no supo ser para salvar su matrimonio. Por su parte, Renata (otra archienemiga de Madeleine) es una mujer madura y de enorme éxito profesional, siempre a la defensiva y con los dientes y las uñas blanqueados al sol de tanto mostrarlos, pues  haga lo que haga sabe que será duramente criticada, simplemente por su sexo y su condición, por las mujeres de la comunidad; su temperamento más salvaje saldrá a relucir cuando se vea incapaz de proteger a su hija de un violento compañero de aula.

Y estas cinco mujeres esconden grandes mentirijillas que acabarán compartiendo.

Madeleine, como mujer controladora pero incapaz de controlarse a sí misma, se muestra frágil e intranquila al sostener una relación adúltera con un hombre casado y tiembla de pavor ante la sola idea de perder a su familia y a su marido por culpa de sus impulsos.

Celeste, la perfecta y elegante Celeste, encierra en casa a una mujer que sufre un matrimonio marcado por la violencia, con una voluntad contaminada por el amor-odio-sexo salvaje hacia su marido, que acabará en simple odio cuando las agresiones que sufre se hagan más brutales a medida que el sexo desaparece.

Jane es taciturna y no por capricho. Su secreto se revela principalmente en sueños, repitiéndose en bucle, aunque con lagunas de memoria: la noche en la que fue violada. Fruto del acto es su pequeño Ziggy, quien podría haber heredado la maldad de su desconocido padre.

Bonnie parece muy flow, una voz de la razón con una pizca de desdén, tratando de poner paz a golpe de mandala, pero que es capaz de despertar de pronto.

Y Renata, tras su fachada depredadora, es una mujer insegura, sobrepasada por las circunstancias y que se empeña en mostrar una máscara que no corresponde con la realidad, desarmándose ante la honestidad de Jane, con quien había chocado desde el primer instante.

El clímax del último capítulo derriba los muros del vacuo prejuicio y de la competencia territorial entre leonas, los mismos que han condicionado sus existencias y las de aquellos que las rodean.

Esta serie se gana la matrícula de honor gracias a su sorprendente inicio. El pistoletazo se da con un asesinato, pero del que desconocemos la identidad de la víctima y, por supuesto, la del culpable y su móvil. Tal y como se va desarrollando la narración, semanas antes del hecho criminal, con extractos intercalados de las declaraciones de testigos y de investigación policial, acertar con el nombre de la víctima debería ser un desafío imposible; se concentra tanta tensión en la pequeña comunidad y es tan fácil llegar a las manos entre sus miembros… Pero a mí me quedó meridiano quién acabaría ocupando una plaza en la Morgue, pero fallé de pleno en cuanto al nombre del asesino y a todo lo relacionado con la escena del crimen en sí; más difícil aún fue dar con el violento agresor de Primaria.

El montaje de los episodios está realizado de modo magistral, pinchando la neurona del espectador, invitándole a quedarse hasta el final, como si la curiosidad inicial, con ese asesinato del que nada se nos cuenta, no fuera suficiente. Los momentos de interiorización e infiernos personales, con ideas incluso suicidas, y la banda sonora aportan sabor a una mezcla de historias que siempre se han quedado de puertas hacia adentro, con independencia de que estemos en Monterrey o en otro lugar, pues las miserias nos son comunes a ricos y a pobres.

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