martes, julio 07, 2015

Guardia de cine: reseña a “Magia a la luz de la luna”, de Woody Allen

Título original: "Magic in the Moonlight". 2014. 97 minutos. Color. USA/UK. Dirección a cargo de Woody Allen. Guión de Woody Allen. Elenco: Colin Firth, Emma Stone, Marcia Gay Harden.

Trama simple y predecible en la que Woody Allen nos imparte una clase sobre cómo los polos opuestos se atraen hasta el punto de ser capaces de acompasar los latidos de sus corazones a un mismo son. Al levantarse el telón se presenta sobre el escenario Stanley (Colin Firth), un mago de fama internacional, arrogante y racional, que responde al nombre artístico de Wei Ling Soo, y que, además, es un incansable cazador de falsos mediums en sus ratos libres; otro soldado más en la cruzada que encabezó en su momento el gran Harry Houdini, personaje real con quien el protagonista comparte ciertos rasgos distintivos. Pero, además de Stanley, de entre bambalinas sale a la luz de los focos Sophie Baker (Emma Stone), una atractiva, en su aura de inocencia, pitonisa cuyos poderes psíquicos amenazan con colapsar los firmes cimientos de la Ciencia ortodoxa mientras disfruta de la brisa marina en la Costa Azul.

La simplicidad, forma elegantísima de desarrollar en ocasiones una trama, se extiende inexorablemente a lo largo del metraje, sin cegarnos con una excesiva opulencia: nada más allá de paisajes ribereños y un baile bajo luminarias colgadas de las ramas de un portentoso árbol en los tiempos del Jazz. Lo que importa en esta historia es que el espectador sea testigo de cómo el inicial choque de trenes se sirve finalmente como una relación sincera y perfecta, por mucho que uno de los personajes, en su castrada forma de entender el mundo, se niegue a aceptarlo hasta que le abren los ojos a la fuerza, obligándole a llegar él mismo a la conclusión de que es un idiota redomado que se niega a pensar más allá de lo simple y racional, a querer acariciar lo extraordinario, aunque sea una mera ilusión.

Como en todas las películas anuales del cineasta neoyorkino, lo que destaca son los diálogos, sobre todo aquellos que manan de la boquita del personaje principal que es el propio Allen, aunque disfrazado de Colin Firth, y que en esta cinta alcanza ciertos puntos de paroxismo transformista en el que casi vemos paseándose por los jardines de la casa de campo al mismísimo Sheldon Cooper de “The Big Bang Theory”; lo cual termina siendo lo más paranormal que nos encontraremos.

La cinta, aunque solo cuenta con 95 minutos, se hace algo tediosa por momentos y su predecible final es un tanto abrupto, como un muñeco accionado por resorte que sale de la caja sin causar sorpresa.
Se le podría haber exigido bastante más al guión, sobre todo debido al arranque del mismo, aunque no deja por ello de ser un agradable pasatiempo.

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