miércoles, julio 12, 2017

Guardia de cine: reseña a «Los vengadores: la era de Ultrón»

Título original: Age Of Ultron. EEUU. 2015. Acción, aventura, ciencia-ficción. 2 horas y 21 minutos. Dirección: Joss Whedon. Guión: Joss Whedon. Elenco: Robert Downey Jr., Chris Hemsworth, Mark Ruffalo, Chris Evans, Scarlet Johansson, Jeremy Renner, James Spader, Samuel L. Jackson, Don Cheadle


La responsabilidad por enmendar las consecuencias de nuestro egoísmo, aunque el mismo nazca y se justifique en nuestro propio y más hondo dolor es la lectura que se extrae de una buena, pero larga, película de superhéroes

Los gustos y aficiones se heredan como las deudas o nacen de forma espontánea, sin control. Muchas enraízan y evolucionan, muchas más se malogran y se marchitan antes de tiempo, sin saber qué se siente cuando el calor de la pasión pega con fuerza desde el cielo. Nosotros mismos somos viveros y cementerios de segundos de oro dedicados a objetos materiales o inmateriales que llegan a motivar o frustrar, pero que permiten que nos enfrentemos a un mundo dentro de otro, con diferentes ojos, oídos y tacto.

En mi adolescencia me dejé secar el seso por grapas de superhéroes de la Marvel; me encantaba. Me encantaba la Patrulla X, Spiderman, los Vengadores. Con mi limitado presupuesto iba atesorando historias, una ínfima cantidad que cabía de sobra entre mis ahuecadas y rechonchas manos, reteniendo parte de un tesoro cultural que palpitaba y crecía como un monstruo con solo boca; y fui a ver las adaptaciones de las aventuras de aquellos vistosos personajes paridos por Stan Lee, pero solo me quedé con la primera de los X-Men y las de Peter Parker-Tobey Maguire y punto. Aunque me parezca genial Robert Downey Jr. como actor, no he sido capaz de pasar del minuto 30 de su Ironman y, en cuanto a Thor, solo Natalie Portman, como una hechicera menuda y hermosa, me susurraba conjuros al oído para que me quedara otros cinco minutos más, engañándome así hasta que llegaron los títulos de crédito finales.

No me convencen para nada las adaptaciones al cine de la Marvel y puede que todo se deba a que ya no siento el tirón del género de superhéroes, de hombres y mujeres vistiendo coloridas mallas e incómodas capas, enfrascados en eternizantes luchas contra el mal en un mundo en el que nadie sangra (hasta que la editorial se le ocurrió dar luz verde al proyecto «The Punisher», muy propio de la década de 1980). Y no sé por qué han quedado Lobezno y los demás al abrigo de las sombras, hibernando sin sospechar si algún día despertarán o morirán en silencio y con la carne desprendida de los huesos; para mí, el mundo del cómic va mucho más allá de los superhéroes.

Por todo ello, la llegada a casa del título que voy a reseñar podría levantar rociones de suspicacia en mi intelecto, pero a falta de pan nocturno-televisivo, buenas son tortas en DVD, y el disco terminó girando como un loco en el reproductor y ofreciendo un comienzo que te debía enlazar a una historia anterior de los Vengadores o de Thor (no lo sé), con el cetro de Loki por medio, etcétera, etcétera.

La película, un tanto larga en su tercio final, me sorprendió y agradó. ¡Sorpresa! Es más, no despegué la mirada de la pantalla (y no fue porque se paseara por allí Scarlett Johannson con las carnes apretadas, amiguitos míos), pues creo que es un producto que goza de una salud y calidad excelentes en cuanto a escenas y diálogos en su conjunto. Me gustó sobretodo advertir, a la terrible sombra de Ultron, esa inteligencia artificial que nace de la gema de Loki y de la negligencia de Tony Stark, una pátina de profunda humanidad en los personajes que conforman a los díscolos Vengadores. Seguían repartiendo leches como siempre, a medida que el plan del malo-maloso se iba desarrollando, pero los silencios y las miradas demostraban ese brillo y aroma a debilidad humana tan ausente en los superhéroes por término medio.

También ha sido agradable contemplar largas y veloces coreografías de lucha digitalizadas que no marean o en las que se ve algo más que un batiburrillo gris como sucede, por ejemplo, en las infumables «Transformers» o en la agotadora «La batalla de los cinco ejércitos»; pero siempre hay algo que chirría, como es la necesidad de dotar a la trama de elementos moralizantes o incluso redentores (muy de la Marvel, por otro lado), que son protagonizados esta vez por la pareja de hermanos mejorados por Hydra: la responsabilidad por enmendar las consecuencias de nuestro egoísmo, aunque el mismo nazca y se justifique en nuestro propio y más hondo dolor, pues el daño que provocamos es inmenso.

El filme, excesivamente largo hacia el final, como ya he dicho, en el que la intervención de SHIELD se presenta a priori como un Deus ex machina, deja a Ultron con dos muertes consecutivas y con una “advertencia” de la intención de seguir explotando la franquicia hasta agotarla gracias a su demostrada rentabilidad.

Y poco más puedo decir;extraño, cuando me ha gustado lo que he visto…

¿Está aconteciendo un renacer de la era dorada del cómic norteamericano de superhéroes? Quizá lleve años, pero no me he dado cuenta hasta ahora.

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