miércoles, diciembre 09, 2015

Guardia de cine: «Interstellar», de Christopher Nolan


Título original: Interstellar. Año 2014. Nacionalidad EEUU-RU-Canadá. 169. minutos. Género: Drama/Ciencia-ficción. Dirección a cargo de Christopher Nolan. Guión a cargo de Christopher y Jonathan Nolan . Elenco: Matthew McConaughey, Anne Hathaway,  Jessica Chastain, Michael Caine, John Litgow, Mackenzie Foy.

Christopher Nolan ejerce de maestro de ceremonias para presentarnos (y perdónenme la blasfemia aquellos que consideren la siguiente opinión como tal) un espectáculo digno de ser considerado como un 2001: Una odisea del espacio del propio s. XXI. Una cinta muy extensa, pero dotada de elementos más humanos que la adaptación de Stanley Kubrick de El Centinela. Podría incluso afirmar que es un grito en el vacío que aboga para que recuperemos lo que nos hace realmente humanos, para recuperar ese Navigare est necesse; todo sea por la supervivencia y para que encaucemos nuestros destino de nuevo para saber qué se esconde tras el horizonte.

Aunque con una nave espacial y otros recursos del género, la lectura de esta película sigue siendo la misma que se da en relatos de pueblos que se arrojan a los mares donde habitan dragones para dar con tierras más benignas y generosas, introduciéndose, eso es verdad, en el corazón de las tinieblas y de lo desconocido. Pero ésta es una historia que, aún con su metraje excesivo para un público europeo y norteamericano, parece no estar completa del todo para aquellos que seamos capaces de apartar la mirada de las escotillas y no perdernos en explicaciones científicas o filosóficas; siendo que cuenta con un lastre tan estúpido como es el mantener varias preguntas sin respuesta durante más de dos horas (por no decir que, algunas de estas cuestiones se quedan huérfanas de resolución).

Interstellar es un conjunto de historias que componen un puzzle multidimensional que no se desarrolla hasta una madurez narrativa completa, a no ser que seamos capaces de encajar el factor humano en esa extraña maraña. Ese factor humano (o no tanto) está presente en las virtudes y defectos inherentes a nuestra especie y florecen con cada uno de los personajes que intervienen, ya sea flotando en la inmensidad del cosmos a bordo de un planeta que ha dicho “Basta” o en una nave prácticamente perdida, más allá de la mano de Dios.

Respecto al elenco nada malo puedo decir. Sobre la participación de Matthew McConaughey, el muchacho se ha empeñado en dejar atrás su trillada imagen de musculitos gracioso y deslumbrarnos arrebatándonos el aliento. Algo parecido (esta vez sí, he de reconocérselo) le pasa a Anne Hathaway, a la que por fin he visto en un papel que interpreta con fuerza y comodidad, sin perderse en caminos lineales, estúpidos o ñoños. En ningún momento sobra su presencia delante de la cámara.

Otro punto que no puedo pasar por alto antes de terminar es la banda sonora a cargo de Hans Zimmer. No es la mejor de su carrera e, incluso, es un tanto reiterativa y falta de originalidad en algunos acordes, pero tiene un eco profundo en las escenas; tanto es así que puedes pinchar la pista S.T.A.Y. y quedarte escuchándola como si nada durante más de una hora en continua repetición.

Para nada puede considerarse una obra de fácil digestión y destinada a un público palomitero que se contenta con efectos especiales de ultimísima generación, pues es un relato denso y sinuoso, incluso cargante, muy del estilo de Joseph Conrad. También es una película cargada de momentos de gran fuerza emocional, de esos que se te agarran en la garganta y te la estrujan para provocar que la gravedad haga hasta su propio trabajo con las lágrimas que se te asomen a los ojos. Cuesta tragar en muchos sentidos, pero es una magnífica producción, la mejor de Nolan, y exige un gran esfuerzo por nuestra parte para que no nos contentemos solo con la superficie epidérmica de la cinta.

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