lunes, febrero 02, 2015

Otros Mariños

Tiempo ha traté en estas mismas páginas la leyenda del nacimiento del linaje de los Mariño. Trasladé el relato que me narró Lidia, una buena amiga, cuyo apellido también procede de tales profundidades oceánicas atemporales.

En aquel post se os hizo partícipes de la más popular versión del mito, la cual se debe exclusivamente a una renovación renacentista del mismo en el que, además de una vinculación con el mundo sobrenatural y mágico, con la inclusión de la isla de Sálvora, se pretende una fundación heroica en la persona del caballero Roldán.

Otra versión, no sabemos si anterior o coetánea, sustituye al leal caballero de Carlomagno por un conde llamado Froilán quien, durante una partida de caza junto a la costa, descubre una mujer desnuda entre las rocas. Froilán la espía mientras ella duerme plácidamente, siendo así como se percata que de cintura para abajo está recubierta de escamas. En un momento dado, la sirena se despierta y trata de huir, mas los hombres del conde la apresan antes de que ganase las aguas del mar.

El resto de la historia de esta Mariña es idéntica a la que Lidia compartió con nosotros, aunque aporta datos como que el hijo entre Froilán y la sirena se llamaría Juan Mariño.

Sin embargo, he encontrado otra historia paralela a éstas y que contaba Diego Hernández de Mendoza sobre el origen de los Mariño, quienes tomaron ese apellido de una hermosa mujer que capturaron*1 de entre un grupo de homes peixe*2 (hombres pez), mientras estaban tomando el sol en unos roquedos de la costa. 

Al principio pensaban que era un home peixe más, provisto de un cuero escamoso que le cubría todo el cuerpo. Una vez arrancado dicho cuero*3, apareció una hermosa mujer que aprendió a hablar y que tuvo trato carnal con su captor. El hijo de tal unión entre humanos y seres del agua fue Hernán Mariño, quien tomó el apellido en honor al extraño origen de su madre.

Podríamos hacer referencia a otras leyendas similares. Así, en el s. VII d. C. se tiene conocimiento de relatos que vinculan las dinastías merovingias con la unión entre un ser marino y una princesa franca que se estaba bañando en la playa.

En el Finisterre bretón, por su parte, están los señores de Kervodec, quienes decían ser descendientes del mítico caballero artúrico llamado Lanzarote del Lago (personaje creado, al parecer, durante la baja Edad Media) y de la princesa de Fraicheterre. Gracias a dicha unión, este linaje contaba entre sus vasallos a unos seres anfibios llamados ganne-oaled o ganneföenme quienes, en nombre de los Kervodec y el día de San Pedro, se sumergían en las aguas para recaudar tributos para sus señores terrenos. Tales tributos se cobraban en oro, hierbas medicinales y piedras preciosas procedentes del fondo del mar.

La geografía atlántica española se ve sembrada de centenares de leyendas que vinculan casas nobiliarias con el mar y sus habitantes. Tal es así que no solo tenemos a los Mariño y a los Miranda galaico-astures, sino a los Picoña y a los Padín y un largo número de familias provistos de blasones con sirenas, que se extienden desde estas tierras del Finisterre hasta penetrar en Europa o llegar hasta, sorprendentemente, la misma Extremadura. 

Podríamos decir que el acreditar dicho cruce de líneas de sangre humanas y marinas se convirtió en poco menos que una obsesión para muchas casas nobiliarias. Tradiciones que perdurarían en las historias de los escudos de armas de los principales que afirmaban y creían en una ascendencia sobrenatural.

Pero, ¿por qué sucedió esto en los tiempos de un dios único? La respuesta no tiene por qué ser sencilla, pero hay ciertos caracteres comunes que nos permiten llegar a una conclusión: si el poder de los reyes provenía del mismo dios cristiano, los condes y duques avasallados por ambiciosos monarcas podían verse en la necesidad de dotar a sus linajes de un origen semidivino anterior. Siendo que las sirenas de nuestras tradiciones orales en la vertiente atlántica, así como de otros seres acuáticos femeninos, parecen proceder de una diosa pagana o Venus marina primigenia común a los pueblos bárbaros, no es de extrañar que aquellos que fundaran la casa Mariño y otras dinastías buscasen a propósito esa vinculación con una deidad o ser mágico anterior al que se le seguía rindiendo culto de forma diluida tras la cristianización. Esto les permitiría dotar a sus ramas de una mezcla híbrida semidivina, a semejanza de los héroes de la Grecia y Roma clásicas.

Esta ascendencia sobrenatural realzaba la naturaleza mágica y guerrera del linaje nobiliar, dando énfasis y justificación al poder que detentaban sobre dominios y vasallos.

¿Por qué la Iglesia católica no veía con malos ojos la creación y perduración de estas leyendas? Aunque la cristianización convirtió a muchos dioses paganos en duendes y seres inferiores, muchas veces identificados con el diablo o sus subordinados, en otros son asimilados a la propia cultura cristiana y absorbidos, como sucede con la sirena irlandesa Murgen, apresada en el s. VI d. C. y cautiva durante tres siglos hasta que unos monjes se apiadan de ella y la liberan al bautizarla. Esta Murgen, que significa literalmente “nacida en el mar”, sería luego Santa Murgen, quien podría ser la diosa primigenia Morrigana (Morgana). Además, se dice que dichos seres acuáticos carecían de alma, pero que al tener trato con los humanos y abrazar la fe cristiana, terminaban por crear una ánima propia, lo cual no es más que la interpretación de la conversión a la fe de Cristo y de la evangelización a un contexto sobrenatural.

Si tuviera que verme en el compromiso de proponer una teoría realista y objetiva sobre estas leyendas, diría que estos cruces de linajes existieron, pero siempre entre seres humanos de distintos lugares, siendo estos “marinos” personas provenientes de lugares apartados y separados por el mar o una lengua de agua. Casi todas estas mujeres acuáticas se identifican con hermosas doncellas que poseen largos cabellos rubios o pelirrojos, por lo que nos hace sospechar de una procedencia situada en tierras del Norte de Europa. Para ello me sirvo de la propia leyenda de los señores de Vizcaya, hijos de una princesa procedente de las islas británicas que arribó a la ría de Mundaka en tiempos lejanos. Ella bien podría ser una de esas mariñas de un pueblo que poseía un conocimiento del arte de la navegación más amplio que el de los oriundos de los países donde recalaron. El contacto entre ambos seres no sería muy diferente del que habría entre humanos y sobrenaturales una vez deformado tal acontecimiento gracias a la tradición oral y a la propia superstición.


1* En estas leyendas resulta harto frecuente que el cruce carnal entre humanos y seres acuáticos se deba a un rapto.

2* Debemos indicar que los homes peixe, homes mariños o encantos das augas gallegos no son comparables a los tritones o machos sirénidos, aunque sean confundidos constantemente y considerados naturales consortes de las sirenas. Son seres antropomórficos, provistos de escamas o espinas y dientes verdes, siempre acompañados de una gorra roja (esto último muy típico en muchos seres similares que habitan acantilados y pozas a lo largo de las costas de la Bretaña, islas británicas y Escandinavia), y provistos de poderes sobre las aguas que emplean según sea su estado de ánimo o nivel de maldad o bondad.

3* Si a las sirenas o mujeres marinas se les hurta la piel, éstas han de permanecer a la fuerza en tierra, otro rasgo común con el rapto. Desprovistas de ese cuero escamoso, los hombres que las poseen pueden contraer nupcias con ellas.

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